Los murciélagos, los únicos mamíferos que pueden volar, están en la mira de la humanidad tras las emergencias de salud pública que golpearon al mundo durante las últimas dos décadas. Porque algunas de las 1.400 especies de murciélagos pueden ser reservorios naturales de virus con potencial pandémico.
Tres estudios científicos han permitido saber cuáles son algunos de los coronavirus que infectan a las especies de murciélagos que habitan en la Argentina. Por el momento, no se han detectado en el país la presencia de “betacoronavirus”, que son precisamente el género de coronavirus que han dado lugar a pandemias. El SARS-Cov-2 que causa la enfermedad COVID-19 es un betacoronavirus.
Los trabajos realizados sí han detectado otro género de coronavirus que hasta ahora no ha generado epidemias o pandemias que impacten en los seres humanos. Hallaron la presencia de alfacoronavirus. Igualmente, los investigadores consideran que esos resultados no implican que haya que relajarse con la vigilancia de virus en la vida silvestre.
Los resultados de los tres trabajos ayudarán a desarrollar esa vigilancia de patógenos. Porque la fauna silvestre puede estar en contacto con los seres humanos. Sus patógenos pueden saltar a otras especies. También los estudios visibilizan la importancia de proteger a los murciélagos para que puedan permanecen en sus hábitats sin ser perturbados por el avance humano.
Una de las investigaciones fue publicada la semana pasada en la revista especializada Archives of Virology. Fue liderada por las científicas Carolina Torres y Ana Bratanich, de la Universidad de Buenos Aires y del Conicet.
“Quisimos tener una radiografía de la presencia de los coronavirus en el país”, contó la doctora Bratanich. Obtuvieron 457 muestras de murciélagos y roedores del Norte y el Centro.
Las muestras se recolectaron en 2020 y 2021 en la región de las Yungas en la provincia de Jujuy y la región noreste de la provincia de La Pampa. Se eligieron para el muestreo edificios en ruinas, minas de hierro abandonadas y galpones de almacenamiento de cereales en zonas rurales o en las afueras de las ciudades donde había nidos de diferentes especies de murciélagos.
Al analizar las muestras, se detectaron secuencias de alfacoronavirus en tres grupos de murciélagos. “No detectamos betacoronavirus en los murciélagos estudiados”, señaló Bratanich. Pero como se trató de un número limitado de muestras y de lugares evaluados, reconoció que no puede excluirse la presencia de betacoronavirus en el país.
También el equipo científico reveló que el análisis filogenético mostró relaciones de parentesco de los virus de los murciélagos de la Argentina con los alfacoronavirus que se han encontrado en Brasil.
En tanto, otra investigación sobre murciélagos y coronavirus se llevó a cabo en la provincia de Santa Fe. Contaron con un subsidio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
La científica Adriana Giri, directora del laboratorio de Virología Humana de IBR del Conicet en Rosario y sus colaboradores presentaron los resultados en diciembre pasado durante las Jornadas de la Sociedad Argentina de Virología.
“Desde hace varios años estamos estudiando la presencia de virus en murciélagos. En 2017 habíamos caracterizado virus de ADN en esos animales. En 2019, antes del inicio de la pandemia de COVID-19, habíamos empezado a buscar virus de ARN en murciélagos”, recordó Giri.
Han tomado muestras de heces de murciélagos en tres sitios en Santa Fe. Uno de los sitios es la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario (UNR), ubicada en el macrocentro de la ciudad de Rosario.
El segundo sitio de muestreo está ubicado en una ciudad de la periferia de Rosario, Zavalla. El tercero es la reserva ecológica de la Universidad Nacional del Litoral.
“Hasta el momento, pudimos identificar y caracterizar el genoma de tres coronavirus distintos en los murciélagos de la colonia de la Facultad de Derecho de la UNR. Todos pertenecen al género Alfacoronavirus, que están relacionados al resfrío común”, explicó. Se obtuvieron los genomas completos de los virus mediante enfoques metagenómicos que se basan en secuenciamiento profundo y análisis bioinformático.
En el sitio de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario, los murciélagos que fueron identificados con los coronavirus son migratorios. Son hembras de murciélagos que llegan al lugar a parir en la primavera y se van al final del verano.
“El estudio aún continúa. Porque sirve para tener una foto de los virus que albergan los murciélagos de nuestra región como reservorios naturales. De esta manera, se contribuye a la vigilancia para estar atentos a la posibilidad de que haya virus que puedan causar brotes epidémicos en humanos”, comentó Giri.
