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TERRIBLE!

La historia del hijo de un reconocido actor español que mató y descuartizó a su amante gay

Daniel, hijo de Rodolfo Sancho, está acusado de asesinar al cirujano colombiano Edwin Arrieta Arteaga.

La historia del hijo de un reconocido actor español que mató y descuartizó a su amante gay

No sé si podría haber muchas cosas peores para un padre exitoso, con influencias, famoso y con dinero, que recibir una llamada de la policía para contarle que a su hijo mayor, de viaje por un país remoto donde rige la pena de muerte, lo están acusando de asesinar y descuartizar a un amante gay.

Ese fue el devastador golpe que recibió el reconocido actor español Rodolfo Sancho (49) el 5 de agosto de 2023 cuando se enteró de que Daniel Sancho (29) había confesado ser el autor del terrible homicidio ocurrido tres días antes: el 2 agosto de 2023.

El próximo 9 de abril de 2024 comenzará el juicio en Tailandia contra el joven. Le imputan haber terminado con la vida -con premeditación- de su pareja ocasional, el cirujano colombiano Edwin Arrieta Arteaga (44) y, luego, haber desmembrado el cuerpo con la intención de hacerlo desaparecer.

Nada menos.

Una vida en bandeja de plata

Rodolfo Sancho nació en Madrid, España, en 1975. Hijo del reconocido actor Sancho Gracia y nieto, por parte de madre, del periodista y diplomático uruguayo Martín Rodríguez Larreta, quien fuera director del prestigioso diario El País de Uruguay, tenía la vida servida en bandeja de plata. Su padrino de bautismo fue el mismísimo Adolfo Suárez quien fue presidente del gobierno español en tres oportunidades y también testigo de la boda de sus padres.

En los años 90 Rodolfo comenzó a seguir los pasos familiares en el cine y la televisión. Para el año 2000 ya se había consagrado como actor. Fue antes de eso que, el 11 de junio de 1994 y con solamente 19 años, tuvo a su primer hijo con la actriz Silvia Bronchalo Santos, de 18 años. De esa pasión nació un bebé bello y sano al que le pusieron de nombre Daniel Jerónimo Sancho Bronchalo. La relación de los jóvenes no prosperó y siguieron, cada uno por su lado, haciéndose cargo de su hijo.

En 2005 Rodolfo se casó con la actriz Xenia Tostado y en 2015 tuvieron una hija: Jimena Sancho.

Hasta agosto de 2023, el nombre de su primogénito Daniel era casi desconocido para los medios de comunicación españoles. El joven, chef de profesión, llevaba ya cinco años de novio con Laura (en ese entonces 28 años) con la que tenía planes de casamiento, cuando en su viaje por Tailandia pasó lo que pasó y los españoles se levantaron con la terrible noticia inundando los portales de los medios de prensa: Daniel, el hijo de Rodolfo Sancho y nieto de Sancho Gracia, estaba preso en la prisión de Koh Samui por haber asesinado y trozado en pedacitos a un médico cirujano. Parecía algo surrealista para sus amigos y familiares. ¿Qué había pasado para que un joven de una familia educada, poderosa y con influencias, con una vida fácil, terminara convertido en un macabro homicida? ¿Un hijo criado con amor descuartizando con un machete a su víctima? ¿Un chef con el futuro servido con los mejores manjares tirando por la borda su carrera en Europa de la manera más horripilante?

Hacer pedazos lo que molesta

Daniel Sancho había conocido en 2022 en la discoteca madrileña Istar (situada en el número 42 de la calle Serrano en el exclusivo barrio de Salamanca) al cirujano de origen colombiano Edwin Arrieta Arteaga. Desde el comienzo Edwin lo habría seducido con supuestas inversiones de dinero en los proyectos del joven. Daniel, se cree, habría empezado por entonces con su doble vida. La relación continuó por Instagram y luego con viajes a Ibiza, Marbella y Segovia o escapadas para compartir la pasión de Edwin por montar a caballo. Pero había algo más. No solo eran amigos y posibles socios, también eran amantes. Había entre ellos relaciones sexuales y, posiblemente, pasiones tormentosas.

