Según un artículo publicado en la norteamericana Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), al que tuvo acceso Santa Cruz Produce, las sequías cortas, pero extremas que se han venido dando en los últimos años, y las que vendrán, están afectando más de lo que se había cuantificado a los pastizales naturales.
La conclusión es el resultado final de más de 100 ensayos que se hicieron en distintos sitios del mundo (todos los continentes), uno de ellos Santa Cruz. Esta merma del alimento natural que tienen ovejas y vacas (al menos en nuestra región) también es un llamado de atención porque afecta las reservas de carbono mundial.
Los pastizales y arbustales se caracterizan por una alta variabilidad y frecuentes déficits de precipitación y, por lo tanto, se espera que sean los más vulnerables al cambio climático. Además, los pastizales y matorrales almacenan más del 30% de las reservas mundiales de carbono y contribuyen significativamente a la variabilidad de los sumideros de carbono terrestres mundiales y de las concentraciones atmosféricas de CO2. Por lo tanto, se puede esperar que los ecosistemas de pastizales y arbustales causen una mayor variación en el ciclo global del carbono, con sequías cada vez más intensas en el futuro.
Proyección
“La sequía tiene consecuencias sociales y económicas bien documentadas, se espera que el cambio climático intensifique la sequía a niveles aún más extremos, pero debido a que tales sequías han sido históricamente raras, su impacto en el funcionamiento de los ecosistemas no se conoce bien”, indican en el trabajo.
A modo de ejemplo, revelan en el estudio: “Impusimos experimentalmente el tipo más frecuente de sequía intensificada (una que dura aproximadamente 1 año) en 100 sitios de pastizales y matorrales distribuidos en seis continentes y descubrimos que la pérdida de crecimiento de las plantas aéreas, una medida clave de la función del ecosistema, era un 60% mayor cuando la sequía a corto plazo era extrema“.
Esta pérdida de función inducida por la sequía excede con creces las pérdidas reportadas anteriormente para pastizales y matorrales, lo que sugiere que los impactos globales de los aumentos proyectados en la gravedad de la sequía “se han subestimado sustancialmente”.
Cambio climático
El cambio climático está aumentando la frecuencia y gravedad de las sequías de corta duración (1 año), la duración más común de las sequías a nivel mundial. “Sin embargo, el impacto de esta intensificación de la sequía en el funcionamiento de los ecosistemas sigue estando mal resuelto. Esto se debe en parte a los enfoques muy dispares que los ecólogos han empleado para estudiar la sequía, la variación en la gravedad y duración de la sequía estudiada y las diferencias entre los ecosistemas en cuanto a vegetación, atributos edáficos y climáticos que pueden mediar los impactos de la escasez hídrica”, explican en el artículo.
Para superar estos problemas e identificar mejor los factores que modulan las respuestas a la sequía, estandarizaron simular un solo año de sequía en 100 sitios en todo el mundo.
El trabajo
El trabajo de investigación demostró que la pérdida de la producción primaria neta aérea se redujo en promedio en un 35% en todos los sitios, con una disminución aún mayor en sitios que experimentaron sequías estadísticamente extremas.
“Nuestro experimento global demuestra, con un rigor sin precedentes, que los impactos globales de los aumentos proyectados en la gravedad de la sequía se han subestimado significativamente y que los sitios más secos y menos diversos probablemente sean los más vulnerables a la sequía extrema”, enfatizan en el escrito final.
El conocimiento de cómo una sequía extrema de corto plazo puede alterar el funcionamiento de los ecosistemas es particularmente importante para los pastizales y matorrales. “Estos ecosistemas cubren más del 40% de la superficie terrestre libre de hielo y se encuentran en todas las regiones del mundo, se caracterizan por una alta variabilidad y frecuentes déficits de precipitación y, por lo tanto, se espera que sean los más vulnerables al cambio climático”, explican en el trabajo.
“Además, los pastizales y matorrales almacenan más del 30% de las reservas mundiales de carbono y contribuyen significativamente a la variabilidad de los sumideros de carbono terrestres y a las concentraciones atmosféricas de CO2. Por lo tanto, se puede esperar que los ecosistemas de pastizales y matorrales causen una mayor variación en el ciclo global del carbono con sequías cada vez más intensas en el futuro”, concluyen.
De este trabajo internacional participó la EEA Santa Cruz con personal, pero también con su campo experimental Potrok Aike. “El trabajo es relevante para los productores, ya que conocer el impacto de los eventos de sequías sobre la producción de los pastizales permite diseñar acciones de adaptación al cambio climático”, explicó Pablo Peri, del Grupo Forestal Agrícola y Manejo del Agua (FAMA) del INTA.
En cada sitio evaluado en el mundo se utilizó una infraestructura de techos parcialmente cubiertos con tiras transparentes para simular esa sequía extrema. “Las precipitaciones medias anuales históricas registradas en el área de estudio permitieron estimar que aproximadamente el 54% de las lluvias debería ser interceptado, dado que este valor simula una sequía extrema, equivalente a la lluvia que ocurre en 1 a 10 años en una serie de 100 años”, contaron desde INTA.
“Además de los factores abióticos enumerados anteriormente, se ha demostrado que la riqueza de especies de plantas influye en la magnitud de la respuesta del ecosistema a la sequía, siendo las comunidades más ricas en especies más resistentes a la sequía que las comunidades con menor riqueza de especies”, explicaron.
La mirada en Patagonia
Este estudio advierte sobre “la urgencia de abordar los efectos de las sequías extremas en los pastizales y arbustales y subraya la necesidad de políticas y acciones que mitiguen los impactos del cambio climático en estos ecosistemas críticos”, adelantaron desde INTA.
Este, el de la sequía y su evolución a lo largo de los años, es un tema que ocupa a organismos e instituciones como INTA, CONICET y la UBA, quienes durante tres años consecutivos evaluaron la sequía en 9 sitios específicos de Chubut, Santa Cruz, La Rioja, Río Negro y Buenos Aires.
“En la Argentina, los pastizales representan más de dos tercios del área continental del país, se distribuyen desde climas áridos a mésicos y sostienen una de las actividades económicas más importantes, como la cría de ganado bovino y ovino”, expusieron en 2022.
Peri -también referente en ese trabajo- explicó que “en siete de los nueve sitios evaluados encontramos efectos perjudiciales sobre la productividad del forraje durante el primer año experimental de la sequía y en cinco de ellos se acentuó aún más el impacto hasta el final del experimento, lo que muestra qué tan graves pueden ser estos eventos”. En los más afectados, la productividad forrajera disminuyó, en promedio, 50%.
“La alta reducción en la provisión de forraje que encontramos en estos pastizales, bajo sequías severas, sugiere que la presión del pastoreo debe reducirse sustancialmente durante y después de los periodos de falta de agua, ya que la combinación de aridez y perturbación del pastoreo genera un efecto sinérgico que puede colapsar las poblaciones de plantas de especies forrajeras”, finalizó Peri.