La última inundación develó un extraño fenómeno social que no ocurría desde el año 2002 aproximadamente: cada vez más gente cocina con leña. Gran parte de la población de Salta en situación de vulnerabilidad no está utilizando el gas envasado para cocinar.
A la extraordinaria suba de precios en los alimentos se le suma el precio de la garrafa que en muchos lados de nuestra provincia se disparó en estos primeros días de enero del presente año. En las plantas envasadoras de garrafas están a 8 mil pesos, pero por supuesto que hay que tener algún medio de movilidad para ir a comprarlas.
En los barrios, a medida que uno se aleja de las plantas, se va encareciendo aún más. Desde los 12 ó 14 mil en los negocios de Salta, hasta los 17 mil pesos en ciudades del interior de la provincia, como Tartagal.
Sucede que los precios de las garrafas de 10 kilos, en las envasadoras, tuvieron un crecimiento interanual que supera la inflación. De 1800 pesos que costaban en enero de 2023 se fueron a 8 mil en lo que va de 2024; aún no terminó este eterno enero.
Estamos hablando de una suba superior al 400 por ciento interanual. La inflación para los pobres siempre es mucho más alta y significativa respecto de los ingresos.
En los sectores más vulnerables de la ciudad de Salta ya ni piensan en la garrafa. En los comedores y merenderos comunitarios de los barrios piden donaciones de maderas para poder cocinar. Como es el caso del comedor comunitario de Daniela, en barrio 2 de Abril, donde un periodista anónimo, solidario y comprometido lleva desde hace años leña para que las 4 mujeres voluntarias brinden un plato de comida a la gente sufrida del sudeste capitalino.
"Pasamos de 120 a 180 personas que llegan para que les demos la comida. Esta suba no es de un año, es desde principio de mes, de este año. Y además tenemos un cuaderno con familias completas en lista de espera. Ya no tenemos más para dar y esperamos que más amigos solidarios nos ayuden porque la situación se volvió desesperante en estos 25 días de enero", dijo Daniela.
Las mujeres tienen un grupo de changuitos, que comen en el comedor, que están atentos a cualquier madera suelta, tirada y abandonada por la calle. Más la donación del periodista abogado tienen lo suficiente para cocinar.
"Si aumentamos la cantidad de gente para dar de comer, y la cantidad de ollas que tenemos que cocinar, vamos a tener que salir a buscar más leña y es posible que volvamos a esa experiencia del 2002 donde salíamos a desmontar los cerros de la zona", dijo Daniela.
Por la misma zona, pero en Primera Junta, Cristina tiene la donación regular de tarimas de una cervecera local. "Hace poco un amigo solidario me trajo un tubo de 45 kilos, que me dura unos 12 días, pero ya ni preguntamos de las garrafas de 10 porque es imposible. Nosotros pedimos madera, lo que sea, hasta con los cajones de verdura cocinamos. Yo tengo acopiado las tarimas que me donan y que es como oro porque sin eso no hay comida", dijo Cristina.
En la zona de La Silleta, las familias que trabajan en las fincas viven la misma situación; hasta 11 mil pesos pagan por una garrafa de 10 kg. "Nosotros pedimos plata y buscamos las ofertas de los mayoristas o supermercados (tengo que agradecerle a mi esposo que siempre anda mirando ofertas) para comprar yogures, leches y cereales para que se lleven a las casas porque eso no se cocina", dijo Jimena Calafiore que comanda un merendero.
"En enero no hay escuela y los chicos sufren la falta de la copa de leche. Son familias en las cuales ya se hizo habitual irse a dormir sin cenar. Y eso no está bueno para los niños ni los abuelitos", dijo Calafiore y cuenta que ya no compran garrafas. "Cocinamos todo a leña, la cocina a garrafa ya no se usa, tenemos un grupo de mamás y amigos solidarios que se portan muy bien, pero cada vez la situación es más crítica", dijo y como todas las otras mujeres aseguró que además de alimentos, mercaderías, vestimenta, calzados, carnes también piden leña o cualquier madera que se queme.