No hay secretos entre Tomás Etcheverry y Francisco Cerúndolo, al menos en los courts. Los jugadores argentinos, de 25 y 26 años, respectivamente, se conocen desde chicos. De hecho, se enfrentaron por primera vez en un torneo para menores de diez años, en Cariló. Aquel día, Cerúndolo ganó, y Etcheverry, que deseaba tener el trofeo (”Era el más lindo que había visto en mi vida”), lloró desconsoladamente durante varias noches. Incluso, su familia, al ver la angustia de Tommy, quiso que no jugara más al tenis.
Pero la historia de ambos siguió construyéndose entre raquetas y pelotitas. El US Open, último grande de la temporada, los enfrentó. Y fue el platense el que se impuso este miércoles, en un maratónico partido por la segunda ronda, con parciales de 6-3, 4-6, 6-4, 1-6 y 6-3. Un cierre impecable del N°33 del ranking, con tres aces y un saque ganador en el último game.
Tras la victoria frente a su compatriota, Etcheverry se medirá en la tercera rueda con el alemán Alexander Zverev (preclasificado N°4), que superó al francés Alexandre Muller en sets corridos. La particularidad del duelo entre los argentinos es que, en el contexto de un calor muy riguroso, el ganador tuvo que hacer una pausa para vomitar mientras esperaba el saque de Cerúndolo, cuando estaba 4-1 arriba en el último set. La otra curiosidad es que se apoderó del tercer set tras ganar el último punto sin una zapatilla, que se le salió justo cuando corría a la red para volear.
A propósito del clima -La temperatura máxima en Flushing Meadows alcanzó los 34 grados-, Etcheverry opinó: “Las condiciones eran terribles. De hecho, antes del partido nos dijeron que, según la nueva regla del calor, podíamos tener un descanso de diez minutos después del tercer set e ir adentro a tener un poco de aire, pero al final decidimos continuar”. También elogió a su rival: “Otra cosa difícil del partido: la realidad es que Fran juega un huevo a este deporte y tiene una de las mejores derechas del circuito; es muy difícil enfrentarlo. Fue un partidazo, estaba para cualquiera de los dos, pero en un momento pensé que se me escapaba en el último set, cuando arranqué break abajo”.
Etcheverry mandó desde el inicio con un gran rendimiento con el servicio: cuatro aces y un 84% de puntos ganados con el primer saque. En el octavo juego afrontó una oportunidad de quiebre que no dejó escapar para quedarse el set inicial (6-3). Poco después, en el tercer juego del segundo parcial, volvió a quebrar, pero esta vez el mayor de los hermanos Cerúndolo respondió de inmediato para igualar (2-2). La reacción del N°29 del mundo no quedó ahí: resistió con su saque a la amenaza continua de su rival en la devolución, salvando 10 de 11 oportunidades de quiebre concedidas y aprovechó las dos que tuvo para igualar el encuentro en dos sets. Sin embargo, Etcheverry insistió con su propuesta agresiva (42 tiros ganadores y 62 errores no forzados) y así consiguió el pase en un reñido choque que se decidió en el set definitivo.
“Cuando me descompuse, iba 4-1 y estaba a dos games, no faltaba tanto. Se podía complicar, obviamente, porque es tenis. Pero era un solo quiebre, tomé mucha hidratación y estaba bien, aunque con el calor podía pasar”, comentó el ganador en ESPN tras el duelo que resolvió con tres aces consecutivos (totalizó 23). “Pensé en jugármela en los saques, los quería tirar. Tengo mucha confianza en ese tiro, vengo haciéndolo bien en torneos anteriores y entrenamientos. Era un arma y pensé en utilizarla”, apuntó Etcheverry, que disputó este miércoles el partido N°25 de su carrera en un Grand Slam, categoría en la que tiene un récord de 14-11 hasta el momento. Su mejor resultado son los cuartos de final que alcanzó en Roland Garros 2023.