Aunque enfatizó: “No hay que alarmarse por los virus presentes en murciélagos. En algunos casos, como la colonia de Rosario, están cerca de las personas pero no constituyen una amenaza a la salud pública. Solo hay que informarse”, dijo.
Tampoco el grupo de investigadores del Instituto de Ecología, Genética y Evolución, del Conicet y la UBA y el Instituto ANLIS/Malbrán, halló betacoronavirus en un estudio sobre muestras de murciélagos de 6 jurisdicciones: Ciudad de Buenos Aires y las provincias de Buenos Aires, Río Negro, Neuquén, La Pampa, y Chubut.
El trabajo fue publicado en la revista Microbiology Spectrum de la Sociedad Estadounidense de Microbiología. El primer autor, Diego Caraballo, contó que se analizaron muestras a partir de murciélagos que llegan a áreas de zoonosis de las 6 jurisdicciones.
“Descubrimos que dos linajes diferentes de alfacoronavirus co-circulan entre los murciélagos Molossus (que es muy frecuente en las ciudades) y Tadarida”, afirmó el biólogo. “Detectamos también que hubo un salto de alfacoronavirus entre ellos”, agregó.
También informaron que el género de murciélagos Myotis funcionaría como reservorio de la diversidad de coronavirus y, como tal, es un hospedador clave. “Contar con estos nuevos conocimientos permite que en la Argentina se sepan cuáles son los virus que están en los murciélagos y forma parte de la preparación ante el riesgo de futuras pandemias”, resaltó Caraballo.
En la Argentina, hay 68 especies descriptas de murciélagos. En América Latina, serían unas 400 especies, y se estima que aún hay más virus por descubrir en los murciélagos.
“La vigilancia de virus en murciélagos es una herramienta clave para prevenir y llegar a detectar tempranamente a los patógenos con capacidad para generar brotes. Son estudios interdisciplinarios desde el paradigma Una sola salud, que conecta la salud animal y humana”, dijo Humberto Debat, investigador en virología del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) e integrante de Proyecto País, el consorcio de vigilancia genómica del coronavirus del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
“Por el momento, solo se ha confirmado la presencia de alfacoronavirus en los murciélagos. En el futuro, se podrían hacer más estudios de genoma completo de los virus en todo el territorio para fortalecer la vigilancia de zoonosis”, comentó Debat.
“Por el momento, solo se ha confirmado la presencia de alfacoronavirus en los murciélagos. En el futuro, se podrían hacer más estudios de genoma completo de los virus en todo el territorio para fortalecer la vigilancia de zoonosis”, comentó Debat.
Los murciélagos son reservorios naturales de diversos virus. Generalmente no se enferman. Su sistema inmune los protege, aunque sí pueden enfermarse cuando adquieren el virus de la rabia.
Más allá de que pueden ser reservorios de virus, los murciélagos son necesarios en sus ecosistemas para los demás seres vivos que habitan el planeta. Por ejemplo, controlan plagan al comerse insectos que son perjudiciales para cultivos o para la salud humana o polinizan plantas de importancia comercial.
Aunque los betacoronavirus derivados de murciélagos estén involucrados con las últimas emergencias de salud pública como el COVID-19, hoy la investigación científica apunta a la responsabilidad de las actividades humanas que favorecen los saltos de virus entre especies.
Raina Plowright, ecóloga especializada en enfermedades de la Universidad de Cornell en los Estados Unidos y coautora de un reciente artículo en la revista Nature, señaló que la presión ejercida sobre los murciélagos por el cambio climático y la invasión del desarrollo humano han aumentado la frecuencia de los saltos de virus desde los murciélagos a las personas y causan enfermedades zoonóticas.
”Los saltos de virus entre especies son el resultado de una cascada de factores de estrés: se despeja el hábitat de los murciélagos, el clima se vuelve más extremo y los murciélagos se desplazan a zonas habitadas en busca de alimento”, explicó Plowright.
Por su importancia ecológica, no hay que estigmatizar a los murciélagos: son necesarios y no traen mala suerte como dice un mito que aún circula.
“Los murciélagos no ingresan generalmente en los espacios cerrados de los humanos. Es al revés: los humanos se meten en los espacios de los murciélagos”, aclaró la doctora Giri.
Si una persona encuentra un murciélago herido, no lo debe ni tocar ni matar, recomendó. Si ingresa en un domicilio, hay que llamar a la autoridad local que corresponda.
“Los murciélagos cumplen un rol en el mantenimiento de las funciones vitales de los ecosistemas -señaló la científica de Rosario. Pero todavía tienen mala prensa lamentablemente”.