Por el impacto de la inflación, un trabajador formal puede comprar con su sueldo 41 kilogramos menos de asado que hace tres años. Los aumentos en el precio de la carne vacuna durante febrero, que aceleraron al menos 26% promedio según los relevamientos privados, anticipan que esa relación va a empeorar en los próximos meses, mientras el consumo sigue en mínimos históricos.
Los últimos datos disponibles del Ministerio de Trabajo mostraron que el salario promedio de los trabajadores con aportes al sistema previsional, es decir, registrados en relación de dependencia, finalizó diciembre en $194.175,11 mensuales. Esta medición contempla empleados que tuvieron una continuidad de al menos 13 meses consecutivos en sus puestos.
Según los cálculos realizados por la consultora Equilibra, ese salario era equivalente a 156,7 kilogramos de asado al cierre de 2022. Sin tener en cuenta el efecto de la inflación, significó una mejora respecto a los 112,7 kilogramos de ese mismo producto que se podían comprar con el mismo ingreso en diciembre de 2020, tras el impacto económico que generó la pandemia.
Pero en diciembre de 2019 ese mismo sueldo representaba 197,7 kilogramos de asado. Esto quiere decir que hay 41 kilogramos de capacidad de compra que perdió el trabajador formal sobre el corte más popular y representativo en las parrillas argentinas, y que además refleja las consecuencias de la inflación sobre el poder adquisitivo de los ingresos, que sumaron en 2022 su quinto año consecutivo de caída. En los sectores informales el impacto fue mayor ante la ausencia de paritarias que mejoren los salarios.
En ese contexto no es casual que el consumo de la carne se encuentre en los niveles más bajos de los que se tenga registro. El relevamiento mensual que realiza la Cámara de la Industria y Comercio de la Carne (CICCRA) arrojó que el consumo per cápita promedio se ubicó en enero en 49,6 kilogramos durante el último año, lo cual representó un 4% más que en enero de 2022, pero 12,3% menos que en el mismo período de 2019.
En 2021, los aumentos de la carne llevaron al Gobierno a cerrar las exportaciones para luego abrirlas parcialmente, ya que continúa prohibido vender al mundo los llamados “siete cortes populares”: asado, nalga, matambre, vacío, falda, paleta y tapa de asado.
La medida generó una sobreoferta el año pasado que derivó en que el precio promedio de la carne aumentara 42% mientras que el Índice de Precios al Consumidor del INDEC escaló 94,8%, por lo que en términos reales se abarató. Sin embargo, la tendencia comenzó a revertirse, por lo que se anunció un nuevo programa dentro de Precios Justos que incluye devoluciones para quienes compran con tarjeta de débito, pero que tendrá una efectividad limitada.
La aceleración inflacionaria de enero, que marcó 6% mensual, no incluyó el traslado a mostradores de las subas en hacienda generadas por la falta de oferta y la sequía. En febrero los incrementos impactaron de lleno y los economistas proyectaron que el índice de precios superará el registro del primer mes de 2023, lo que complica la proyección del Gobierno de llegar a diciembre con un acumulado del 60%.
En febrero, el Índice de Precios al Consumidor que releva en el Gran Buenos Aires la consultora Ecolatina registró un incremento mensual del 6,6%. “El aumento estuvo impulsado por Alimentos y bebidas (10,6% mensual), rubro que explicó el 57% de la variación mensual. Dentro del capítulo se destacaron los avances en Carne vacuna (26%) -el mayor incremento mensual histórico para nuestro IPC-, Frutas (18%), Verduras (10%) y huevos (11%)”, detallaron.