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Ricardo Hausmann

Economista de Harvard explica que “La dolarización funciona con un pacto social y con la gente harta de la inflación”

El experto venezolano habló la sobre dolarización, la gestión de Milei y la situación económica general del país

Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard
Ricardo Hausmann, director del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard

El debate por la dolarización había perdido algo de fuerza desde el final de la campaña presidencial de Javier Milei, pero la idea tomo vigor en los últimos días y el propio Gobierno aseguró que el objetivo de eliminar el peso argentino esta cerca.

Ayer, el propio Presidente aseguró que: “Al tipo de cambio de mercado estamos a un tiro de dolarizar”.

Ricardo Hausmann, ex ministro de Planeamiento de la Venezuela pre chavista, ex economista jefe del Banco Interamericano de Desarrollo, director del “Laboratorio de Crecimiento” (Growth Lab) del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard y reconocido defensor de la dolarización, conversó sobre la realidad argentina y las políticas implementadas por el presidente de la Nación, Javier Milei.

— ¿En qué se parecen los contextos de Ecuador cuándo dolarizó y el actual de Argentina?

— La dolarización funciona cuando hay un pacto social que la apoya, porque la gente está cansada del fracaso del sistema monetario anterior y está harta de la inflación, las devaluaciones, las maxi devaluaciones, el blue, todo este tipo de artimañas que vienen del pasado. Ahora, en general, y en el caso argentino en particular, todos estos problemas de alta inflación tienen un origen fiscal.

La dolarización per se no resuelve el problema fiscal, a menos que haya un fuerte acuerdo social, en el que estén todos dispuestos a tomar las medidas fiscales necesarias para sostener la dolarización.

— Dado el contexto social argentino, ¿es posible llegar a un pacto social lo suficientemente fuerte como para que la dolarización se lleve a cabo?

— No había ese pacto social previo a la dolarización en Ecuador. Ese pacto social surgió del éxito de la dolarización. Cuando se tomó la medida fue muy controversial, pero cuando bajó la inflación a un dígito muy rápidamente y bajaron las tasas de interés, la situación cambió. En Ecuador las tasas de interés rondaban el 300% y bajaron a 15% sólo con el anuncio de la dolarización, sin implementarla aún. Los cambios económicos son muy profundos y claro, el pacto social va cambiando a medida que la gente ve el desempeño de la economía.

— ¿Qué opina del sistema de “competencia de monedas”, en el que además del dólar y el peso puedan funcionar otras, tal como propone Milei?

— Es irrelevante, porque hay un mercado súper líquido en todas esas monedas, hay cobertura de riesgo cambiario y demás. Entonces da igual el uno o el otro. Pero los países que tienen un sistema bancario altamente dolarizado, donde un porcentaje muy significativo de los depósitos y de los créditos del sistema bancario nacional son en dólares, y además tienen una moneda propia, sí están más complicados.

He trabajado en Kazajstán, en Azerbaiyán, en muchos países que tienen depósitos en dólares y depósitos en moneda nacional. Tienen libre convertibilidad entre ellas y tasa flotante. Esos sistemas tienden a ser increíblemente inestables monetariamente, incluso en países que no tienen problemas fiscales de ningún tipo.

Estos sistemas duales con moneda propia no funcionan tan bien. En el caso peruano, para hacer que funcione tuvieron que introducir muchas restricciones a los bancos, requerimientos de reservas para los depósitos en dólares muy altos y restricciones en el otorgamiento de créditos en dólares. Tuvieron que tener un sistema bancario bastante controlado para que no se vuelva un gran dolor de cabeza.

— La dolarización impide que los políticos emitan en exceso pero no que tomen deuda en exceso. Si la Argentina tiene déficit fiscal, ¿se pierden las ventajas de dolarizar?

— Argentina está en una situación muy complicada para dolarizar ahora, porque una de las condiciones de la dolarización es que puedas comprar los pasivos monetarios del Banco Central. No creo que eso se esté dando en este momento. En el caso de Ecuador, sí estuvo dado, porque el tipo de cambio pasó de algo así como 3.500 escudos por dólar a 25.000 escudos por dólar en el año previo a la dolarización. Entonces, muchos de los pasivos monetarios se licuaron. Creo que la situación en Argentina está más comprometida. El consenso es que no están dadas las condiciones de corto plazo para dolarizar hoy, pero hay que anticipar que los argentinos tienen mucho más dinero afuera que el dinero que tienen en Argentina.

La pregunta que hay que hacerse es, ¿qué reglas de un sistema monetario o bancario harían que los argentinos tengan un poco más de confianza en dejar su dinero en el país? No hablo de atraer inversión directa extranjera del exterior, yo hablo sencillamente del portafolio de los argentinos. Esa plata es muchísimo más grande que ninguno de los agregados monetarios del país.

