Tuvieron que pasar 1.267 días para que Belgrano pudiera salir del ostracismo que significó caer a la Primera Nacional. Tuvieron que pasar 1.267 días para que sus hinchas pudieran desahogarse después de tantas emociones contenidas. La alegría desborda en San Nicolás, en Barrio Alberdi, en el Patio Olmos y en cada rincón de Córdoba.
Las lágrimas, los abrazos y las sonrisas se hacen presente una vez más, como aquella vez en cancha de River, cuando dio el golpe de salta a Primera en el Monumental y mandar a un gigante al descenso. El valor es el mismo, la fiesta también: un ascenso y el retorno a la Liga Profesional tras tres años de angustia, frustraciones, ilusiones y un sueño hecho real. ¡Salud, campeón!
El Pirata no dejó dudas de que fue el mejor equipo de toda la temporada. Sufrió muchísimo pero lo demostró frente a Brown de Adrogué y también lo hizo desde el inicio del año, cuando tomó la punta del torneo en la primera fecha y no la soltó nunca más. El equipo aceptó la chapa de candidato, se la colgó y fundamentó ese mote de principio a fin. Es cierto que su juego no fue el más vistoso, que no será recordado por la superioridad futbolística, pero sí por su determinación, su compromiso por conseguir el objetivo, su entereza para superar los pequeños bajones, su entrega constante y su hambre de gloria.
Guillermo Farré, en su primera experiencia como entrenador, le imprimió su selló al Celeste, le devolvió parte de su ADN y lo llevó otra vez a lo más alto del fútbol argentino, tal como lo hizo en su etapa de jugador convirtiendo uno de los goles más valiosos de la historia del club. El nacimiento de este prócer no lo pudo hacer sin un grupo de jugadores que se unió en pos del bien común, dejando los egos de lado y poniendo el objetivo colectivo por delante.
Cada uno aportó su granito de arena, cada uno tuvo que poner la cara en diferentes momentos para empujar de atrás y dar la vuelta a falta de dos fechas para la finalización de un campeonato durísimo, tan exigente como largo, tan complejo como extenso en su recorrido. Nahuel Losada puso las manos en el fuego y nunca se quemó, Alejandro Rébola dio toda su experiencia para una defensa sólida, Santiago Longo metió su juventud al servicio del equipo, Pablo Vegetti se cansó de convertir goles y Joaquín Susvielles aguardó su momento para ser el artífice del ascenso y poner el 3-2 ante el Tricolor.
Quizá el Guille nunca encontró un 11 de memoria, lo que le da mucho más valor al logro obtenido. Pese a los constantes cambios que realizaba fecha tras fecha, el plantel se supo adaptar a las exigencias de su técnico, a las diferentes estrategias y a esperar los momentos de cada uno.
El empuje y la ilusión de todo un pueblo hizo que el encuentro se mudara, le dio la posibilidad a un grupo selecto de estar en San Nicolás, donde la fiesta empezó pero no va a terminar. Belgrano es de Primera.