Con la investigación de la policía tailandesa y lo que relató el mismo Daniel cuando fue acusado del crimen unos días después, se pudo reconstruir que las cosas habrían sucedido más o menos así.

El encuentro entre ambos en Tailandia había sido planeado. De hecho, el lunes 31 de julio de 2023 Edwin Arrieta hizo una reserva para dos huéspedes en una habitación de un hotel en la isla tailandesa de Koh Phangan, por tres noches. Su compañero sería Daniel Sancho y la idea era disfrutar juntos de La Fiesta de la Luna Llena. Daniel llegó primero a destino, alquiló una moto para trasladarse con comodidad y se registró en el establecimiento.

La mañana del martes 1 de agosto el joven español fue a un supermercado local. Curiosamente el chef no compró comida ni artículos de tocador o tonterías. Las cámaras de seguridad del lugar lo grabaron cuando adquirió un cuchillo tipo machete, una sierra, guantes de goma, esponjas, bolsas de basura negras y verdes y varios productos de limpieza como lavandina.

Edwin y él no podrían haberse peleado, por lo menos, cara a cara. El médico todavía no había llegado.

El cirujano llegó el miércoles 2 de agosto al muelle de la isla y Daniel fue a recogerlo en su moto. Recorrieron la zona, fueron a la playa Haad Rin y a comer antes de ir a descansar al hotel Haad Salad Villa, a un departamento con cocina sobre el mar.

A partir de ese momento al cirujano colombiano se lo tragó la tierra. Nadie más lo volvió a ver con vida.

Según lo que luego confesaría Daniel Sancho, en esa habitación compartida, se produjo una pelea feroz luego de que el joven se negara a tener relaciones sexuales con Edwin. En el enfrentamiento físico él le habría dado una trompada en el baño que lo habría hecho caer y darse la cabeza contra la mesada del lavatorio. Edwin, según Daniel, intentó defenderse y lo mordió con fuerza por lo que él lo habría seguido golpeando. Cuando vio que la víctima no reaccionaba más, parecía muerta, recurrió al cuchillo que había adquirido previamente y procedió a descuartizarlo, en 14 pedazos. Otras versiones cuentan que las partes en la que lo seccionó fueron 17. Lo importante no es tanto la cantidad sino que sus compras del día anterior indicarían “premeditación” en los hechos.

Dedicó a esta faena con el cadáver unas tres horas.

A las 21 Daniel salió del hotel y caminó 300 metros hasta una tienda de la playa con el objetivo de alquilar un kayak. Tenía en mente deshacerse en el mar de los restos de su amante.

Las dueñas del local, las mujeres Tuk y Landa, se negaron a alquilarle la pequeña embarcación porque les parecía peligroso que un turista saliera a pasear de noche por el mar. Entonces Daniel les hizo una oferta que no pudieron resistir: compraría ese kayak. Les pagaría 1000 euros. Listo, había conseguido lo que necesitaba.

Volvió al hotel y repartió los pedazos de Edwin en varias bolsas de residuos. Salió nuevamente para realizar dos viajes en su flamante kayak. Remó hasta a unos 600 metros de la costa para tirar las bolsas. El tercer viaje decidió hacerlo en moto hacia el basural de la isla. A las 6 de la mañana del jueves 3 de agosto volvió a salir con el kayak y arrojó la última bolsa que le quedaba. También tiró al mar la riñonera de Edwin con su pasaporte y su teléfono celular.

Había terminado de desligarse de esa pasión que ya no quería en su vida y que le entorpecía sus planes de casamiento. Volvió al hotel para limpiar los rastros de sangre. A las 9 de la mañana hizo el check out.

Arañazos y restos humanos

Ese jueves 3 agosto por la tarde era la celebración a la que habían planeado ir juntos con Edwin: la Fiesta de la Luna Llena. Daniel concurrió con dos chicas que había conocido en la isla y disfrutó de la velada.

Simultáneamente, los trabajadores del vertedero del distrito Moo 4, de Koh Phangan, encontraron bolsas con restos de lo que les pareció era una pelvis seccionada y unos trozos de intestinos humanos.

