El candidato de Unión por la Patria, Sergio Massa, llevó adelante la campaña electoral más cara de la historia argentina, con consecuencias que pagarán generaciones enteras de argentinos. Desde que el kirchnerismo perdió las PASO el 13 de agosto hasta la fecha, el Banco Central emitió más de $844.000 millones para financiar el “Plan Platita” de Massa.
La masiva campaña que lanzó el ministro de Economía para levantar la derrota de las primarias y que lo llevó a subir casi 8 puntos en las generales tuvo un precio muy concreto y fue financiado con una masiva bomba hiperinflacionaria girada desde el Banco Central al Tesoro para cubrir el déficit fiscal.
Esta inyección de liquidez no solamente se utilizó para asistir el déficit del Tesoro nacional, sino también para efectuar los pagos por los intereses devengados de las Leliq y otros pasivos remunerados en el BCRA.
Solamente en octubre la autoridad monetaria dirigida por Miguel Pesce llegó a emitir hasta $409.000 millones para diversos usos. Pesce fue reconocido a nivel internacional como el peor banquero del mundo, según el ranking que elabora la revista estadounidense Global Finance.
El déficit fiscal del mes de septiembre se disparó un 700% interanual en comparación con el mismo período del año pasado. El resultado primario del Sector Público Nacional (SPN) llegó a representar el 2,6% del PBI en septiembre, la cifra más elevada de los últimos 14 meses. Al mismo tiempo, el déficit financiero total (incluyendo la carga por intereses de deuda pública) creció hasta llegar al 4,7% del PBI en el mismo período.
Las consultoras privadas sugieren que Massa dejará un déficit primario de por lo menos el 3% del PBI para fin de año, y un déficit financiero de hasta los 5 puntos del PBI. A esto se le suma la posición del déficit cuasi-fiscal en el BCRA, que contribuirá a superar fácilmente los 5 puntos del PBI.
La masiva inyección de liquidez provista por el BCRA no logró ser compensada completamente por nuevas colocaciones de Leliq. En consecuencia, volvió a incrementarse progresivamente la presión sobre el mercado cambiario en todos los segmentos alternativos.
A medida que se acercan las elecciones y no hay planes del ministro de Economía para compensar el masivo nivel de emisión, el dólar paralelo se disparó hasta 70 pesos en la jornada del día jueves y llegó a venderse por $960, el dólar MEP del mercado minorista de ahorristas superó los $855, mientras que el dólar CCL al que operan muchas empresas volvió a acercarse a los $860 pese a las intervenciones del Gobierno.
La brecha cambiaria entre el paralelo y el oficial (que permanece congelado desde agosto) volvió a superar el 160%, y el tipo de cambio ajustado por inflación retrocedió a los niveles más bajos desde 2017. Todo esto anticipa una fuerte devaluación para fin de año.