El Banco Central tuvo que subir este jueves la tasa de referencia, presionado por el alza del dólar y en medio de una fuerte crisis dentro del Gobierno. La medida, era esperada por el mercado para el viernes pasado, el mismo día en que se conoció el dato de inflación de marzo de 7,7%, el más alto en los últimos 20 años.
El directorio del organismo demoró la decisión, pero la escalada del blue de esta semana, que llegó a sumar casi $40 en cuatro días apuró la iniciativa. Con este nuevo ajuste, que sólo aplica a la tasa de Leliq (de referencia en la economía) y a los rendimientos de los plazos fijos, la tasa efectiva anual es de 119,4%.
La medida no surge sin cierta tensión política. Esta mañana, el presidente del Central, Miguel Angel Pesce fue convocado por Alberto Fernández a la Quinta de Olivos, al igual que el Ministro de Economía, Sergio Massa.
Con una inflación que galopa por encima del 7% mensual, la sensación del Banco Central era que un nuevo ajuste a las tasas en este contexto resultaba "caro para la economía" y no tan efectivo para los precios. El mercado estima que la emisión monetaria asociada a este nuevo nivel de tasas oscila el $1 billón mensual, para pagar los intereses de los pasivos remunerados.
Además, la suba de tasas suele ser contractiva para la economía, porque implica un encarecimiento del crédito para las empresas y las familias. Por esto, esta vez, al igual que en la última decisión del Central, unicamente se ajustaron los rendimientos de las Leliq y los plazos fijos y no las tasas activas, es decir las que se aplican para los préstamos y las tarjetas de crédito.
Una tasa nominal del 81% anual representa un "premio" de 6,7% al mes por hacer colocaciones en un banco. Pero, si efectivamente la inflación de abril ronda arriba del 7% como ya esperan la mayoría de las consultoras, quien haga un plazo fijo por 30 días luego de este ajuste, seguiría perdiendo contra la suba de los precios.
En la previa, el Tesoro también había tenido que convalidar tasas más altas, en el orden el 130%, para poder seguir obteniendo financiamiento del mercado, en medio de una renovada tensión cambiaria y con una creciente desconfianza de inversores y ahorristas.