La noticia de que había un muerto descuartizado en la pequeña isla empezó a circular con velocidad. Era de no creer.

Al mismo tiempo, Darlin Arrieta, hermana de Edwin, contactó por Instagram a Daniel para preguntarle si sabía algo de su hermano. Estaba preocupada porque no tenía noticias de él. Daniel le respondió que le había perdido el rastro en la playa. Ella le pidió que fuera a hacer la denuncia a la policía para que lo busquen. Daniel la hizo.

El viernes 4 de agosto, en el vertedero, aparecieron más bolsas con restos humanos: dos partes de extremidades inferiores, una remera, unos pantalones cortos y un ticket de supermercado con la fecha 1 de agosto.

Los detectives tailandeses van al supermercado y revisan con detenimiento las cámaras. Ahí se lo ve claramente: Daniel Sancho está comprando lo que parece necesario para un crimen de ese tipo. Ya no hay muchas dudas. Van a buscarlo, lo quieren interrogar. Daniel repite que no sabe nada de su amigo desde el miércoles, pero los policías observan en su cara algunos cortes y arañazos. Raro.

Enseguida atan cabos y unen la desaparición con el hallazgo en el basural.

Rehén en “la jaula de cristal”

El joven rubio y tostado, de dorada melena ondulante, niega en principio todo aquello de lo que lo acusan. Tiene cara de ángel. Igual le toca pasar la noche en un incómodo calabozo. Amigo del nieto del rey Emérito de España, Froilán (hijo de la infanta Elena); muy cercano también al hermano menor del empresario Iñigo Onieva pareja de Tamara Falcó (la socialité hija de Isabel Preysler) y a los hermanos Conde, dueños de famosas discotecas madrileñas, cree que podrá salirse con la suya. Después de todo pertenece, o casi, al jet set español.

La noticia corre como la pólvora. Los forenses hacen su trabajo y estudian el ADN de la víctima. Efectivamente esos fragmentos son lo que queda de Edwin Arrieta. Van al hotel y con químicos certifican que hay sangre y otros fluidos suyos en la habitación. Vuelven a interrogar formalmente a Daniel Sancho durante varias horas.

Finalmente, el 5 de agosto, y después de que le toman pruebas de ADN, Daniel se quiebra y confiesa ser el autor del homicidio:

“Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin. Me tenía como rehén. Era una jaula de cristal, pero era una jaula. Me hizo destruir la relación con mi novia, me ha obligado a hacer cosas que nunca hubiera hecho”.

Admitió haber tenido encuentros íntimos con Edwin y haberse deshecho de sus restos, pero negó haberlo asesinado. De acuerdo a sus propios dichos el médico cirujano lo habría amenazado con difundir fotografías y videos íntimos de ambos: “Tenía que hacerlo, me llené de resentimiento. Pedí terminar la relación, pero Edwin no estaba de acuerdo y me amenazó con compartir mis fotos desnudo e intimidar a mi familia”.

Los detectives están convencidos de que ese fue el motivo por el cual el español habría planeado semejante asesinato.

El último chat

A estas alturas los padres ya se han enterado de lo que ha hecho su hijo.

Luego del ingreso del detenido en la cárcel de Koh Phangan, empiezan a trascender más detalles. Se filtran los numerosos mensajes de WhatsApp entre víctima y victimario. Los últimos que intercambiaron Daniel y Edwin estando vivo (porque habrá otros con él muerto) son los siguientes y ocurrieron justo antes de que el colombiano bajara en el muelle de la isla:

Daniel Sancho: ¿Vas en esa lancha? ¿Te agarraste un barco privado? Jajajaja. Menudo sinvergüenza.

Edwin Arrieta: Jajajaja. Voy a dar una vuelta primero. Te aviso cuando vaya para que salgas.

DS: Chiqui, entonces ¿a qué hora te espero en el puerto? Ya estoy aquí esperando. Porque supuestamente llegabas en veinte minutos.

EA: Ve a dar una vuelta.

