El resultado de las elecciones generales, donde el ministro de Economía Sergio Massa se impuso por el 36% de los votos e irá a un ballotage contra el libertario Javier Milei, generó una reacción manifiestamente adversa en todos los mercados y desató el pánico en los inversores.
Otra vez la política económica argentina se muestra errática e incierta de cara al futuro en una elección, y el “efecto Massa” provocó un shock similar al “efecto Alberto” en agosto del 2019. Si bien el ballotage entre Massa y Milei era una realidad que predecían todas las encuestas, el hecho que haya terminado 6 puntos arriba llevó a un lunes negro.
La sola posibilidad de continuar con la política económica kirchnerista provocó que el índice de Riesgo País se disparara hasta los 2.660 puntos básicos en las primeras horas del día lunes, escalando más de un 10% con respecto al cierre de la jornada anterior.
Por otra parte, los títulos soberanos de Argentina sufrieron una violenta caída promedio de hasta el 12% en pocas horas. Entre las caídas más salientes destaca la del Bonar 2030 (-12,4%), el Bonar 2029 (-11,8%) y el Global 2035 (-9,7%).
Asimismo, la volatilidad también impactó severamente en el mercado local. El índice S&P Merval se derrumbó un 10,8%, reflejando una profunda paliza para los activos de las principales empresas del país. El ánimo inversor está en niveles históricamente bajos, en línea con la situación de incertidumbre.
Los mercados no descartan ningún escenario para el futuro, pero para el corto plazo la situación esperada es mucho más clara: un contundente expansionismo fiscal, que nuevamente deterioraría las cuentas públicas. La consecuencia más palpable de todo esto será la profundización de la inflación, que ya llegó a los niveles más extremos desde el año 1991.
Sin mercado de capitales local y sin financiamiento externo, todo el costo del despilfarro fiscal que lleva a cabo Massa se financia íntegramente por medio de la asistencia monetaria del Banco Central, y la hiperinflación ya es una certeza.
El “Plan Platita” lanzado en agosto por Massa luego de quedar terceros le costó al país un monto equivalente al 1,3% del PBI en solo 3 meses, y llevó la tasa de inflación al 138% al cierre de septiembre. Este proceso será relanzado nuevamente por el candidato del kirchnerismo por un mes más para llegar al ballotage, y los mercados ya descuentan esta caída.
El tipo de cambio paralelo se sitúa cómodamente por encima de los $1.000, dando como resultado una brecha cambiaria superior al 170%, en valores máximos desde 1989. Con estas cifras, la presión devaluatoria es casi inminente.
El dólar oficial no podrá seguir congelado en $367, y antes de fin de año el Gobierno kirchnerista llevará a cabo una devaluación similar a la que se llevó a cabo en agosto, con todos los efectos y los costos que esto implica.