El reconocido economista Ricardo Arriazu, socio fundador del estudio Arriazu Macroanalistas, ofreció un análisis integral del plan económico que implementa el Gobierno del Presidente Javier Milei desde el 10 de diciembre del año pasado.
Sintetizó al programa en dos partes fundamentales: la administración de la coyuntura macroeconómica (realinear precios relativos, el tipo de cambio, el sector externo y la inflación), y por otra parte las llamadas “reformas estructurales” que hacen al funcionamiento mismo de la economía. En la Argentina, estas últimas adquieren una importancia sustancial para transitar hacia la normalidad y las reglas de juego modernas que se aplican hoy en la mayor parte de los países del mundo.
En este sentido, Arriazu destacó el contundente avance hacia el saneamiento del frente externo. Solo en 5 meses, el Banco Central logró una compra de reservas internacionales por US$ 16.000 millones de dólares. Para que todo esto pudiera ser posible, el Tesoro Nacional debió emprender un estricto ajuste fiscal capaz de terminar abruptamente con cualquier tipo de financiamiento monetario, al mismo tiempo en que los bonos BOPREAL permitieron retirar pesos del mercado y financiar a plazo las operaciones de importación que deben seguir atravesando el mercado oficial de cambios.
El Gobierno comprendió y reconoció el carácter bimonetario de la economía argentina, y de acuerdo al análisis de Arriazu ofreció medidas contundentes sobre los dos principales ejes para poder estabilizar una economía de tales características: la estabilidad del peso a partir de la mayor contención de la oferta monetaria, y la estabilidad del dólar a través del tipo de cambio nominal. Ambos ejes están presentes en el programa que está llevando adelante el oficialismo, un ancla fiscal y otra cambiaria.
Desde el punto de vista del ancla fiscal se pueden resaltar las siguientes medidas:
Reducción de transferencias discrecionales a Provincias
Reducción de subsidios económicos
Reducción de gastos en obra pública
Reducción de las transferencias a las empresas del Estado
Reducción de la burocracia estatal, gastos salariales y administrativos
Revisión integral de los planes sociales y eliminación del rol de los intermediarios
Ajustes discrecionales sobre la fórmula previsional
Eliminación de la rebaja prevista sobre el impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría
Aumento temporal de los derechos de exportación (hasta el 15%) y de la tasa del impuesto PAIS hasta el 17,5%
Desde el punto de vista del ancla cambiaria, las medidas fueron las siguientes:
Salto inicial del tipo de cambio nominal a $800 pesos por dólar a partir del 13 de diciembre
Posterior cronograma de micro-devaluaciones en torno al 2% mensual (crawling-peg)
Fijación de la obligación de liquidar exportaciones al tipo de cambio oficial con un tope del 80%, y el 20% restante a través del Contado con Liquidación (CCL)
Eliminación de los permisos previos para importar y derogación del sistema SIRA
Flexibilización de los plazos para acceder al mercado de divisas oficial y financiar importaciones
Lanzamiento de los bonos BOPREAL, suscriptos por pesos y pagaderos en dólares con un plazo de entre 1 y 4 años
Nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para garantizar el cronograma de desembolsos futuros
Parálisis del endeudamiento externo para financiar cualquier tipo de gasto corriente del Gobierno nacional
Con estos lineamientos, el Gobierno apunta al saneamiento del Banco Central, al mismo tiempo en que se elimina completamente la creación de base monetaria con fundamento fiscal. La expansión de la base monetaria acumulada en lo que va del 2024 (entre un 40% y un 50%) no se debe al financiamiento del fisco, sino a la determinación endógena de la cantidad de pesos que decide tener el público, en respuesta a la política de tasas de interés determinada por el propio Banco Central.
Arriazu apuntó explícitamente contra el círculo de economistas y "expertos" que pregonan por la devaluación sistemática del tipo de cambio como una supuesta vía de escape a la recesión. Pese a cualquier ganancia marginal en materia de competitividad, lo cierto es que la devaluación constante en un contexto de economía bimonetaria no haría más que conspirar contra la estabilidad de los precios.
El economista plantó una disyuntiva muy clara: o se elige el camino de las reformas estructurales para estabilizar la inflación y salir de la recesión, o se opta por la tradicional salida devaluatoria con resultados cortoplacistas, y entrando así en un nuevo ciclo de estanflación hacia el futuro.