DS: Joder ¿pero a dónde vas? No entiendo. ¿A dar una vuelta dónde? Pero si está lloviendo además.

EA: Por el mar.

DS: Ah fenomenal. Llegas y te vas a hacer un plan tú solo. Y yo aquí esperándote en el puerto.

EA: Jajaja. Eres un enojón. Jajaja.

DS: Es que te estoy esperando. Iwueputa.

EA: Jajajaja

DS: Llueve. Y además ando corto de batería.

EA: Chiqui, tengo que quererte mucho para esta travesía.

DS: Pero bueno, estoy aquí.

EA: Jajajaja. Dale.

DS: No tiene pérdida. Sigues la salida del puerto. Hasta llegar a un arco muy grande dorado. Y ahí gira a la izquierda. No me dejan entrar con la moto allí. La tengo aquí fuera.

EA: Dale

DS: Chiquiiiii. Llega ya iwueputaaaa.

EA: Está lloviendoooo.

DS: Mazo. Tenemos que esperar un poco para movernos. Nos tomamos algo aquí, en los restaurantes que hay nada más salir del puerto. Está parando. Koh Phangan te va a recibir abriéndose el cielo.

EA: Siiii. Son Bendiciones. Llegué.

DS: Vaaaa.

EA: Ya me voy a bajar… qué lindo!

DS: Pues sales. Y al pasar el arco dorado. A la

izquierda.

EA: OKK

DS: Me quedo sin baaaaat. Date prisa. en cualquier caso no tiene pérdida.

DS: Estoy aquí. Chiqui. Dónde estás? Dime que por subirte a otro barco.

DS: No te han llevado al otro puerto… Dios mío. Porque no me hiciste caso. No estás en este puerto Chiqui. ¿Dónde estás?

Lo llamativo son aquellos mensajes que siguen a estos porque hoy sabemos que serían posteriores al homicidio. En ellos se vería una clara intención de Daniel por fabricar una coartada.

Le escribió a Edwin -quien ya estaba diseminado en pedazos-: “Estoy muy, muy preocupado, hace horas que no te veo. Llevabas todas tus cosas, la plata, el móvil, voy a tener que llamar a la policía”. En otro mensaje posterior le puso: “Voy al hotel. Espero que estés ahí y que simplemente hayas perdido el móvil o la bolsa. Tengo miedo, había venido a buscarte a la playa que estuvimos antes porque era el lugar que conocías”. Nada de eso sirvió para quitarlo de la monstruosa escena que había protagonizado.

Confesó el 5 de agosto y, el domingo 6, Daniel reconstruyó junto con los detectives el día del crimen.

Paso a paso. Golpe a golpe.

El riesgo de la pena de muerte

El lunes 7 de agosto, después de declarar ante el juez, Daniel fue trasladado a la cárcel en la isla Koh Samui. La investigación lo apunta como el autor de un horrendo homicidio premeditado, de haber hecho desaparecer documentación ajena y de haber intentado ocultar las partes del cuerpo de su víctima. Daniel se defendió diciendo que esos artículos que compró en el supermercado y que utilizó tenían originalmente otra finalidad: hacer un videoclip de cocina para subir en YouTube en su canal Puro Disfrute. Por eso, para el juicio, se habría citado a la directora del hotel a quién él le habría pedido permiso para grabar dichos videos en la propiedad.

La familia, mientras, contrató al abogado Khun Anan.

El jueves 10 de agosto las autoridades hallaron en el celular de Daniel las amenazas de la víctima. También fotos y videos comprometedores que no se divulgaron hasta el día de hoy.

En el bungalow alquilado por ellos encontraron 80 mil dólares que, según la hermana de Edwin, eran del médico para comprar un aparato de cirugía.

El miércoles 16 de agosto la policía dio a conocer lo que sería el móvil del crimen. Relataron que Daniel iba a casarse con una joven y una de las ceremonias iba a ser en Indonesia y otra en Madrid. El motivo del homicidio habría sido para liberarse de las amenazas de Edwin quien le dijo que revelaría lo que pasaba entre ellos.

Los Arrieta también contrataron abogados: quieren justicia y acabar con los ataques postmortem a su familiar.

