César Sena se calza el estetoscopio y se pone a escuchar la espalda de un chiquito en el barrio Colonia Elisa. Es parte de una actividad de campaña en un centro de salud. Viernes 2 de junio, por la tarde, Cecilia Strzyzowski lleva apenas un par de horas muerta y su cuerpo sigue en casa de Emerenciano Sena y Marcela Acuña.
Mientras, la familia piquetera encara la agenda previa a las elecciones PASO. Es por eso que hay prensa, cámaras, militancia. Alguien le saca una foto a César mientras atiende. Le toma el perfil del lado izquierdo, se sube a redes, se sigue adelante.
El plan "disimular todo" de los Sena tuvo ahí su primera falla y, quizás, una de las más determinantes.
Porque la foto, que se volvió viral días después, muestra por primera vez las tres cicatrices en el cuello que tenía César, hechas apenas un par de horas antes. Son tres líneas, de entre 4 y 7 centímetros, compatibles con "regueros ungueales", el nombre técnico que tiene la causa para describir heridas hechas con las uñas.
Para los fiscales se las hizo Cecilia intentando defenderse de lo que creen fue un estrangulamiento por atrás, una técnica de artes marciales que terminó con la muerte de la chica. Un crimen sin sangre.
Las heridas en el cuello de César son una de las pruebas más fuertes que tiene la causa y de las que más comprometen al menor de los Sena como autor material del crimen. Esta primera suposición, surgida de las sospechas en redes sociales tras la viralización de la foto, quedó aún mucho más asentada con la presentación del pedido de prisiones preventivas, donde la declaración de tres testigos comprometen aún más al joven.
El expediente reconstruye los movimientos de César (19) en base a las cámaras que están frente a casa de los Sena, a testigos y al registro de su teléfono celular, que aparece tomado por distintas antenas.
Allí indica que llegó a casa de sus padres junto a Cecilia (28) a las 9.14 del viernes. César luego salió solo a las 10.46 y se dirige al Barrio Emerenciano, donde estaban sus padres y el chofer Gustavo Obregón. Luego volvió a su casa a las 11.41. Sus padres llegaron a las 12.16. En ese momento, creen los fiscales, se produjo el femicidio. César salió del domicilio a las 13.01.
Desde entonces y hasta las 18.52 César se fue nuevamente de la casa. Encaró para la actividad de Colonia Villa Elisa, ubicada a 80 kilómetros de Resistencia. Lo hizo acompañado de Melani Maksimchuk, una enfermera, y Rita Romero, una colaboradora estrecha de la familia Sena que aparecía segunda en la lista de diputados provinciales que encabezaba Emerenciano. Las dos declararon en la causa.
Los testimonios de ambas colaboradoras son fundamentales, porque ambas refieren que César ya tenía esas tres marcas en el cuello. Pero a las dos mujeres les brindó explicaciones distintas.
Según testificó Rita, César le dijo que esas marcas se las hizo practicando MMA (Artes marciales mixtas), uno de sus hobbies. A ella le llamó la atención. Según explica, ella es profesora de educación física y sabe que "en ese deporte no te dejan usar las uñas largas", según cuenta.
Toda esa información la reportó a Acuña, quien le había pedido minutos antes que le sacara información a César porque "lo veía raro". En ese plan de espía, Rita le preguntó por Cecilia. "Estamos separados hace un mes", respondió él, quien afirmó además que estaba viviendo con unos amigos.
Rita y César volvieron rumbo a la casa de Santa María de Oro, donde ya estaba Obregón trabajando en el plan para desaparecer el cuerpo. César le pidió al chofer si podía llevarla a Rita a la casa y se quedó ahi, según declaró ante los fiscales.
Quizás porque se descuidó, o porque le tenía más confianza, a Melani César le dio una versión distinta de los rasguños en el cuello. "Discutí con Cecilia y me tiró con todo lo que tenía adelante", blanqueó. Fue en el momento que la había pasado a buscar por su casa, antes de ir a levantar a Rita.
