Marcelo Gallardo ha regresado a Argentina en un momento de profunda incertidumbre profesional y personal. Tras una temporada desafiante al frente del Al-Ittihad de Arabia Saudita, su futuro como director técnico permanece en el aire, mientras que el doloroso fallecimiento de Juan Berros, su representante de larga data, añade una capa de tristeza a su situación actual.
Berros no solo fue el representante de Gallardo, sino también un amigo cercano y un pilar en su carrera tanto de jugador como de entrenador.
Su muerte ha dejado un vacío en el mundo del fútbol, especialmente para Gallardo, quien se encontraba en Arabia Saudita cuando ocurrió la lamentable noticia. La relación entre ambos era más que profesional; era una amistad forjada a lo largo de los años, una que trascendía los negocios y el deporte.
La llegada de Gallardo a Argentina fue silenciosa; no hubo declaraciones a la prensa, un gesto que refleja su deseo de mantener este momento tan personal lejos del escrutinio público. Su regreso coincide con un período de decisiones críticas, no solo en términos de su carrera sino también en su vida personal. La partida de Berros significa que Gallardo debe enfrentar el futuro sin uno de sus consejeros más confiables y sin la persona que lo acompañó en cada paso de su exitosa trayectoria.
En el plano profesional, la salida de Gallardo del Al-Ittihad aún está por resolverse. Su último partido con el equipo resultó en una derrota ante Al Nassr, marcada por un doblete de Cristiano Ronaldo. Este resultado podría ser simbólico del fin de una etapa para Gallardo, quien ha sido sondeado por clubes de renombre, incluido el Milan. Sin embargo, su decisión de no continuar en el conjunto saudí para la próxima temporada parece estar casi confirmada.