En Tailandia rige la pena capital. Algo que Daniel no pensó cuando decidió su brutal crimen. Si bien desde 2018 no se han llevado a cabo ejecuciones, desde que fue reinstaurada la pena de muerte en 1995, los condenados fusilados suman 50.

En el caso de los homicidios las condenas contemplan penas que van de los 15 a los 20 años de prisión, pero siempre y cuando no exista ensañamiento o premeditación. Este último supuesto podría ser en el que esté Daniel por la compra en el supermercado del día previo. El ticket podría ser su pasaporte a la pena de muerte.

El jueves 17 de agosto llegó a Koh Samui, Tailandia, la madre de Daniel, Silvia Bronchalo (hoy analista de inversiones), en completo estado de shock.

El 21 de agosto el número dos de la policía de Tailandia, Surachate Hakparn, dio a conocer los resultados de la autopsia y dijo a la agencia EFE que las evidencias indicaban que Arrieta no había muerto por el golpe como había dicho Daniel ya que los forenses habían establecido que falleció “cuando comenzó a cortarle el cuello”. Pero tampoco esto fue confirmado y las conclusiones de esa autopsia no están claras por ahora.

El 3 de septiembre arribó Rodolfo Sancho, junto a un equipo de abogados, después de haber pasado por Bangkok para diversos trámites.

Daniel recrea el crimen

La familia de Daniel hizo algunos movimientos estratégicos: se solidarizó con la familia de la víctima y le reconoció a la prensa saber que “Tailandia nunca ha ejecutado a una persona que no sea tailandesa. Vamos a confiar y a ver qué pasa”.

Están envueltos en el escándalo más horrible e impensado y las circunstancias los superan.

El lunes 4 de septiembre, el programa Y ahora Sonsoles emitió la recreación del crimen que Daniel Sancho había hecho con la policía tailandesa.

Ahí se ve a Daniel, con una remera azul de manga corta, traje de baño rosa y una gorra atrapando su melena rubia, representando fríamente su papel. Durante la misma, en la Bougain Villa # 5 (un departamento con cocina sobre el mar), el calmo joven se expresa en inglés y dice que antes del crimen estaba sentado en la cama, al lado de Edwin, conversando. Pide que sus manos sean liberadas para poder dar mejores precisiones de los movimientos que había hecho aquel día. Refiere que, como ya lo ha confesado, Edwin quiere mantener relaciones sexuales.

“Estábamos hablando un poco de todo, lo que yo os he contado. Yo le dije que no quería, que lo sentía. Esto tiene que acabar. No quiero hacerlo más” a lo que el cirujano habría gritado “Tú eres mío”.

Edwin había empezado a desarmar su valija cuando Daniel lo ataca. Lo cuenta así: “Él estaba ahí. Me levanté y le di un puñetazo. Estábamos hablando y yo empecé a elevar mi voz y él también. Yo me levanté y él empezó a dar unos pasos hacia atrás. Yo empecé a hablarle más y le hice ¡bum! (dice por el puñetazo) Fue por aquí” y señala el lugar dónde le pegó en la mandíbula de un policía que representa a la víctima. Daniel y el policía que personifica a Edwin se mueven hacía el baño. Explica que ahí “él me agarró y me mordió y yo lo agarré y empujé y se golpeó”. Luego de darse contra la mesada de la bacha, Edwin cayó al piso y en “unos pocos momentos estaba lleno de sangre” aclara Daniel en el video. Dice no poder recordar si lo volvió a golpear varias veces más. Luego, refiere haberse sentado y haber esperado un buen rato antes de arrastrarlo hasta la ducha para que el agua “se llevara la sangre. Puse el agua caliente a tope para que la sangre no se coagulase y pegase (...) Lo dejé ahí y empecé a traer las bolsas, traje la sierra, traje el machete”. Sigue relatando Daniel, imperturbable, ya sin su gorra. Confirma que le sacó el reloj y la billetera y, cuando le hacen la pregunta por dónde comenzó a desmembrarlo, una policía le ofrece una especie de cuchillo para escenificar mejor. Él le pregunta si es necesario. Alguien dice que no y Daniel prosigue relatando que empezó por la mano. Fue colocando las distintas partes de Edwin en bolsas de residuos.

