El sistema cambiario vuelve a entrar en una lenta agonía, esperando una devaluación inevitable que estallará con más violencia conforme se siga reprimiendo. Para postergar el estallido hasta después de las elecciones, el ministro Massa confirmó el despliegue de una nueva paridad del dólar para las empresas que operan en Vaca Muerta.
Se trata de una medida que afectará las exportaciones de las empresas petroleras de la cuenca rica en hidrocarburos, entre ellas YPF, Tecpetrol, Pampa Energía y Pan American Energy.
El mecanismo es similar al que ya aplicó el Gobierno para la cuarta entrega del dólar soja, se le permitirá a las empresas acceder al tipo de cambio Contado con Liquidación (CCL) para liquidar sus exportaciones con un tope del 25%, mientras que el 75% restante deberá ser liquidado al tipo de cambio oficial de referencia (el MULC).
Esto da como resultado un tipo de cambio implícito sustancialmente más alto del que percibían estas empresas hasta el momento. El dólar CCL alcanza una cotización de hasta $775, sustancialmente superior a los $366,5 del dólar oficial.
El Gobierno espera poder obtener ingresos en divisas por un monto de US$ 1.200 millones, los cuales utilizará fundamentalmente para intervenir las paridades alternativas y legales del dólar.
Controlando la cotización del dólar MEP y el CCL, Massa espera poder también fijar una suerte de “techo” para la cotización del blue, o al menos contenerlo lo máximo posible hasta las próximas elecciones generales. El proceso no es sostenible, y todo lo que se reprime en el presente será trasladado a precios en el futuro (con los respectivos costos sociales que todo esto implica).
La decisión de Massa se adoptó después del nuevo salto del tipo de cambio paralelo, que cerró la jornada del día martes en torno a los $758, y sigue aumentando día tras día. La negativa del BCRA por aumentar la tasa de política monetaria (que ya supera el 208% en términos efectivos) generó más presión al dólar y terminó con el veranito de “carry-trade” que había durado un mes desde finales de agosto.
La devaluación anunciada en agosto ya fue casi totalmente consumida por la evolución de los precios, todo el efecto real fue rápidamente carcomido y se vuelve al mismo punto de partida (una situación insostenible que presionará por una nueva devaluación).
El ministro Massa prometió no volver a devaluar hasta el mes de noviembre, pero los mercados muestran escepticismo. Para reprimir la devaluación el Gobierno tendría que apelar a un control aún más estricto de las importaciones, pero esto solo agravaría la recesión.