Las decisiones del ministro de Economía Sergio Massa desequilibraron completamente la delicada situación macroeconómica del país. Se decidió adelantar todo el crawling-peg de septiembre hasta agosto desde el lunes posterior a las PASO, concretando un salto discreto del 22,5% sobre el dólar oficial.
Esta mega-devaluación, en un contexto de nula confianza, precipitó un fuerte estallido inflacionario. El tipo de cambio oficial mayorista se fijó en $350 hasta el 31 de octubre, mientras que el cambio minorista se estableció en los $366,5 respectivamente.
El traspaso a precios fue casi inmediato, provocando un cambio de régimen en la inflación: a partir de agosto los aumentos mensuales del IPC se estabilizan en torno a los dos dígitos, algo que no ocurría desde la hiperinflación entre 1989 y 1990.
Según los relevamientos de precios de alta frecuencia en la base de datos de Alphacast, la tasa de inflación durante la semana posterior a las elecciones primarias saltó a los niveles más violentos desde la hiperinflación. Así lo constató el economista Luciano Cohan, ex Subsecretario de Planificación Macroeconómica y uno de los co-fundadores de la base de estadísticas.
La reacción de los precios frente a la devaluación fue muy similar al que se produjo en junio de 1975 durante el famoso Rodrigazo. En los regímenes de alta inflación, el traspaso a precios de las devaluaciones se torna cada vez más rápido debido a la huida del peso y la dolarización de las carteras.
Todas las consultoras privadas del país coinciden en que el mes de agosto sufrirá una tasa de inflación mensual en torno a los dos dígitos. La consultora OJF estima que los precios ya subieron más de un 7% solamente en las primeras tres semanas del mes, mientras que LCG estima que la inflación rondará el 14% en agosto.
Aún dando por sentado el congelamiento de los precios del combustible y el tipo de cambio oficial hasta el 31 de octubre, LCG espera que la tasa de inflación oscile entre el 8% y el 10% en septiembre, y una cifra similar para octubre.
No solamente se consumió la mayor parte del efecto real de la devaluación sobre el tipo de cambio oficial, sino que además es precisamente por esto que los mercados esperan que el Gobierno no pueda cumplir con su promesa y necesite volver a devaluar antes del 31 de octubre.
El ministro Massa buscaría negociar la libre disponibilidad de un monto de por lo menos US$ 3.400 millones para seguir interviniendo el dólar hasta las elecciones generales, pero el Fondo Monetario Internacional muy difícilmente acepte el despilfarro de reservas por motivos meramente electoralistas.