A Melani, además, le dijo que la discusión había sido por dinero, que le había pedido una plata que él no tenía. César vio a Melani el sábado 3 a la mañana, donde se juntaron a charlar y se abrió un poco más. Le dijo que la relación con Cecilia no iba más porque "hubo golpes" en el medio. Ella le aconsejó que se separara para que el tema no pasara "a mayores".
Hay un testimonio más en la causa que resulta clave y es el de Obregón. El chofer, quien fue convocado por Acuña para deshacerse del cuerpo y fue el primero en quebrarse, declaró en tres ocasiones. La información que brindó permitió el hallazgo del dije y unos restos óseos que, se presume, son de Cecilia.
El 28 de junio se acercó a ampliar su declaración indagatoria y contó que había visto a César cerca de las 11 de la mañana del viernes, en la ventana donde se había acercado al Barrio Emerenciano y Cecilia seguía viva. "En ningún momento noté que él tuviera algún tipo de herida o marca", señaló. Esto permite acotar mucho más el lapso en el que se habrían producido las marcas.
La foto del estetoscopio sirvió además para para alertar a la familia sobre las mentiras de César. Y es que, durante las horas y días posteriores al crimen, Sena utilizaba los celulares de Cecilia y el suyo para enviar mensajes a Gloria Romero (madre de la chica) en los que simulaba estar en Buenos Aires primero y en Ushuaia después.
Este engaño funcionó entre el viernes 2 y el lunes 5, cuando dos personas se acercaron a la casa de Gloria para advertirla que habían escuchado que "algo le había pasado a Cecilia". Esos informantes secretos todavía son materia de investigación y uno de los misterios que todavía rodean la causa.
Cuando Gloria empieza a alertar por redes sociales de la desaparición de ambos, varias personas le reenviaron las fotos de las actividades de campaña de César durante el fin de semana. Él no estaba en Ushuaia como decía.
César estuvo también en un guiso militante ese viernes por la noche y en un boliche el sábado. Y entre las fotos que se compartían, apareció la del estetoscopio y el rasguño. Había algo que no cerraba. Un par de días más tarde, el jueves 8, César se acercó a declarar como testigo ante el fiscal que investigaba lo que hasta ese momento era una desaparición.
La fiscalía pidió peritar esas heridas y encontraron que también había una marca en el puño derecho. En la teoría que tienen de la mecánica del crimen, creen que César le realizó una técnica a Cecilia por la espalda, similar a una que ya le había hecho el 3 de mayo durante una pelea de pareja, según relató la joven a un confidente.
Esas marcas coincidirían con los esfuerzos que hizo Cecilia para evitar la muerte. Le agarró la mano para sacárselo de encima, lo intentó apretar del cuello.
"Quizás nunca sepamos lo que pasó dentro de esas cuatro paredes", le confiesa una fuente a Clarín. Es que dependerá únicamente de los intentos de los acusados por construir una versión que los exonere. Sin el cuerpo para periciar, las pruebas se están construyendo en base a los teléfonos celulares.
El movimiento de los aparatos permitió determinar que luego del horario del crimen, los celulares de César y Cecilia comenzaron a moverse juntos. Así lo determinan las antenas de telefonía móvil que tomaron los puntos por los que se movieron los aparatos.
Pero desde el equipo de la querella esperan poder encontrar información más sólida que les ayude a reconstruir los movimientos de esa ventana de tiempo. Es por eso que van a pedir una pericia que ayude a delimitar con mayor precisión cómo fue el movimiento de los aparatos dentro de la casa durante ese lapso.
"Imaginate un mapa de la casa, donde vas viendo cómo los puntos se mueven a cada hora. Eso nos podría ayudar a entender dónde estaba cada uno de los Sena y cómo se dieron las cosas", cuentan a este diario.
Eso ayudaría a comprender mejor el rol de cada uno. En su declaración indagatoria, Emerenciano Sena (58), papá de César, dijo que llegó a la casa y subió al primer piso a dormir una siesta hasta las 16, que no se enteró de nada. Marcela Acuña (51), mamá del joven, también dijo lo mismo, que llegó y lo siguió. El crimen se habría cometido en planta baja.