Incómodo por las disputas internas de su gobierno y complicado por el manejo de la crisis económica, Alberto Fernández, arrancó el 2023 electoral alejado de Buenos Aires, en el terreno donde se siente más satisfecho: la arena regional. Hoy acompañó a Inácio Lula da Silva, a quien considera muy cercano, en la toma del mando en reemplazo del líder de derecha saliente, Jair Bolsonaro, para afianzar el vínculo con el referente del Partido de los Trabajadores y lograr apoyo político y económico para trabajar por la reelección que el kirchnerismo, muy crítico de su gestión, desalienta.
El primer mandatario despegó rumbo a Brasilia 9 horas después de brindar por el nuevo año, junto a su canciller, Santiago Cafiero, aterrizaron a las 12.30, y se trasladaron inmediatamente al Palacio del Planalto. La ceremonia de transición empezó a las 13.30 y, cómo se había adelantado, no terminó hasta las 18. Al terminar, Alberto Fernández publicó un mensaje festivo donde tuteó a su flamante par, a quien suele referirse como un “amigo”: “¡Felicitaciones presidente Lula! Latinoamérica se unió y luchó. El sueño se hizo realidad. Te deseo lo mejor para esta gestión, el futuro será de profunda hermandad. Con una mirada más justa, libre y equitativa, alcanzaremos el verdadero desarrollo de nuestros pueblos”, dijo.
Hasta esta mañana, no estaba previsto un encuentro privado con el flamante primer mandatario brasileño, y Alberto Fernández junto a su comitiva tenían planeado emprender el regreso hoy mismo. Pero sobre el inicio de la ceremonia, cerca de las 14, fuentes del gobierno argentino desde Brasil confirmaron que se acababa de fijar una inesperada reunión bilateral para mañana a las 10:30 en Itamaraty, junto a los cancilleres. Según el Gobierno, también habría funcionarios de otras dependencias del gobierno de Lula, aunque sus nombres aún no fueron confirmados.
El viernes, en el Gobierno ya se ilusionaban con una bilateral, pero aseguraban que no se desesperaban por una foto a solas, porque ya estaba confirmado que Lula desembarcaría a Buenos Aires el 23 de enero para participar de la cumbre de la CELAC, el bloque regional de perfil progresista que preside Alberto Fernández hasta enero de este año. Sin embargo, la esperada bilateral se adelantó, un hecho que festejaron esde Brasil. De todas formas, por ahora sigue en pie un encuentro entre los dos a solas en el marco de esa reunión de líderes latinoamericanos, donde planean coronarán la firma del acuerdo de integración que vienen preparando desde que empezó el segundo semestre.
Hoy fue la segunda vez que Fernández y Lula se ven en persona en dos meses. La primera había sido durante la visita de Alberto Fernández a San Pablo -organizada a ultimísimo momento y entre dudas sobre si se podía concretar-. Entonces fue recibido por el presidente que había sido electo tan sólo el día anterior.
El Presidente estuvo acompañado hoy por una comitiva reducida, integrada por la portavoz, Gabriela Cerruti, que viajó anteayer; y el canciller, Santiago Cafiero, quien trabajó los detalles de la visita junto a su futuro par, Mauro Vieira, y el histórico ministro de Relaciones Exteriores de Lula en sus dos primeros mandatos, Celso Amorim.
Al igual que en octubre, lo acompañó el embajador, Daniel Scioli, que se dedicó en los últimos tres años -con excepción de su brevísimo paso por el Gabinete nacional- a regar las relaciones personales y diplomáticas con el -ahora saliente- gobierno de extrema derecha de Bolsonaro. Sin embargo, en los últimos meses, atento a las posibilidades firmes de un retorno de Lula, empezó trabajar en un acercamiento a Lula, que hasta ahora no se le hizo tan fácil. Por ahora no hubo foto juntos, pero en su círculo de confianza aseguran que hablaron en privado, de manera informal, y que la relación es “muy buena”.
Por su parte, Cristina Kirchner, distanciada de Alberto Fernández, no viajó a Brasil para la ceremonia de asunción. Debió limitarse, esta tarde, a tuitear un mensaje de apoyo desde Argentina: “Amanece un nuevo día en la América del Sur. Fuerza Lula! Fuerza Brasil!”, dijo la vicepresidenta por Twitter, cuando habían pasado dos horas del comienzo de las actuaciones oficiales para la toma de mando.
