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Los tres trucos de abuela para hacer unas albóndigas más jugosas y baratas

Con estos consejos ahorras y conseguís más sabor sin gastar de más

Los tres trucos de abuela para hacer unas albóndigas más jugosas y baratas

Las abuelas siempre han sido expertas en convertir la cocina en un lugar donde dar de comer a más por menos. Ahora, quizá, alguno de sus trucos parezcan demasiado vistos o creamos vivir en una época algo más esplendorosa donde no hace falta recurrir a triquiñuelas.

Sin embargo, las abuelas tenían —y tienen— un par de trucos fundamentales para hacer las albóndigas más jugosas y, además, conseguir que también fueran más baratas. Dar de comer a una familia no era fácil y menos cuando las familias eran mucho más abultadas que ahora, razón por la que un par de estrategias para tener más albóndigas por el mismo dinero sonaba de maravilla.

Lo curioso es que los trucos en cuestión permiten, además, tener albóndigas más jugosas. Vamos, lo que un economista moderno llamaría un win-win y que mi abuela, que de inglés va justa, no comprendería, pero que lleva haciendo desde que bolea albóndigas desde hace más de 70 años.

No importa el tipo de receta de albóndigas caseras que tengáis en mente. Pueden ser albóndigas de pollo, que son bastante socorridas, pero también pueden ser las típicas albóndigas de carne picada de vacuno o en las que añadimos mezcla de cerdo y vacuno. En cualquier caso, este par de trucos van orientados a dar más sabor, jugosidad y hacer más baratas las clásicas albóndigas.

Los dos trucos de abuela para hacer albóndigas más jugosas y baratas

El primer truco es una evidencia, si hablamos de buscar albóndigas más jugosas. Por mucho que nos pese, la mayoría de las carnes que utilizamos para las albóndigas suelen ser muy magras. Razón por la que conviene que piquemos —o pidamos que nos piquen— cortes con un poco más de grasa. La aguja de ternera va bien en estos casos y, aunque no es el corte más caro, sí puede descuadrarnos un poco el presupuesto.

Por eso, el primer paso para tener albóndigas más jugosas suele ser mezclar la picada de ternera con la de cerdo. Sin embargo, hay un método algo más infalible, igualmente económico y que además las hace más baratas: añadir salchichas troceada.

En algunas partes de España se llaman longaniza o butifarra, aunque en cualquier caso nos estamos refiriendo a las clásicas salchichas frescas de carnicería, que ya tienen un punto de sazón —que hará más sabrosas las albóndigas— y además un porcentaje de grasa que las hará más jugosas.

Sin embargo, hay un camino aún más barato para hacer más jugosas las albóndigas gracias al huevo y a la leche. Sabemos que no descubrimos América, pues ya lo hicieron las abuelas tiempo atrás. Para esto, bastará con humedecer un poco de pan —el de molde va bien— con leche o con huevo e integrarlo en la masa de las albóndigas.

La otra alternativa por si, por ejemplo, hubiera celíacos en casa o no queremos meter pan en la masa, pero aún así hacer más potentes las albóndigas estaría en recurrir a determinadas hortalizas.

En el sur de Italia es habitual que las albóndigas incluyan patata cocida, lo cual permitía ahorrar en la receta y, además, hacerlas más completas nutricionalmente e igualmente jugosas. También se puede hacer incluyendo calabacín bien cocinado, que también ayudará a dar sabor, textura y jugosidad sin que nos dejemos la cartera en la carnicería.


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