La actividad económica cayó 0,3% en septiembre, de forma desestacionalizada, contra el mes anterior. Pese a que venía de dos meses consecutivos de suba, los analistas afirman que el piso de la caída fue en abril y que la recesión terminó.
Hacia adelante, ven una recuperación heterogénea, según sectores, con una forma más similar a una “pipa de Nike”. Como principal desafío, alertan por la continuidad de la apreciación cambiaria.
Pese a la caída de septiembre que dio a conocer el Estimador Mensual de Actividad (EMAE), el presidente, Javier Milei, celebró el dato por dos motivos. Primero, porque lo que se ve es que viene “corrigiendo para atrás”. Las mejoras de actividad de 0,9% y 0,2% que el Indec había informado para julio y agosto pasaron a ser de 2,7% y 2,1%, respectivamente.
Por este motivo, el Presidente resaltó que la actividad ya se encuentra por encima de diciembre de 2023. “Al corregirse para arriba los meses previos, la serie desestacionalizada de septiembre quedó solo un 0,6% abajo de noviembre. Y está 1% arriba de diciembre”.
En las conferencias industriales a las que lo invitan, el Presidente reitera que “la recesión terminó y el país finalmente ha empezado a crecer”. Analistas coinciden con eso.
Lorenzo Sigaut Gravina, director de análisis macroeconómico de Equilibra, consideró que la recesión llegó a su fin, porque si bien septiembre dio a la baja, en la totalidad del tercer trimestre la actividad trepó 3,4% en términos desestacionalizados. Esto rompe la racha de tres trimestres consecutivos en caída: el último de 2023 y el primero y el segundo trimestre de 2024.
Para Sigaut Gravina, se inicia un “proceso de recuperación”, pero también consideró que en adelante se tiene que buscar crecer en términos “genuinos”, dado que después de 2 años de caída consecutiva en el PBI, hay que recuperar “terreno perdido”. El economista estima que falta un 4% para recuperar los niveles del inicio de 2023.
En la misma línea, Aldo Abraham, director ejecutivo de Libertad y Progreso, dijo: “Efectivamente, creo que la recesión terminó”. Hacia adelante, proyectó que el proceso va a consolidarse a medida que se mantenga la solvencia fiscal, el no emitir mucho más de lo que la gente demanda, una inflación en baja, y un proceso de desregulación, la recuperación se va a mantener”.
En tanto, Gabriel Caamaño, economista en Outlier, estimó que hacia adelante seguirá una recuperación, pero moderada: “Hubo una caída de la economía muy fuerte hasta abril. A partir de ahí, un serrucho en junio y mayo. En julio, un rebote fuerte, y agosto más moderado. Esto da una tendencia más suave hacia adelante, lo que vas a tener es la pipa de Nike”.
Los riesgos hacia adelante
De cara a los próximos meses, la economía no está exenta de riesgos. Sigaut Gravina mencionó dos. Por un lado, que se trata de una recuperación “heterogénea”, con sectores que se recuperan, pero desde niveles muy bajos, como es el caso de la construcción.
Pero, fundamentalmente, el economista de Equilibra mencionó el desafío cambiario, sobre todo para el sector industrial, que compite con importaciones, especialmente desde Brasil. “El tipo de cambio real está en mínimos de la administración de Macri. Eso puede hacer que, si bien haya una recuperación traccionada por la demanda interna, parte de esa recuperación podría traducirse en más importaciones y no tanto en producción doméstica”.
En la misma línea, también consideró que el “atraso cambiario” impacta en economías regionales y hasta en la construcción, con un caro costo en dólares.
Entre los sectores que lideran la recuperación, Santiago Bulat, socio de Invecq, los vinculó como los “ligados a lo externo”: el agro, Oil&Gas y los servicios basados en conocimiento. En un hilo en X, Bulat incluso destacó que hay sectores que ya están mejor que el año pasado, e incluso que el “promedio de la última década”. Destacan ahí la producción de petróleo, minería y gas, que están en niveles récord.
En cambio, en el semáforo rojo de actividad, están los sectores más rezagados. “Acá están consumo masivo, gastronomía y hotelería, y la construcción, impactada por la baja de obra pública y que no termina de mejorar, quizás relacionado con mayores costos de construcción”, agregó Bulat.
En tanto, Abraham mencionó como riesgos hacia adelante eventos exógenos, como una crisis internacional. Y a nivel interno, puso el foco en las restricciones cambiarias: “Fortalecería el proceso de reactivación, salir a una unificación cambiaria lo más pronto posible, el cepo suele ser un lastre para la economía, sobre todo el hecho de tener distintos tipos de cambios”.
Más allá de cómo cierre 2024, Bulat resaltó que la Argentina está anclada hace 13 años en el mismo nivel de actividad económica, entre subas y bajas. En un hilo en X, analizó: “Si lo comparamos con otras caídas recientes (desde 2011 hasta acá), la baja comienza a partir de septiembre de 2023, se profundiza hasta abril y desde entonces comienza a rebotar. La crisis de 2018, por ejemplo, fue igual de fuerte, pero más duradera (por ahora), y el pico de agosto ya empataría con la caída de 2013/14″.
Por su parte, Haroldo Montagu, de la consultora Vectorial, también puso el foco en la cuestión cambiaria: “El frente externo continúa aportando preocupación. La apreciación cambiaria acontecida durante los últimos meses ha deteriorado paulatinamente el intercambio comercial, principalmente a partir de una recuperación en las importaciones. Las compras al exterior durante el mes de octubre fueron las de mayor volumen del año US$6.128 millones, lo cual refuerza la idea de que el último cuatrimestre del año evidenciará un saldo comercial más acotado que durante el resto del año”.
De cara al 2025, Montagu destacó como desafío que haya dólares para financiar la recuperación: “En años de recuperación económica, cada punto de crecimiento del PIB le “cuestaˮ al país entre US$2000 y US$3000 millones adicionales en concepto de importaciones de bienes. Por lo tanto, un incremento del PIB del 5% para el año que viene como estima el Presupuesto, redundaría en un aumento de importaciones del orden de US$12.500 millones adicionales”.