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¡GOLPAZO!

Boca perdió y la Bombonera despidió otra vez al equipo con silbidos

Colón le ganó bien, con goles de Wanchope Ábila y Teuten al principio y al final. Había empatado Óscar Romero. El nuevo DT xeneize tiene mucho trabajo por delante.

Boca perdió y la Bombonera despidió otra vez al equipo con silbidos

Boca se cae a pedazos. En lo anímico, en lo futbolístico, en lo individual y en lo colectivo.

Ayer, otra vez en la Bombonera y ante una multitud, el equipo jugó desconcertado, desordenado y perdió ante Colón, sobre la hora. Cayó por 2-1 como local -no gana hace tres encuentros- ante un rival que estaba último en la tabla -llevaba 11 partidos sin ganar-, que jugó a protegerse y que aun así se llevó el premio grande porque supo aprovechar los horrores defensivos de un equipo que cambia apellidos en todas sus líneas pero que no arroja ninguna solución. Ahora, el timón lo tomará Jorge Almirón. ¿Será esa la solución?

El gol al minuto de juego fue una seguidilla de errores defensivos a la salida de un lateral: Equi Fernández no apretó a Perlaza, Valentini perdió fácil con Pierotti y Sández cerró hacia adentro para habilitar a Wanchope Ábila, quien pidió perdón a la Bombonera por su gol.

De ahí en más, el equipo tuvo la pelota mucho más por decisión del rival de prescindir de ella que por su habilidad para recuperarla. Pero se repitió en pases entre Valentini, Sández, Equi Fernández y Medina, todos juveniles del club que son reclamados en las redes sociales como salvadores de turno pero a los que aún les cuesta hacer pie con firmeza en un escenario de presión.

Todo ocurría muy lejos del arquero visitante, quien apenas tuvo que trabajar algo extra con un remate fuerte de Briasco desde fuera del área y algún cabezazo forzado. Poco más, pese a que el trámite se tiñó de azul y amarillo con un equipo alternativo, con muchos de las Inferiores, distinto al que se estrenó en la semana por la Copa Libertadores en Venezuela.

Los otros (pocos) intentos fueron débiles y desviados disparos desde lejos de Óscar Romero. Fue repetitivo el paraguayo y solo por esa insistencia fue que, con un desvío, pudo igualar un partido en el segundo tiempo.

 Para entonces Herrón ya había necesitado de Frank Fabra -dejó con la cancha con dolor en su rodilla derecha y hay preocupación por lo que puedan arrojar los estudios- y Sebastián Villa, tan desequilibrante como errático en sus intervenciones. Una combinación que desde hace tiempo a Boca ya no le da resultado: el colombiano no convierte desde octubre de 2022. Langoni, para colmo, arrastra dolores desde hace un par de partidos y luce con una marcha menos en la explosión que se le conoce desde que subió a Primera. Y a Orsini parece acabársele el crédito en cada minuto que está en el campo de juego.

¿Qué pudo observar Jorge Almirón desde su palco en la Bombonera? Que a su idea de juego (versátil desde hace tiempo, no afirmada en un fundamentalismo que confesó en su momento que tuvo) deberá ajustarle piezas porque Boca sigue defendiendo muy mal, descoordinado, sean quienes sean los intérpretes de turno (a Marcos Rojo le restan aún semanas para estar a disposición).

Cuando ataca, sin criterio pero con desesperación cuando es local, se expone a que los rivales lo lastimen incluso cuando invierten pocas energías para ello. Y el mediocampo, otra vez, quedó bajo la lupa. Porque no funciona cuando están Pol Fernández, Varela y Juan Ramírez y juega igual de mal cuando los apellidos que lucen son Medina, Equi Fernández y Romero. Y ahí ya se probó con Payero, con un doble cinco, con cuatro volantes. Nadie lo resuelve. El trabajo del nuevo DT, sobre todo, tendrá que estar en ese núcleo central porque sino Boca queda partido entre una defensa endeble y un ataque sin ideas. Por eso por momentos deambula por el campo de juego y nunca (o pocas veces) impone condiciones.

También el ataque será un ítem para detenerse para el flamante entrenador. Porque la fragilidad física de Darío Benedetto (otra vez ausente por una sobrecarga, pese a que jugó cinco partidos menos que sus compañeros por estar sancionado en el inicio de la Liga Profesional) no le ofrece garantías sobre su punta ideal. Y a Miguel Merentiel, con menos recursos técnicos pero con el doble de desgaste e intensidad que Pipa, hay que abastecerlo mucho más. ¿Quiénes? Los dos extremos están en revisión, a la espera de la recuperación de Exequiel Zeballos, lesionado desde hace tiempo. Y a Briasco todavía la confianza le alcanza para apariciones, pero no para imponerse en el once.

El planteo de Colón fue lógico por su presente angustiante desde los puntos. Se paró con dos líneas de cuatro bien ajustadas e incluso destinó a cuentagotas la proyección ofensiva en Baldomero Perlaza (con muy poco fue el mejor) alguien que suele estar bien cerca del círculo central para cooperar. Tuvo fortuna en esa parte del plan inicial, con un gol que le cayó del cielo y que le permitió refugiarse bien cerca de su área. Algo que empezó a romper en el segundo tiempo, cuando aprovechó que el cansancio se hizo presente en un equipo que había jugado el jueves a última hora en Venezuela y que había tenido un viaje agotador.

Por eso, lejos de lo que se pensó cuando Romero puso el a 1 a 1, jamás sufrió una asfixia de Boca ni una situación de riesgo. Se limitó a controlar a los lanzadores, cerró filas para que el embudo fuera desde el mediocampo y ahogó a los de Herrón en su propia falta de ideas. Y encima, sobre la hora, se animó a un pase cruzado e ir por un triunfo histórico. Lo encontró el uruguayo Teuten porque Boca está débil, frágil, perdido.

Las reprobaciones individuales de hace unas semanas se profundizaron. Y cuando la salida de Hugo Ibarra, para muchos, parecía el mejor de los caminos, ahora los futbolistas de Boca se enfrentan a un nuevo desafío: el técnico nuevo, con sus herramientas de trabajo, ya está a disposición. Y ahora, saben todos, los que siguen en la línea de responsables son los que se mueven en el campo de juego.


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