La denuncia llegó a primera hora a la UFIJ N° 3 de Ezeiza, especializada en violencia familiar y a cargo de la fiscal María Lorena González. Y el nombre del denunciado, por presunto maltrato físico a sus hijos, hizo muchísimo ruido: Miguel Ángel Borja, el goleador y figura de River.
El llamado fue desde el Instituto Grilli de Canning, donde concurren de lunes a viernes los niños de 7 y 10 años, cerca de su casa.El menor fue el que le contó la supuesta situación a su maestra, que inmediatamente anotició a la directora, Valeria Goluza. Y el mayor habría respaldado lo que decía su hermano.
Ante la situación, rápidamente se tomó contacto desde la institución educativa con la Fiscalía, que abrió una averiguación preliminar y citó a la familia Borja, mientras el delantero de 31 años disfrutaba del día libre antes de volver a las prácticas con el plantel que dirige Marcelo Gallardo.
Allí intervino la especialista de la zona para este tipo de casos, la licenciada Laura Arnal. Ella fue quien entrevistó a todos los involucrados -padres e hijos, por separado- y no habría constatado la situación descripta por los menores.
Después de este paso fundamental, la fiscal González dispuso que los niños vuelvan sin impedimentos a la casa de los Borja en un country de Canning, a pocos kilómetros de donde habitualmente se entrena el Millonario. En paralelo, la familia ofreció testigos que estaban presentes en la casa y podrían ratificar que no sucedió absolutamente nada.
Por ahora, la causa sigue abierta y la fiscal tiene dos alternativas: o podría disponer medidas adicionales -como pericias-, para ver por qué los chicos dijeron lo que dijeron, o directamente archivarla y que quede en la nada. En tanto, el colombiano irá el miércoles al colegio a dialogar con las autoridades. En base a lo que suceda en el cónclave, evaluará si presenta alguna demanda por la situación vivida.