Apenas 19 días pasaron desde que la noticia que paralizó al mundo del tenis: Jannik Sinner había dado positivo en un control antidoping realizado en marzo de 2024, pero no había recibido ningún tipo de sanción, dado que el proceso se realizó de manera privada y con mucha velocidad para los estándares.
A partir de entonces, hubo críticas de colegas y mucha repercusión negativa por el tratamiento especial que había recibido el líder del ranking mundial. Y si bien el nacido en San Cándido había reconocido que había perdido la alegría de su profesión por todo lo que estaba padeciendo fuera de la cancha, logró salir adelante y concentrarse rápidamente en el US Open. Tanto es así que sumó siete triunfos seguidos en Flushing Meadows y se consagró campeón.
Del episodio con el aerosol que contenía clostebol, un esteroide anabólico que se utiliza para mejorar el rendimiento deportivo, a ser ganar su segundo Grand Slam de la temporada. Sinner vivió un sube y baja de emociones: pasó por momentos buenos y otros no tanto.
Fue visto de reojo en sus primeras presentaciones en el Abierto de los Estados Unidos y luego se ganó el apoyo de la gente. Incluso, en la final, momento en el que enfrentó a Taylor Fritz (12º), quien era la gran esperanza local para cortar una racha de 21 años sin campeones estadounidenses, fue bancado no solo por los Carota Boys (sus fanáticos que se visten de zanahoria) sino también por una buena porción del público que copó el Arthur Ashe Stadium.
Sinner volvió a mostrar sus credenciales como mejor del mundo: es el más regular del circuito, cuenta con una variedad de recursos para adaptarse a cualquier clase de partido (primero se impuso en el peloteo desde la línea de base y luego estuvo atento para descifrar las subidas a la red contrarias) y demostró ser capaz de reducir los errores.
Tomando la iniciativa en sus juegos del saque y tratando de imponerse desde la devolución, completó un encuentro casi sin fisuras. Salvo por algunas desconexiones que lo llevaron a fallar de más o por alguna seguidilla de segundos saques, el tano no sufrió ante un Fritz cuyas intenciones y estrategias fueron interesantes e inteligentes pero imposibles de concretar ante un rival difícil de presionar.
Un campeón que va por todo en este 2024
Los números hablan por si solos, dado que Sinner llegó a los seis trofeos alzados en lo que va de la temporada (Abierto de Australia, ATP 500 de Rotterdam, Masters 1000 de Miami, ATP 500 de Halle, Masters 1000 de Cincinnati y el US Open). Lejos de los problemas físicos que lo aquejaron en su momento, alcanzó una regularidad en el juego que ni Djokovic o Alcaraz pudieron lograr. Si bien los otros dos jugadores tocaron picos más altos en momentos determinantes, él pudo mantenerse en un mismo nivel. De hecho, se cuentan con los dedos de una mano los torneos en los que no dio la talla. Y con la consagración en Nueva York, se anotó -de paso- su segundo major en el palmarés.