Con actitud, porque poco fluía el fútbol. Con compromiso, como el que mostró Luis Advíncula, lesionado, renegando del consejo de los médicos que le recomendaban salir. Con ese plus que hay que tener en la Copa Libertadores, Boca venció a Colo Colo y se clasificó a los octavos de final. La Bombonera, que en la etapa inicial había bajado un mensaje de alta tensión desde las tribunas, lo reconoció en el final. Con aplausos y aliento. Se cumplió el primer objetivo en la búsqueda de la séptima. Y los hinchas se ilusionan.
Sufrió Boca no tanto por la pericia de los chilenos sino por las bajas que sintió durante el partido. Luca Langoni y Miguel Merentiel –jugó cuatro minutos- salieron lesionados. Advíncula terminó dejando la piel, pero con un tirón en el isquiotibial de la pierna derecha. Frank Fabra también se lastimó. Y Colo Colo, con los cambios y el impulso juvenil de Damián Pizarro (18 años), casi lo empata. Tuvo un mano a mano Jordhy Thompson y remató desviado. También, un notable cruce de Nicolás Figal cuando Pizarro quedaba mano a mano.
Boca tuvo una mayor cantidad de situaciones de gol que volumen de juego, sobre todo en la primera etapa. Si se toma en cuenta el ping pong de jugadas debió viajar al entretiempo en ventaja. Pero, claro, los méritos poco sirven si no se cristalizan en el arco rival. Más allá de esas cuatro veces que pisó el área de Brayan Cortés con sumo peligro, habrá que analizar el funcionamiento. Y en esos cuarenta y cinco minutos iniciales, quedó en deuda.
Lo dejó claro la gente. “Movete, Boca, movete; movete, dejá de joder”, se escuchó a partir de la media hora, cuando Colo Colo había empezado a preocupar más producto de los errores no forzados de los jugadores locales que por sus propias virtudes.
Tuvo problemas en la salida Boca por una buena presión de los chilenos, que llegaron hasta la Bombonera a bordo de un 3-4-1-2 con Leonardo Gil como enganche, pero encima de Alan Varela. Los dos atacantes, Marcos Bolados y Pizarro fueron inquietantes para los zagueros. Gustavo Quintero armó un equipo corto, intentó ser compacto, pero algún espacio dejó.
Entonces, Boca encontró el camino hacia Cortés con un par de ráfagas. Cuando se soltó Luis Advíncula como extremo o cuando se activó Cristian Medina, el volante más claro y dinámico del equipo. El peruano aprovechó un cambio de frente de Frank Fabra para sacudir con el pie derecho. Entre el arquero chileno y el palo ahogaron el grito popular.
Después, volvieron a combinar Advíncula y Fabra, pero Luca Langoni definió mal. El pibe no pudo seguir. No era titular desde el 12 de abril, casualmente el día del debut de Jorge Almirón. Le dejó su lugar a Oscar Romero. Y aunque al paraguayo le costó adaptarse a la vorágine que proponía el partido, terminó generando dos situaciones muy nítidas. Fue en el final del primer tiempo, cuando recibió un pase de Medina. Cortés tapó el mano a mano. Y un ratito después, Benedetto le sirvió el gol; el tiro del “10” guaraní superó al arquero, pero en la línea salvó Alan Saldivia con una pirueta.
Cortés fue la gran figura del primer tiempo, también con otra gran atajada frente a Medina, que pisó el área tras un pase de Advíncula. Boca golpeaba, pero no noqueaba. Con irrupciones individuales y poco nivel colectivo. Pol Fernández tuvo altibajos.
En el segundo tiempo, Boca se llevó por delante a Colo Colo. Advíncula, Romero y Weigandt armaron un golazo. El Chelo ejecutó un remate extraordinario con el revés del pie derecho y dejó sin chances a Cortés.
En ventaja, Boca fue por más. Almirón sacó a Benedetto y Varela para darle mayor agresividad con Merentiel y Equi Fernández. El uruguayo salió muy pronto y Luis Vázquez no está en su mejor nivel. Así y todo, pudo hacer un gol, pero se encontró con una gran respuesta de Cortés.
Boca resistió. Con garra y corazón, suplementos necesarios en el fútbol. A esa altura, había que ser inteligente. Colo Colo equilibró desde la tenencia, pero no tuvo profundidad. Y la explosión del final encontró felices a los hinchas. Su equipo es el primer representante argentino en conseguir el pasaje a la próxima fase de la Libertadores, esa obsesión azul y oro.
