Marzo se despidió con un fuerte aumento de uno de los alimentos que reemplazan naturalmente a la carne vacuna. El kilo de pollo en las últimas siete semanas pasó de costar 480 a 800 pesos (en algunas pollerías el kilo llegó a 900 pesos). Ese incremento significó una suba del 66% en los últimos dos meses.
En este contexto de aumentos tan descontrolados de los precios, sin lugar a dudas las subas en los alimentos básicos van a seguir empujando a la inflación, que algunas consultoras privadas se animan a pronosticar que va a estar arriba de los siete puntos para el mes que pasó.
Esta suba en las pollerías es un reflejo del fuerte aumento que hubo en las granjas de producción avícola. La caja de pollo de 20 kilogramos -que trae aproximadamente siete unidades de 2,85 kg- a mediados de febrero salía 7.200 pesos. Ese mismo producto actualmente cuesta 12.150 pesos: tuvo un aumento de 69%. Esa caja es la que compran y fraccionan las pollerías barriales.
Uno de los productos más elegidos en las pollerías son las supremas y los precios se fueron también por las nubes. Un kilo de milanesas de pollo cuesta 1.800 pesos, cuando a principio de mes salía 1.200 pesos.
El pollo trozado también voló por los cielos. El kilo de pata-muslo sale 900 pesos, mientras que la pechuga 1.200 pesos. El bife de pollo también está imposible: en las pollerías se lo puede encontrar entre los 1.700 y 1.850 pesos.
El dueño de un local de venta de pollos de zona sur expresó que este año, sobre todo cuando empezaron los aumentos, la gente comenzó a cambiar su hábito de consumo. Detalló que sus clientes ya no compran por kilo, sino que comenzaron a pedir por monto de dinero.
"Desde que las supremas o los bifes de pollo superaron los mil pesos la gente dejó de pedirme que les de uno o dos kilos. Ahora vienen y me dicen dame lo que alcance por mil pesos. También está pasando que llevan por unidad el pollo trozado. Antes era normal llevar dos o tres kilos y ahora llevan una sola pieza. Se siente que hay una necesidad en las personas", expresó el dueño de una pollería.
Esta situación, que había comenzado en las carnicerías cuando el kilo de carne vacuna superó los 1.500 pesos, se está trasladando de a poco al pollo. Los salteños tienen cada vez más flacos los bolsillos y comienzan a modificar su forma de alimentación. Según consignó diario el Tribuno.
"Nosotros decidimos comprar pollo fresco, que es más caro. Quizás se pueda conseguir un precio más económico si se va a los que venden pollos congelados. A nosotros no nos gusta porque el frío quema al pollo y cuando está congelado pierde sabor y sobre todo consistencia. Uno cuando lo hierve durante bastante tiempo puede ser que se achique demasiado o encuentre restos de pollo en el agua. Eso es porque estaba congelado", explicó el dueño de una pollería de zona sur.