En el estadio del Osasuna de España, la selección argentina se floreó ante Estonia: le ganó 5-0 con cinco goles de Lionel Messi y cerró con una sonrisa la ventana FIFA en la que además obtuvo La Finalissima, la Copa en la que, como campeón de la Copa América, superó 3-0 a Italia, el vencedor de la última Eurocopa.
Scaloni usó el duelo como plataforma de prueba y realizó ocho cambios con respecto a la formación que se impuso a la Azzurra: solamente Messi, Rodrigo De Paul y Nahuel Molina repitieron entre los que actuaron desde el inicio en Londres. Pero todos jugaron en El Sadar como si fuera un duelo oficial. Y eso se reflejó en el resultado... Y en la cuenta personal de Messi.
El partido comenzó con pleno control de Argentina, a partir de la actividad de De Paul, Papu Gómez y Messi. Las llegadas no se hicieron esperar. En los primeros suspiros, Julián Álvarez estuvo a punto de conectar un centro rasante en la boca del arco y el capitán tuvo un tiro libre bien perfilado que pegó en la barrera. Hasta que a los 6 minutos Estonia le cometió un penal absurdo a Pezzella, quien recibía de espaldas y encerrado contra la línea. Y Messi, 60 segundos después, cambió la infracción por gol: 1-0.
Tras la apertura temprana del score, lo esperable era que Estonia saliera a buscar un poco más: no sucedió. Por el contrario, priorizó el orden, la búsqueda de evitar que la Albiceleste hallara pase entre líneas. En consecuencia, el desarrollo se convirtió en un toqueteo con escasa profundidad del seleccionado argentino, al que le costó encontrar grietas. Cada vez que intentó cambiar el ritmo, o no halló precisión, o chocó con la barrera adversaria.
Entonces, las principales acciones de peligro llegaron con remates de media distancia. Alexis Mac Allister a los 14 minutos, Messi a los 37 y Nahuel Molina a los 39 merodearon el grito con intentos que pasaron apenas anchos. Y un par de pases de la Pulga, cuando retrocedió y consiguió panorama, dejaron a compañeros cara a cara con el arquero, pero apenas en offside.
Hasta que a los 44 se combinaron De Paul con el Papu Gómez, y el ex Arsenal y San Lorenzo dejó a Messi cara a cara con el portero. Y el hombre del PSG no perdonó: con una resolución alta y potente firmó el 2-0.
La Albiceleste salió con fiereza al complemento y golpeó enseguida: al minuto, Nahuel Molina habilitó a Messi para su ingreso como N° 9: fue su conquista N° 84 (cerraría el día en 86) con la casaca del seleccionado. Y las jugadas de riesgo cayeron como en cascada. Casi inmediatamente, Igonen tapó un mano a mano ante Álvarez, y De Paul le hizo viento al palo derecho del arquero con un remate rasante. Y la propia Araña tuvo otra oportunidad franca, tras cesión de Papu Gomez, pero su tiro le salió al medio y terminó en las manos del guardameta.
El partido le permitió a Scaloni seguir haciendo pruebas. Entraron Senesi, Dybala, Exequiel Palacios, Juan Foyth de N° 5... Pero el control no cambió nunca de manos.
Y el show de Messi fue sumando actos de altísima factura. A los 25, corrió una pelota que recuperó Molina y de la que salió herido Palacios, mientras todo Estonia esperaba la sanción. El rosarino, de 34 años, se metió en el área observando con el rabillo del ojo si lo frenaban. Como no sucedió, juntó a un adversario y al arquero con un enganche rompe-caderas y tocó al arco desguarnecido para el 4-0.
Era su primer póker en Albiceleste. Pero no se quedó con ese logro. Porque a los 30, tras un doble intento de Nicolás González y Álvarez, el balón volvió a sus botines, como si estuvieran imantados. Y firmó su quinto tanto, al que celebró solo con una sonrisa.