La gestión del ministro Sergio Massa pasa a la posteridad como una de las peores desde la vuelta de la democracia. Tras 16 meses de administración, la actividad económica se encuentra atravesando una severa recesión, la escasez de insumos se generaliza a cada vez más ramas de la producción, y la tasa de inflación escaló al nivel más violento de los últimos 32 años.
La producción industrial se vio directamente afectada por la falta de insumos importados desde el exterior, respondiendo principalmente a dos causas: la negativa del Banco Central por otorgar nuevos permisos para acceder al dólar oficial, y el sistema SIRA lanzado por Massa en octubre del año pasado, diseñado especialmente para boicotear o retrasar el ingreso de productos al país.
El sector automotriz se vio particularmente afectado por esta situación. La producción comenzó a experimentar serias dificultades a partir de la segunda semana de octubre, pero al día de hoy se encuentra en un estado crítico.
Las empresas automotrices no sólo no pudieron cumplir sus compromisos de pago con los proveedores en el exterior, sino que además por la falta de insumos tampoco pudieron cumplir con las entregas para sus distribuidores locales a lo largo y ancho del país. Toda la cadena de pagos se ve comprometida por la escasez de divisas que genera el cepo cambiario.
De entre las muchas firmas dramáticamente afectadas por la crisis que desató la política económica de Massa, se encuentran las filiales de Mercedes-Benz, Nissan, Renault y Ford. Se tomaron diversas medidas para evitar o por lo menos postergar el colapso productivo: vacaciones anticipadas para empleados, programas de retiros voluntarios, y eventualmente la paralización de la producción de vehículos hasta previo aviso, ya que continuar con el proceso sin disponer de los insumos necesarios solo encarece inútilmente los costos fijos.
El mercado local se encuentra cada vez más desabastecido. El Gobierno kirchnerista prohibió todas las importaciones de automóviles hasta fin de año, y la profundización de la escasez de divisas hace que el abastecimiento a la demanda interna sea cada vez más difícil de garantizar.
Por otra parte, las exportaciones también se ven comprometidas (siendo Brasil su principal destino en el caso del sector automotriz). La brecha cambiaria entre el dólar oficial y el paralelo supera fácilmente el 170%, y se descuenta una violenta devaluación como resultado de los 16 meses de gestión irresponsable del ministro Massa. Bajo este clima de incertidumbre, los exportadores prefieren guardar stocks y esperar, en lugar de arriesgarse a exportar con un precio ridículamente subvaluado.
El programa económico del Presidente electo Javier Milei incluye la desregulación del comercio exterior y la virtual eliminación del sistema SIRA que tanto daño provocó en la industria automotriz.
También se propone una operación de reestructuración de los pasivos remunerados del Banco Central, para que la salida del cepo pueda producirse de manera ordenada y en poco tiempo (estimado en 3 meses), una estrategia que normalizará las exportaciones automotrices a Brasil.