Después de enviar el presupuesto al Congreso el jueves pasado, Sergio Massa se prepara defenderlo en los primeros días de octubre.
Su hoja de ruta prevé una fuerte baja de la inflación, leve apreciación del dólar y crecimiento en 2023, junto con el cumplimiento de las metas con el FMI. Un escenario que los especialistas no solo consideran ambicioso, sino también alejado de las expectativas del mercado, en donde esperan más tensiones.
Uno de los puntos que genera más críticas es la caída de la inflación desde el 95% en 2022 al 60% en 2023. El Gobierno afirma que es posible lograrlo con un recorte del déficit primario del 2,5 al 1,9% del PBI y de la emisión monetaria, del 1 al 0,6%. Pero las consultoras no le creen. "Hay una subestimación de la inflación, eso te condiciona absolutamente todos los cálculos del presupuesto, pasa a ser un análisis medio ficticio", dijo Matías de Luca, de LCG.
Para alcanzar ese nivel, los registros mensuales deberían descender a la zona del 4%, tendencia que luce muy difícil de alcanzar. En agosto, el IPC marcó un 7% mensual y un 78,5% en un año, lo que llevó al Banco Central a ajustar las tasas de interés para contener la brecha cambiaria, que volvió a subir. "Prevemos que la inflación sería al menos 30 puntos porcentuales mayor a la contenida en el Presupuesto", señala Ecolatina.
Para EcoGo, esa baja no es posible en un contexto donde "el ajuste fiscal lo hace la inflación, y donde el aumento en el crawling peg, la tasa de interes y las tarifas te pone un ritmo de inflación en torno al 6/7% mensual". También ven "inconsistente" un dólar a $ 269,9 a fines de diciembre de 2023, lo que implica una suba interanual de 62,1%, mientras en el mercado esperan un dólar a $ 301 en promedio (un aumento del 72%), sin descartar una devaluación.
"Prevemos que la inflación sería al menos 30 puntos porcentuales mayor a la contenida en el Presupuesto", señalan desde Ecolatina. EFE/ Luong Thai Linh
"Creemos que esto luce improbable, ya que el tipo de cambio real suele apreciarse en los años electorales (así fue, comparando el promedio de diciembre vs. el año previo, en 10 de los últimos 12 años electorales)", advirtió Equilibra. "Asimismo, si la inflación no baja en 2023 -nuestro escenario más probable- la cotización del dólar oficial debería trepar mucho más que 62% para no perderle pisada al resto de los precios de la economía", agregó.
En cuanto a la actividad, el presupuesto prevé un crecimiento del 2% el año próximo, desde el 4% previsto para el 2022. Esto coincide con una fuerte desaceleración del consumo y la inversión, pero los economistas son más pesimistas. Por ello, ante el sesgo contractivo que viene mostrando la economía, sumado al arrastre negativo de este año y la incertidumbre por el recambio presidencial, estiman un estancamiento el año que viene.
"Plantean un superávit comercial a partir de subestimar mucho las importaciones. Está bien que los precios de la energía empiecen a ceder, pero es difícil pensar en una caída de las importaciones del 3% cuando esperan que la actividad crezca 2% (también sobreestimado). Resulta curioso cómo se espera crecer tanto, con importaciones (insumos) cayendo", advirtió De Luca.
También desconfían de la meta fiscal. Para reducir el déficit primario en 0,6 puntos, se calculan menos ingresos por el comercio exterior y el impuesto PAIS, es decir, "habría mayor cepo y mayores restricciones de divisas", según EcoGo. Esto implica una reducción de la recaudación (-0,4% del PBI) -principalmente de Nación-, aunque el grueso del ajuste obedecería al gasto (-1,2% del PBI), equivalente a $ 960.000 millones.
Para Ecolatina, el recorte pasa por la caducidad de gastos extraordinarios realizados este año y los subsidios. Dentro del gasto social -el de mayor caída (-0,6%)- entran las jubilaciones, pensiones y asignaciones familiares, junto con los bonos. "La caída se lograría exclusivamente a traves de menores transferencias corrientes, entre las que se incluyen las provincias, los subsidios económicos y los programas sociales", asegura EcoGo.
SN