— ¿Qué debería cambiar en Argentina para que se pueda dolarizar?

— Obviamente las cosas se hacen mucho más fáciles si el país no tiene déficit. Esa es una de las grandes prioridades del Gobierno. Si no hay presión fiscal, tanto sobre las cuentas monetarias como presión financiera para pedir prestado, eso facilita mucho el manejo de todo lo demás.

Ahora, una pregunta que es válida hacerse es, si ya yo resolví el problema fiscal, ¿para qué dolarizar? Es decir, para dolarizar tengo que resolver el problema fiscal, pero si estuviese resuelto el problema fiscal, no tendría que dolarizar.

Yo digo que la dolarización a menudo es la forma de cómo cimentar el pacto fiscal. Es lo que va a obligar a hacer los sacrificios necesarios para sostener el pacto fiscal. Es lo que pasó en Ecuador.

— ¿Qué le preocupa sobre la dolarización en Argentina?

— Hay dos cosas que me preocupan sobre la dolarización en Argentina. La primera es que la Argentina es una economía increíblemente cerrada. Mientras más cerrada es la economía, más se tiene que mover el tipo de cambio real para cualquier shock que venga.

Aún dolarizando, el tipo de cambio real se tiene que mover. El tipo de cambio real es cuánto cuestan las cosas en Argentina en dólares con respecto a cuánto costarían en el resto del mundo. Si el país recibe un shock adverso y tiene que depreciar el tipo de cambio real, en Argentina tendría que haber deflación. Esa deflación se facilita si los salarios caen en dólares.

Segundo punto: Argentina es una economía muy poco conectada con la economía americana. Argentina es más un competidor de Estados Unidos -en el mercado de la soja, por ejemplo- que un complemento. La política monetaria americana no va a estar respondiendo, no va a estar en sincronía con eventos en Argentina.

Eso ya lo vimos cuando en el año 98 o 99 el dólar se fortaleció mucho y el Real brasileño se depreció. Argentina en ese momento le estaba exportando a Brasil y a Europa. Con la convertibilidad perdió muchísima competitividad en esos mercados.

— ¿Qué opina sobre Javier Milei y las medidas implementadas en sus primeros dos meses de gobierno?

— Las políticas, tanto fiscales como de liberalización económica, que está tomando, me parecen muy sensatas. El gobierno de Mauricio Macri trató de hacer un ajuste fiscal gradual, pensando que el mercado iba a apoyar mientras se hacía ese ajuste. Los mercados no acompañaron y en cierto momento dijeron basta.

Lo que se está haciendo ahora tiene sentido, dado que el gradualismo no funcionó aquella vez, y que en el periodo de Alberto Fernández las cosas no hicieron más que agravarse. Tiene sentido intentar un ajuste fiscal más de shock.

Creo que un movimiento hacia una mayor liberalización de los mercados va a ayudar a que reaccione la oferta a la economía y que reaccione la inversión, porque se van a abrir más oportunidades de inversión en una economía más eficiente. Ambas cosas me parecen valientes, me parecen audaces y me parece que van en la dirección correcta.

— ¿Por qué cree que la Argentina llegó a la situación económica crítica en la que está?

— El problema básico de Argentina es una estructura fiscal insostenible. Como la gente veía que el déficit fiscal no iba a tener resolución, los mercados perdieron confianza, las tasas de interés se fueron al cielo. Eso generó un círculo vicioso. Como la gente no le cree, las tasas de interés son altas, pero como las tasas de interés son altas, el país tiene que pagar tanto por la deuda, que tienes un déficit gigantesco.

La forma como se resuelve esto es con impuestos involuntarios. La inflación, por ejemplo, es un impuesto involuntario. Argentina ha dependido de dos impuestos básicos, uno es el impuesto inflacionario, y el otro es la represión financiera. Para tener esa represión financiera, necesitan tener varios tipos de cambio.

Llevar las cuentas fiscales a una situación de estabilidad permite renunciar a la inflación y a la represión financiera. Pero para eso se debe tener una estructura fiscal que te lo permita.

— ¿Cómo cree que Argentina está llevando adelante las negociaciones con el FMI?

— El Fondo Monetario Internacional jamás se imaginó que iba a tener tanta reforma y tanto ajuste en tan poco tiempo. Quedó tan sorprendido que ha respondido muy positivamente.

— ¿Es económicamente viable que haya tantas medidas de reformas tan profundas hechas al mismo tiempo?

— Existe una metáfora que dice que las reformas económicas son como el surfing. Se pueden hacer sólo cuando hay una ola que así lo permita. Y si no está la ola, no podés hacer nada. Lo cierto es que las crisis de este tipo, cuando se resuelven sanamente, se resuelven con muchas reformas a la vez.


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