El funcionamiento del cuerpo humano nunca deja de maravillar a los estudiosos que intentan descifrar las reacciones y los procesos que se dan en éste. Una de las incógnitas que despierta fascinación y curiosidad ahora es la posibilidad de que el cuerpo humano retrase su envejecimiento de manera significativa y pueda vivir una larga vida.
Un grupo de científicos e investigadores de la Universidad de California en San Diego (UCSD), Estados Unidos, hace tres años dieron con el importante hallazgo de un mecanismo esencial en el proceso de envejecimiento de un hongo unicelular que está presente desde el origen de la civilización.
Se trata de la levadura “Saccharomyces cerevisiae”, el ingrediente con el que se hacen alimentos y bebidas tan cotidianos como el pan, la cerveza o el vino; según explicaron los científicos este microbio sigue una de dos direcciones en su camino hacia la muerte. La mitad de estas células envejecen cuando su ADN pierde estabilidad, y la otra mitad, con el deterioro de las mitocondrias, que es la estructura que proporciona energía que permite vivir a la célula. Sin embargo, estas células no se estropean de las dos formas a la vez.
Según publicó en un artículo el diario “El País”, los mismos investigadores de la UCSD, explicaron ahora en un artículo que publicó la revista “Science” cómo han creado una especie de interruptor que es capaz de manipular la actividad de los genes, lo cual permite modificar el sentido del envejecimiento celular. Del deterioro del ADN al de las mitocondrias y viceversa, este mecanismo mantiene a las células de la levadura de la cerveza en un equilibrio entre sus rutas hacia el ocaso.
De un modo parecido a un termostato, en el que cuando se alcanza una temperatura superior se enciende el refrigerador y cuando se llega a un límite inferior se introduce calor, aquí se aplica la biología sintética para introducir un sistema similar. Con lo que se conoce como oscilador genético, las células cambian su forma de envejecer cuando han avanzado demasiado en uno de los dos sentidos. Sucede que con este juego de equilibrios, han prolongado su existencia hasta un 80%, lo cual supone un nuevo récord mundial de la biología.
Este importante hallazgo sirve de punto de partida a los investigadores para plantear que este tipo de osciladores podrían llegar a servir para ralentizar el camino hacia la muerte que comienza cada vez que aparece una célula. Un hallazgo que se empieza a perfilar para estudiar la posibilidad de que este fenómeno se de también en las del cuerpo humano.
Ralentizar el envejecimiento
Ahora los investigadores pretenden “identificar los circuitos genéticos regulatorios subyacentes al envejecimiento en varios tipos de células humanas y aplicar esta estrategia de ingeniería para modificarlas y ralentizar su envejecimiento”, explicó Nan Hao, autor principal del estudio y codirector del Instituto de Biología Sintética de la UCSD. “Si funciona, intentaremos hacer lo mismo en células dentro de animales vivos, como ratones”, añadió.
“Necesitaremos más tiempo y recursos para probar estas ideas y estrategias, pero no creo que haya nada fundamental que nos impida hacerlo”, afirmó el investigador.
Carlos López Otín, investigador de la Universidad de Oviedo y experto en envejecimiento, se refirió al valor del estudio de estos investigadores que, como otros antes, han utilizado “modelos simples para tratar de entender la colosal y fascinante complejidad de la vida”.
“Los organismos unicelulares (como la levadura empleada en este experimento) son naturalmente egoístas, su principal objetivo es dividirse: el sueño de una bacteria o de una levadura es crear otras iguales que ellas”, señaló López Otín. Sin embargo durante este proceso, las celulas pueden acumular daños moleculares que se pueden transformar en tumorales. “Por eso, en humanos no es suficiente con evitar a toda costa que las células envejezcan y se logre extender la longevidad. El precio de estas estrategias tan publicitadas y anheladas por algunos puede ser el desarrollo de graves patologías, incluyendo tumores malignos, capaces de adelgazar la longevidad humana de manera muy considerable”, advirtió López Otín.
Para entender el motivo de esta carencia y comprender los costes de extender la longevidad, López Otín plantea crear otros tipos de osciladores, no para extender innecesariamente la longevidad, sino con el afán de mantener la homeostasis, nuestro imprescindible equilibrio interno. “Ello podría contribuir a mejorar nuestra salud, algo que me parece un propósito más sensato y asequible que aspirar a improbables sueños de inmortalidad”, concluye.