En privado, CFK festeja la asunción de Lula como un triunfo a su favor en la región. Y es que el nuevo primer mandatario, que atravesó varias causas e incluso estuvo preso, finalmente fue sobreseído, e incluso pudo presentarse para ser candidato, y ganar la elección, este año. Representa para el ala dura del Gobierno un caso de reivindicación de los referents populistas de la región, y de alguna forma funciona como el espejo de las pretensiones de la vicepresidenta, que suele compararse con el líder de izquierda brasileño, a nivel local.
Hoy, Alberto Fernández saludó en persona a Lula, que asumió entre varias interrupciones donde se mostró conmovido. “Bajo los vientos de la redemocratización decíamos: ¡dictadura nunca más! Hoy, tras el terrible reto que hemos superado, debemos decir: ¡democracia para siempre!”, aseguró el mandatario. Además, adelantó que hoy mismo firmará medidas de reorganización de las estructuras del Poder Ejecutivo “para que el Gobierno vuelva a funcionar de forma racional, republicana y democrática”.
Tanto en la Casa Rosada como en la embajada consideran la visita de Alberto Fernández a Brasil como un movimiento beneficioso a nivel político, pero sobre todo en el terreno económico. Por estos días, Scioli, por orden del Presidente, ultima detalles del “plan de acción conjunta para la integración” preparado para “promover nuevos campos de cooperación, fortalecer el Mercosur” y mejorar en conjunto la “inserción internacional”.
Los dos primeros puntos del programa -en total son quince- son la integración financiera y energética, claves para el ingreso de divisas. En los documentos del plan, aún no oficializado, hay referencias a un “horizonte de integración monetaria progresiva”, que empezaría con el uso del Sistema de Pagos en Moneda Local, con compensaciones a 90 días y la incorporación del comercio de servicios. Y el impulso del Mercado Sudamericano de Energía, el financiamiento del BNDES para la compra de los materiales para la construccion de la segunda etapa del Gasoducto Néstor Kirchner que, dijeron, permitirán el abastecimiento sustentable de gas al país vecino.
Desde el punto de vista polítio, en el Palacio San Martín usan palabras puramente festivas -”entusiasmo”, “alegría”- para referirse a las perspectivas sobre la visita de Alberto Fernández a Brasil. Siempre califican a Lula como un “amigo” del Presidente, más allá de que desde el búnker del líder brasileño, durante la carrera electoral, se distanciaron del gobierno argentino. En la Casa Rosada aseguran que no hay rencores; dicen entender que el líder del PT es un dirigente “pragmático”, y que en la campaña no haya dudado en sentar posición de acuerdo a sus necesidades políticas, aunque sus palabras pusieran en tensión el vínculo con su principal socio en el Cono Sur.
“Hay mucha expectativa para avanzar en la idea de un Mercosur y una América Latina más integrada. La presencia de Lula potencia esa idea, porque Alberto estaba un poco solo”, dijeron, en atención a los perfiles ideológico de los otros países de la región. Y recordaron, una vez más, que el vínculo se afianzó desde que Alberto Fernández, visitó al ex presidente cuando estaba preso, en julio de 2019, en calidad de candidato para los comicios que meses después lo llevarían al sillón de Rivadavia.
El -también presidenciable- ministro de Hacienda, Sergio Massa, también trabaja con interés en la relación Brasil. La semana pasada viajó acompañado sólo por sus equipos a San Pablo, en una visita relámpago, donde se reunió con su -futuro- par, Fernando Haddad, y con el -próximo- vicepresiente y ministro de Industria y Comercio, de Lula, Geraldo Alckmin, dos de los hombres de mayor poder y confianza del nuevo primer mandatario, donde discutieron la creación de una moneda común y la posibilidad que Argentina reemplace a Bolivia como proveedor de gas para la industria paulista.
Tanto el Presidente como Scioli y Massa piensan en Lula como socio estratégico a nivel político y comercial, con vistas a sus proyecciones respectivas para ser candidatos para las primarias de este año. Pero en el caso de los dos primeros, en el Gobierno aseguran que no tienen intenciones de competir entre sí. El ex motonauta sería el “plan B”, en caso de que Alberto Fernández decidiera no presentarse, un hecho que sería inédito en la historia de los primeros mandatarios en el país.
Aún es temprano para decir si logarán su cometido de liderar las nóminas. Las candidaturas dependerán de los registros sobre las perspectivas de la opinión pública, de los acuerdos internos, de la voluntad de la “dueña” mayoritaria de los votos, Cristina Kirchner, y de la performance económica del Gobierno, donde el principal acreedor de una mejora, creen en los distintos espacios del oficialismo, sería Massa.