La lucha por contener a la inflación o hacerla desaparecer de manera definitiva es una meta del gobierno nacional, pero también una aspiración de todos los argentinos. Fue uno de los elementos de mayor peso en la campaña que llevó al poder a Javier Milei. Y una de sus principales promesas de campaña, acaso con el aval de ser el primer mandatario en la historia del país que es economista.
Mientras se aguarda conocer el resultado de la inflación del mes de marzo, febrero tuvo una suba sobre el primer mes del año, el INDEC dio a conocer los datos de la pirámide social argentina, medida por los niveles de ingreso.
La estructura salarial y social de la Argentina en 2025
Además de los números duros de los ingresos mínimos y máximos para marcar en qué lugar de la pirámide social uno puede ubicarse, el dibujo sirve para una rápida y visual comprensión inicial.
Por los ingresos, la pirámide parece ser más alta, pero con escalones más angostos o de menor capacidad. Esto significa que cuesta un ingreso mayor para poder subir de clase, pero cada categoría parece tener menos lugar en la Argentina.
En ese difícil proceso de adaptar ingresos por sus niveles -no es lo mismo medido en pesos, que al convertirlos en dólares- hay varios temas a contemplar. Es cierto que cada vez (año tras año o mes a mes) se necesita más dinero para "pertenecer" al grupo en el que cada asalariado y su grupo familiar estaba. Más difícil es poder aspirar al ascenso social que fue característico durante mucho tiempo en este país. En definitiva, está en juego, la clase media como prototipo central de la identidad nacional.
Según los últimos datos aportados por el INDEC, el piso y el techo de cada una de las categorías se han modificado y supone un gran esfuerzo tener la continuidad laboral o la forma del empleo para mantenerse en un lugar en la pirámide.
Con los datos del INDEC, las categorías varían según estos montos de ingresos:
- Segmento D2: Clase baja o en pobreza. Hasta $ 1.060.000 de ingresos. Es el 26% de los hogares y un 35% de la población. Unos 15.400.000 argentinos.
- Segmento D1: Clase baja superior. Ingresos entre $1.060.000 y $1.850.000 (están por encima del piso de la pobreza)
- Segmento C3: Clase media baja: Ingresos entre $1.850.000 y $ 3.200.000
- Segmento C2: Clase media alta: Ingresos entre $3.200.000 y $5.900.000
- Segmento ABC1: Clase alta: Ingresos por encima de los 6.000.000
La clase baja en la pobreza es el 26% de los hogares. Otro 26% se ubica en la clase baja superior. Luego, se repite el 26% para los hogares de Clase media baja y un 17% para la clase media alta. Finalmente, solo el 5% de la población de la Argentina está en el nivel más alto, ABC1.
De la suma de estas categorías, surge que efectivamente, la clase media, ha perdido esa característica de ser mayoritaria en el país y que lo distinguió durante décadas en América Latina. Sumadas, las clases bajas por sí solas son el 52% del país. Si se le agrega el 5% de la Clase ABC1 (en la otra punta de la pirámide, tampoco son de clase media), se llega al 57% de los hogares del país
Esto quiere decir que la clase media (baja y alta) en 2025 representan el 42% de los hogares del país.
La inequidad, otro problema grave
La noción de una Argentina de clase media mayoritaria tenía otra expresión sumamente válida. Una menor desigualdad. En la década del 70, la pobreza se considera que era del 5% de la población. En ese momento, el coeficiente "GINI" (que mide el nivel de desigualdad era de 0,36 (en donde "0" es lo mejor y "1" lo peor). Pero la caída de la Argentina, que dejó de crecer a mediados de esa década, llegó a un pico de retroceso con los 0,47 puntos del primer trimestre de 2024. La última medición del índice "GINI" dio 0,43 puntos. Mejor, pero solo para volver a valores que la Argentina tuvo en el primer trimestre de 2022 y ya preocupaba porque venía en aumento.
Si la economía argentina se transforma por completo, sin inflación y crecimiento del PBI, habrá oportunidades para cambiar este esquema de declinación. Se necesita tiempo y coherencia. Algo que le falta al país desde hace mucho, porque justamente, perdió el tiempo en significativas incoherencias.