Cuando le preguntan dónde puso los restos de su amante y abren el freezer, Daniel parece descomponerse. Se sienta en la cocina y se toma la cabeza.

El 6 de septiembre Rodolfo y Daniel, padre e hijo, se encontraron en la cárcel. Al salir, el padre se mostró sumamente molesto con la prensa.

El 15 se conoce la carta que Rodolfo Sancho le había mandado a la hermana de la víctima, Darlin Arrieta, donde menciona que es “obvio, tuvo algún tipo de brote psicótico o que tenía alguna enfermedad mental que nunca había aflorado”. Frase nada ingenua y que señala a dónde apunta la estrategia de los letrados.

La existencia del video íntimo con el que el médico colombiano habría chantajeado a Daniel es para la defensa una tabla de salvación. Quieren esquivar la posibilidad de la pena de muerte. De todas maneras al ser extranjero, aunque se le impusiera esa condena, ésta podría ser conmutada por prisión. Pero no podría ser trasladado a España, dado que en su país no existe la pena capital. Daniel solo podría volver si obtuviese una pena a prisión aunque fuese perpetua. Pero, por ahora, todas son especulaciones sobre un juicio que no ha comenzado.

La novia y la mala sorpresa

¿Quién era Daniel Sancho antes de convertirse en homicida? Un joven que la pasaba más que bien y que tenía la vida resuelta. Desarrolló su carrera profesional como cocinero en Madrid, se desempeñó como chef en La Bohème, un negocio de catering, y era dueño de un restaurante especializado en hamburguesas, llamado Boogie Burgers, en el barrio de Malasaña. Además, contaba con su propio canal de YouTube, Puro disfrute, donde compartía recetas y tips de cocina. Fanático de los viajes, el surf y los paisajes exóticos, el cocinero estaba de novio desde hacía cinco años con Laura, quien tenía 28 años, era nieta de una figura prestigiosa del mundo del automovilismo y parte de una familia económicamente poderosa. Como su padre había muerto cuando ella tenía solamente 4 años, ella se había criado con su madre y su hermano.

Laura y Daniel enfrentaron, a lo largo de su relación, varias rupturas. Pero se dijo que tenían previsto celebrar una importante boda. Para Daniel hubiese sido un verdadero batacazo. Pero apareció la conflictiva figura del cirujano colombiano Edwin quien no encajaba, de ninguna manera, en ese casamiento ni en los planes de Daniel.

Desde el principio de todo el macabro suceso, Laura se mantuvo callada. La mudez tenía sentido: le habían asestado varios golpes letales. No solo tenía un novio infiel sino también que era un asesino capaz de cortar un cadáver. Una vez que su novio fue imputado, la joven madrileña que vivía con su familia en el barrio de Chamartín, se escondió de la prensa. La familia de Laura se dedicó a protegerla y a resguardarla de las miradas curiosas. Le prohibieron viajar a la isla para ver a Daniel y la recluyeron en Navacerrada. Lo cierto es que Daniel, en uno de los pocos reportajes que dió, en El Programa de Ana Rosa, dijo de Laura: “No va a esperarme y tampoco debe hacerlo. Que sea feliz”. También aseveró: “Soy culpable, pero yo era el rehén de Edwin” y aseguró que no había encontrado otra salida.

Lo cierto es que, en el último año del noviazgo, las cosas entre ellos venían funcionando a medias. La distancia que había puesto Daniel había enojado a Laura quien le reclamaba más atención. Meses antes del crimen de Edwin a Laura le habían llegado rumores de que su novio le era infiel con un hombre y ella había tenido que recurrir a terapia.

Para Laura, hasta ese momento, Daniel había sido el novio perfecto: buenmozo, de abdominales marcados, de buena familia y empresario culinario.

