El presidente en funciones de Brasil, Jair Bolsonaro, dará este miércoles un último mensaje a la nación, ya que viajará a Estados Unidos para pasar el fin de año y no participará en la toma de posesión del mandatario electo Luiz Inácio Lula da Silva.
El hecho, criticado en Brasil, recuerda un hecho similar reciente en la región latinoamericana: el 10 de diciembre de 2015 la presidenta argentina Cristina Kirchner se negó a entregar los atributos institucionales de la primera magistratura a Mauricio Macri quien había triunfado en las elecciones y se había impuesto por sobre el candidato del entonces gobierno.
Bolsonaro, que dejará de presidir el país el 31 de diciembre, indicó que planea salir de Brasil este viernes con destino Orlando sin la primera dama, Michelle Bolsonaro, según informaron medios locales.
El todavía presidente viajaría acompañado de varios asesores de la Presidencia, que han sido designados como empleados de Bolsonaro cuando finalice su mandato, tal y como ha podido saber el medio de comunicación UOL.
Según esta decisión, no habrá acto tradicional de pasar la faja del presidente anterior a la persona que asume la Presidencia, en este caso Lula da Silva, que aceptará el cargo en la tarde del próximo domingo, el 1 de enero.
En su última intervención como dirigente, Bolsonaro agradecerá los 58 millones de votos que obtuvo en la segunda vuelta electoral donde perdió frente al líder del Partido de los Trabajadores, y anunciará que a partir de 2023 trabajará en la oposición del Gobierno de Lula.
Bolsonaro, quien fue un legislador durante siete periodos antes de ganar la campaña presidencial de 2018, ha hablado de la posibilidad de ejercer un cargo asalariado en su Partido Liberal, dijo a The Associated Press un ejecutivo del PL que está al tanto de las conversaciones, quien pidió permanecer anónimo ya que los planes no han sido anunciados públicamente.
Bolsonaro se dirigió a sus simpatizantes en la capital Brasilia tras perder las elecciones, diciéndoles brevemente que las fuerzas armadas estaban bajo su control. En una segunda ocasión, guardó silencio mientras un grupo de partidarios rezaba por él.
Algunos de sus partidarios insisten en que Bolsonaro no los desilusionará dejando de luchar, pero otros han empezando a abandonar los campamentos. Según la agenda presidencial oficial, el mandatario saliente sólo ha trabajado poco más de una hora cada día desde las elecciones hasta el 23 de diciembre.
El Partido Liberal será el de mayor presencia tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.
Pero muchos miembros del Partido Liberal no son totalmente leales a Bolsonaro ni están ideológicamente alineados con él, y tendrán incentivos para trabajar con el nuevo gobierno, observó Guilherme Casarões, analista político y profesor de la Fundación Getulio Vargas en São Paulo. El PL es considerado centrista y se le conoce por llegar a acuerdos con el gobierno en turno.
“Eso hace que sea más difícil tener la fidelidad ideológica que a Bolsonaro le gusta mantener”, señaló Casarões. “Si él no logra tener control total sobre el Partido Liberal, vamos a ver una nueva división”.
Bolsonaro recibió el 49% de los votos en los comicios presidenciales, lo que alimentó la posibilidad de que decida postularse a la presidencia en 2026 y de que asesore a candidatos en las elecciones municipales de 2024, dijo Eduardo Grin, analista político y profesor en la Fundación Getulio Vargas.
Bolsonaro también enfrenta una espiral de amenazas jurídicas. El Supremo Tribunal Federal lo está investigando bajo sospecha de difundir mentiras ilegalmente acerca de temas que incluyen las vacunas contra el COVID-19 y los jueces del máximo tribunal, dar a conocer información confidencial de una investigación en curso e interferir indebidamente en la Policía Federal. El STF es el único organismo gubernamental que puede investigar a un presidente o un legislador federal en funciones.
A partir del 1 de enero, Bolsonaro ya no disfrutará de la inmunidad que tienen los gobernantes en funciones, y podría enfrentar nuevos cargos en tribunales inferiores.