A pesar de la baja en los precios, el consumo de carne vacuna cayó un 20% interanual llegando a mínimos históricos, debido al menor poder adquisitivo, y las familias optaron por carnes más económicas como el pollo o el cerdo, de acuerdo con un informe del Ieral, instituto de investigaciones económicas de Fundación Mediterránea.
De a acuerdo con un trabajo del investigador Franco Artusso, la participación de la carne bovina en los gastos familiares del mes no es fija, depende fundamentalmente del nivel de ingresos y los precios relativos que se enfrentan.
A pesar de la baja en los precios, el consumo de carne vacuna cayó un 20% interanual llegando a mínimos históricos, debido al menor poder adquisitivo, y las familias optaron por carnes más económicas como el pollo o el cerdo, de acuerdo con un informe del Ieral, instituto de investigaciones económicas de Fundación Mediterránea.
De a acuerdo con un trabajo del investigador Franco Artusso, la participación de la carne bovina en los gastos familiares del mes no es fija, depende fundamentalmente del nivel de ingresos y los precios relativos que se enfrentan.
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En relación a esto, durante el primer semestre del año, en un contexto de fuerte caída de la actividad y bajo poder de compra de los ingresos, el consumo aparente de carne vacuna -producción menos exportaciones- cayó 20% interanual y se posicionó en mínimos históricos.
Ocurre que en coyunturas de este tipo las familias recurren a otras opciones más económicas como el pollo o el cerdo para salvaguardar sus ingresos.
Más aún si se tiene en cuenta que, a pesar de la “merma” de los últimos meses, la carne vacuna no se encuentra “barata” en relación al pasado: el precio de julio quedó prácticamente al mismo nivel que su media 2007 – 2023 (en términos reales), pero el promedio de enero – julio se posicionó 6% por encima de dicha referencia y con un kilo de carne vacuna pudieron comprarse, alternativamente, casi 3 kilos de pollo o 1 kilo y medio de cerdo.
Por el lado de la demanda, si la actividad económica comienza a repuntar, como se espera que suceda hacia fines de año, las familias deberían ir retornando a sus patrones de consumo habituales pujando por una mayor participación de la carne vacuna en sus canastas (que hoy está en pisos) y el factor bajista que implica la sustitución por otras carnes en el mostrador tendería a atenuarse.
Por el lado de la oferta, la producción de carne cayó casi 9% interanual durante los primeros siete meses del año y la hacienda que típicamente abastece al mercado interno se valorizó casi proporcional (vaquillonas y novillitos subieron 7-8% real interanual en Cañuelas).
Este año la faena (y por ende la producción de carne) cerrará sin dudas por debajo del año anterior que fue récord. Si a esto se le suma que estacionalmente la hacienda en pie (principal costo en la producción de carne) tiende a corregir para arriba en los últimos trimestres, y que podría comenzar a arbitrar un mayor precio para la exportación debido a la reciente reducción de aranceles sobre los productos y subproductos cárnicos, las presiones para los precios en mostrador también serían al alza por el lado de la oferta durante los próximos meses, consluyó el Ieral