La morocha Laura tuvo que aceptar consejos y cerró sus cuentas en redes sociales. Lo borró todo. Desde su nuevo lugar de reclusión se dedicó a teletrabajar. Al comienzo de la difusión del caso, habría llegado a hablar con Daniel quien, desde la prisión, le habría pedido perdón. Luego, tomó distancia prudencial y, poco después, rompió definitivamente.

La familia de Laura salió a atajarse y a decir que la pareja había roto bastante antes de ese viaje de Daniel al país asiático. Nadie sabe con certeza sobre los vaivenes emocionales de Daniel y Laura. ¿Qué había ocurrido? ¿Había estallado una guerra por celos? ¿Edwin amenazó a Daniel con divulgar el romance que mantenían desde hacía casi un año para evitar un posible casamiento y eso terminó en sangre?

¿Quién es Alba?

Esta historia tiene algunos otros condimentos que la vuelven más intrigante todavía. Porque también se habló de una joven con quien Daniel habría tenido algo sentimental poco tiempo antes del homicidio y en el medio de sus peleas con Laura: Alba Diéguez. Esta influencer en redes sociales, con la que él iba a encontrarse supuestamente en Indonesia, se mostró dispuesta a colaborar con la policía porque conocía bastante a Edwin Arrieta.

Según Daniel él quería terminar su relación ocasional con Edwin. No quería mantener más relaciones sexuales con ese hombre porque tenía novia y pensaba casarse con ella. Pero ¿estaba realmente de novio en ese momento? ¿La joven en cuestión era Laura o podía ser Alba? ¿Es cierto que moría por Alba, pero se había querido arreglar con Laura? Quién sabe.

Retrocedamos un mes en el tiempo. En el mes de julio de 2023, Daniel viajó primero a Ibiza y a Formentera con amigos. Para algunos de ellos, él ya estaba distanciado de Laura y transitaba una de sus tantas rupturas. En las Islas Baleares Daniel coincidió con Alba Diéguez (sería con ella con quien pensaba encontrarse en Indonesia) y con Edwin (con quien se vería en Tailandia). Esas serían sus siguientes escalas de vacaciones antes de su regreso previsto a Madrid para finales de agosto, a dónde jamás volvió.

Sus amigos contaron que, en cada pelea con Laura, aparecía Alba. Bellísima, de largo pelo rubio, ojos claros y figura de modelo, Daniel tenía una relación muy estrecha con ella. Algunos creen que el chef estaba muy enamorado de esta mujer y que sería con quien pretendía comenzar un nuevo noviazgo.

Cuando salió a la luz esta nueva relación de Daniel, Alba también quedó envuelta en el escándalo del crimen. La joven decidió restringir sus redes a sus 16 mil seguidores y borró algunos de sus posteos con Daniel. Ella conocía a Laura con quien mantenía una relación tensa y a Edwin.

Las revistas del corazón españolas contaron que Daniel y Alba habrían tenido una dolorosa charla, pocas semanas antes del homicidio, donde él le dijo que no sabía si podría volverla a ver porque “estoy recibiendo amenazas”. Trascendió también que Edwin Arrieta tenía en mente comprar una casa en Barcelona a dónde vivir con Daniel.

El 31 de julio al arribar a Koh Phangan lo primero que hizo Daniel fue asistir a un combate de boxeo tailandés (Muay Thai). Es su deporte favorito y también lo practicaba en Madrid. Después, llegó Edwin.

Alba podría ser una de los testigos más importantes del juicio que se viene porque habría estado esperándolo en algún sitio cuando el crimen puso un stop a sus vidas. Ya veremos.

El abultado “sueldo”

Daniel, a sus amigos de toda la vida, siempre les había dicho que Edwin Arrieta era solo un posible inversor en sus negocios de hotelería y restaurantes. Jamás les reconoció que tuviera con él una relación homosexual. Se supo, durante la investigación, que el cirujano le pagaba a Daniel Sancho la friolera de 25 mil euros por mes a través de una cuenta que habían abierto en conjunto. Daniel poseía una tarjeta de crédito con ese tope al mes. Unos 300 mil euros anuales constituye una cifra abultada y llamativa. Daniel solamente admitió que Edwin le había dado unos 10 mil euros para su restaurante.

