Ante la necesidad imperiosa de entregar gas natural a Argentina y Brasil en volúmenes que exceden la producción interna, el gobierno de Luis Arce está pidiendo ayuda al gobierno de Venezuela.
Para no tener que pagar multas por incumplimiento de contratos a los dos países vecinos, Bolivia pide ahora a la venezolana PDVSA que entregue gas natural licuado (GNL) a Argentina y Brasil, dicen fuentes de la industria petrolera.
Cuando el invierno arrecia, YPFB, la empresa estatal boliviana, y ante el descenso dramático de la producción de gas, ha ordenado que deje de operar la planta de urea por dos meses para poder incluir el gas que consume al gasoducto que va a la Argentina, según dijo el presidente de la empresa, Armin Dorgathen.
Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) también ha pedido a las industrias de su país que dejen de usar gas natural para producir electricidad, porque todo el volumen disponible debe ser insuflado en los gasoductos de exportación.
Lo único que va en contra de esa tendencia es la decisión del gobierno de Luis Arce de hacer funcionar las plantas termoeléctricas para vender electricidad a Argentina en un acuerdo con precio secreto pero que dio lugar a anuncios rimbombantes en compañía del presidente Alberto Fernández, en Tartagal, Salta.
La empresa argentina Enarsa pidió formalmente a Brasil que, por el invierno, le ceda una parte del gas natural boliviano que debe recibir, y que ya fue pagado, pero la caída de la producción boliviana pone en duda incluso esa posibilidad.
Hasta 2014, la producción boliviana de gas era de 62 millones m3/d pero ahora está en 40 millones, lo que pone en aprietos a YPFB, que debe enviar a Brasil 16 millones, a Argentina 14 millones y destinar 15 millones al mercado interno.
Los informes que manejan las empresas petroleras que operan los campos de gas de producción declinante dicen que las gestiones que hace Bolivia ante PDVSA serían para que esa empresa entregue GNL a Argentina y Brasil a cambio de no se sabe qué.
La hermandad del “socialismo del siglo XXI” de los regímenes de La Paz y Caracas podría hacer posible ese acuerdo, sobre todo después de la visita del canciller ruso, Serguei Lavrov, a Venezuela, y también del presidente iraní, Ebrahim Raisi.
En este caso, la militancia de los dos países en lo que en Bolivia se llama el “eje musulmán-comunista”, haría posible un acuerdo que probablemente sea saldado en yuanes chinos.
Enarsa de Argentina y Petrobrás de Brasil están esperando, a todo esto, que los gasoductos bolivianos sean declarados formalmente vacantes, cuando se hayan interrumpido los envíos a los dos países, para usarlos entre ellas.
La idea es que parte del gas natural del fabuloso yacimiento argentino de Vaca Muerta, en Neuquén, pase por los ductos bolivianos, hacia Brasil, además del que se enviaría por el gasoducto que pasaría por Uruguayana, y el que se envíe como GNL.
En ese caso, dice el experto boliviano Álvaro Ríos, Bolivia podría reclamar que, como parte del pago por el uso de sus gasoductos, quede algo del gas argentino para el consumo interno de los bolivianos, lo que sellaría el triste final de lo que en un momento se llamó la “Bolivia saudí”.
El exvicepresidente Álvaro García Linera, ahora en el limbo de las divisiones en el MAS, admitió que fue un error no haber alentado las inversiones petroleras que hubieran permitido reemplazar las reservas de gas que se destinaron a la exportación durante el gobierno de Evo Morales, y que generaron ingresos por 55.000 millones de dólares.
Con gesto irónico, el expresidente Gonzalo Sánchez de Lozada, que fue derrocado en una revuelta de Morales en 2003, desde Estados Unidos dijo también que fue un error haber frenado las exploraciones petroleras, similares a las que él hizo posibles para que las reservas llegaran a superar los 40 millones de pies cúbicos, mientras que ahora están en 4 millones.
El error fue haber llamado “nacionalización” del petróleo a un cambio en los términos de los contratos con las petroleras en 1 de mayo de 2006, y haber hecho una intensa propaganda ofensiva a esas empresas, que optaron por frenar sus inversiones.
Todo esto mientras Morales llama a Luis Arce presidente de un gobierno de narcotraficantes y corruptos, y anuncia para los próximos días una marcha en la que los militantes del MAS sellarán la salida de ese partido del gobierno actual.
Otro pupilo, como el argentino, que decepciona a su mentor y rompe el partido.