La actividad industrial llegó en enero a ocho meses consecutivos de caída en la Argentina y todo indica que la tendencia se mantuvo al menos por un mes más. De acuerdo con estudios realizados por consultoras privadas, en febrero el sector sufrió una baja superior al 7 por ciento.
Según FIEL, el resultado para el segundo mes del año fue negativo en 7,1%, en comparación a igual mes del año pasado. El dato surge de comparar el nivel de producción de cada una de las principales ramas de actividad con el volumen de insumos producidos en el segundo mes de 2023.
En tanto, el estudio mensual realizado por Orlando J. Ferreres, sostiene que la producción industrial se desplomó 8,1% interanual en el segundo mes de 2024.
Cómo le fue a cada sector
Aunque los estudios coinciden en que la industria sufrió una baja significativa en febrero, no hubo concordancia en la realidad medida para cada sector. Por eso, resulta prudente analizar cada caso por separado.
Para FIEL, la caída más significativa se registró en la extracción de minerales no metálicos, con una baja interanual del 33,4%. Le siguieron en orden ascendente automóviles (-19%), metalmecánica (-15%), industrias metálicas básicas (-3,8%), insumos textiles (-3,7%), alimentos y bebidas (-2%), pasta y papel (-1,9%) y cigarrillos (-0,4%).
En tanto, el rubro de combustibles no tuvo variación en relación al año pasado y el de productos químicos presentó una variación positiva del 0,3%.
En lo que respecta al estudio de Orlando Ferreres, las estadísticas muestran que el rubro que más se contrajo en febrero fue el del tabaco (-31,8%), seguido por las industrias metálicas básicas (-26,3%) y los minerales no metálicos (-21,6%). En relación a este último, los especialistas que realizaron el informe aclararon que la baja estuvo ligada principalmente a la caída en los despachos de cemento portland, que cayeron un 23,4% interanual.
Fue significativa también la caída de los plásticos (-18,4%), la “maquinaria y equipo” (-15,8%), las bebidas (-10,1%), la industria química (-4,5%), el papel (-3,9%), la industria textil (-3%), los productos farmacéuticos (-2,9%) y las refinerías (2,6%).
El único rubro que creció, según el estudio, fue el de alimentos, que mejoró un 6% en comparación a febrero del año pasado. En forma conjunta, el sector de alimentos, bebidas y tabaco anotó para febrero una baja de 1,8% en la comparación anual, empujado por el mal resultado del sector de bebidas y de Tabaco. “Los alimentos fueron el único rubro en anotar una variación positiva, creciendo 6,0%, gracias al avance de la producción aceitera, beneficiada por la baja base de comparación del año pasado. En conjunto, el sector acumula para el primer bimestre un descenso de 2,8%”, indicaron.
Las expectativas para la industria
Guillermo Bermudez, economista de FIEL, analizó el presente de la industria nacional y dejó su opinión en relación a las perspectivas de corto y mediano plazo.
“En el corto plazo, el ordenamiento de las deudas comerciales con los proveedores del exterior y casas matrices a partir del lanzamiento del Bopreal, junto con los plazos establecidos para el acceso al mercado de cambio marcarán el ritmo de las importaciones de insumos, partes y piezas, y con ello el de la normalización de los stocks en ramas que utilizan intensivamente insumos importados. Dados los plazos establecidos para el acceso al mercado de cambio, sectores puntuales continúan financiando sus importaciones de insumos”, comentó el experto.
En relación al aporte de divisas que pueda realizar la cosecha gruesa, explicó que en la actualidad los precios internacionales resultan más bajos que en la campaña anterior, pero indicó que podrían registrar mejoras en los meses por venir de acuerdo a la percepción sobre la situación de los stocks en EEUU, sumando valor a la campaña. “Transitoriamente, una cosecha récord en EEUU y una demanda china debilitada mantienen deprimidas las cotizaciones, algo que habría sido más marcado si Brasil no hubiera visto afectada su campaña de soja por fenómenos climáticos”, sostuvo.
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Por otro lado, remarcó que la producción de los sectores vinculados al consumo – por caso, textiles, calzado, durables de la línea blanca, gris, marrón y de pequeños electrodomésticos-, se verá afectada por el deterioro de los ingresos reales de la población y la readecuación de los gastos de las familias tras el reordenamiento de precios relativos de la economía derivado del acelerado pasaje a precios de la devaluación junto con la corrección de atrasos de algunos bienes y servicios, tanto privados como públicos. “Otros bienes con demandas menos elásticas podrían sostener ventas y producción, aún cuando ello implique migraciones hacia productos de menor calidad”, opinó Bermudez.
“Pero la devaluación del tipo de cambio de diciembre ha ofrecido una ventaja competitiva que las autoridades deberían sostener de modo de compensar el atraso que ya se ha acumulado y el que se espera, que incentiva a posponer exportaciones, reduciendo así la capacidad de acumulación de divisas por parte del BCRA hasta la llegada de la cosecha gruesa. Así, sectores con inserción internacional podrían sortear con mayor margen el impacto de la contracción del mercado interno”, analizó el economista.
Al considerar las perspectivas a más mediano plazo, Bermudez consideró que no debe perderse de vista el escenario económico en Brasil, contando con el hecho de que ese país fue en 2023 el destino del 36% de las exportaciones de manufacturas base industrial. “Ese país tiene una sostenida mejora de las expectativas de crecimiento, que ascendería a 1,6% en 2024, de acuerdo al relevamiento del Banco Central, a partir de un marcado aporte del sector agropecuario”, cerró.