El cirujano se mostraba en su círculo íntimo como un hombre de mucha fe religiosa y, si bien era de origen humilde, había logrado construir una excelente posición económica. Era el sostén de toda su familia en Colombia. Viajaba mucho por trabajo a Chile y a otros países latinoamericanos y una lipoescultura la cobraba no menos de 5.000 euros. Se supo, además, que tenía ambiciones de abrir clínicas de cirugía estética en Madrid y en Barcelona. Pero parece que ningún familiar sabía de la existencia de esos exorbitantes pagos mensuales a su amigo español. ¿Era esa cuenta en común la génesis de un nuevo negocio que harían juntos o era otro tipo de retribución mucho más personal? El último gasto con esa tarjeta Daniel lo hizo en la isla tailandesa la misma semana del crimen.

Según una psicóloga española, consultada por el rimbombante caso Sancho, se podría estar hablando de “yachting”, una especie de “prostitución masculina en la que un hombre heterosexual sostiene relaciones con alguien de su mismo sexo a cambio de dinero”.

Defender el “no plan”

El juicio se celebrará entre el 9 de abril y el 3 de mayo de este año. La fiscalía tailandesa mantiene que el crimen del chef fue premeditado y podría pedirle la pena de muerte. La defensa, en cambio, sostiene que se trató de una muerte accidental provocada por una pelea previa entre su cliente y Edwin Arrieta. Daniel niega haberlo matado de manera premeditada y admite solamente el haber intentado deshacerse del cuerpo. En varias oportunidades su equipo de defensa pretendió pagar una fianza para su libertad condicional. No lo logró.

En enero de 2024 sus abogados españoles denunciaron, en una rueda de prensa, “irregularidades” de la policía de Tailandia en la investigación. Aseguran que Daniel Sancho estuvo “ilegalmente detenido durante 48 horas” y calificaron la reconstrucción de los hechos como “cavernícola” y “esperpéntica”. También aseveran que las autoridades engañaron a Daniel en su detención para que confesase el crimen al exhibir una “orden de deportación” a España. Según los abogados Marcos García-Montes, Carmen Balfagón y Ramón Chippirrás, la hipótesis del asesinato premeditado que sostienen los investigadores queda “descartada” porque previamente Daniel Sancho sufrió “una agresión” por parte de Arrieta y la prueba son las mordeduras que sufrió el chef. Su defensa busca que no sea juzgado por homicidio premeditado, lo que le podría acarrear la pena de muerte, sino por muerte accidental: “Todo esto da un vuelco el 21 de agosto, cuando la Policía dice que ha habido una pelea; la pelea excluye la premeditación y estaríamos ya dentro del homicidio, del que la propia Policía filtra diferentes videos con los que aseveran que hubo una riña. Hay imágenes que aportaremos, y que este hombre en un forcejeo cae hacia una bañera y casi se fractura el occipital, que es la causa de la muerte”, declaró García Montes.

En las listas de ambos lados hay unos 57 testigos. Una de ellos sería una joven colombiana que señalaría a Edwin como una persona posesiva al extremo lo que podría haber llevado a Daniel a tener “ese brote” violento.

Los padres del cirujano, que tienen más de 70 años, no viajarían a Tailandia para testificar en el juicio. Tampoco pueden hacerlo por videollamada porque no está permitido por la ley de ese país. La familia de Arrieta ha dicho claramente que ellos prefieren la cadena perpetua a la pena capital.

Las investigaciones periodísticas suelen aportar detalles curiosos. En esta nota hay uno: Edwin Arrieta adoraba la interpretación y una vez, allá lejos y hace tiempo, había actuado en una serie de televisión interpretando a un descuartizador. Tenebrosa coincidencia.

En el juicio se pondrán todas las cartas sobre la mesa y la justicia de ese país, que no es a la que estamos acostumbrados por estos lares, es la que decidirá sobre si el joven y blondo chef afiló su cuchillo con toda intención, y con un plan previamente trazado, para matar a su amante o si fue una pelea con piñas y mordiscones que terminó en accidente mortal.


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