Un ataque cerebrovascular, más conocido como ACV, se produce cuando se bloquea el flujo sanguíneo al cerebro o se rompe un vaso sanguíneo dentro o en la superficie del cerebro. Se trata de una urgencia médica grave y requiere atención médica inmediata.
Investigadores de Brasil estudiaron cómo cambió la mortalidad por sufrir un ACV en Sudamérica. Hicieron un estudio observacional que fue publicado en la revista Epidemiologia.
Al hacer el análisis de los datos, encontraron estos cambios a lo largo de los 30 años:
- El número absoluto de muertes por ACV aumentó, si se consideran todas las edades y para ambos sexos: creció de 184.251 fallecimientos en 1990 a 228.661 en 2019. Eso significa un incremento del 24,1%.
- La tasa de mortalidad por ACV estandarizada por edad mostró una variabilidad considerable: disminuyó un 1,6% en Argentina, un 0,6% en Uruguay, un 0,5% en Brasil, un 0,5% en Guyana y un 0,4% en Bolivia. En cambio, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay y Perú mostraron una tendencia estacionaria, mientras que Venezuela y Surinam tuvieron tendencias crecientes del 1,6% y el 1,0%, respectivamente.
De acuerdo con los investigadores, que pertenecen a la Universidad de San Pablo y a la Universidad Federal de Espírito Santo, Argentina, Brasil, Chile, Guyana y Uruguay son los países que registraron las tasas de mortalidad más elevadas. A pesar de que la redujeron, se mantuvo en niveles altos. Para hacer el trabajo, usaron un modelo de regresión Joinpoint que permite analizar estadísticas de mortalidad.
Señalaron cuáles son las razones que llevan a la mortalidad por ACV en Sudamérica y hay mucho por hacer para reducir el número de casos, las secuelas y la mortalidad. Una de las razones es que las personas tienen limitaciones para acceder al control de los factores de riesgo como hipertensión, obesidad, diabetes, problemas de colesterol.
También se mencionó que no se reconocen a tiempo los síntomas del episodio agudo de ACV y que hay dificultades en la atención hospitalaria de calidad para la terapia de reperfusión y una falta de servicios de rehabilitación.
Cuáles son los síntomas del ACV y qué implica el estudio
Los síntomas del ACV pueden ser: la dificultad para hablar y entender lo que otros están diciendo, el entumecimiento, debilidad o parálisis de la cara, del brazo o de la pierna, los problemas para ver en uno o ambos ojos, un dolor de cabeza repentino e intenso y problemas para caminar.
Tras enumerar las razones, escribieron: “Pueden conducir a una mayor mortalidad en los países de ingresos medios, como Sudamérica, en comparación con los países de ingresos altos”.
Desde Colombia, Claudio Alejandro Jiménez Monsalve, médico neurólogo y codirector del Centro de ACV Hospital Simón Bolívar en Bogotá y miembro como Líder del futuro por la Organización Mundial del ACV, comentó tras leer el estudio de los investigadores de Brasil:
“La mortalidad por ataque cerebrovascular en Sudamérica ha experimentado cambios importantes en las últimas décadas. Entre 1990 y 2019, el número total de muertes por ACV aumentó 24,1%, lo que representa un aumento de 17.000 muertes cada año”.
Sin embargo, la tasa de mortalidad estandarizada por edad, que tiene en cuenta la distribución por edad de la población, disminuyó en países como Argentina, Uruguay y Brasil.
“Esto puede ser explicado principalmente por razones como el aumento de la población adulta mayor. Se sabe actualmente que la población de Sudamérica está envejeciendo rápidamente, lo que está asociado a un mayor riesgo de ACV debido a la mayor prevalencia de factores de riesgo relacionados con la edad, como la hipertensión arterial, la diabetes y la fibrilación auricular”, señaló el experto colombiano.
A pesar de la reducción en la tasa de mortalidad estandarizada por edad en varios, el número absoluto de muertes por ACV sigue aumentando en Sudamérica por el crecimiento de la población y particularmente su envejecimiento.
Cómo prevenir los ataques cerebrales
Para el médico Jiménez Monsalve hay mucho por hacer en la prevención de la enfermedad como una manera de bajar más la mortalidad. “Se requiere una transformación cultural, especialmente en la cultura del autocuidado que implica la modificación de hábitos de vida”, dijo. A nivel individual, recomendó:
- Mantener una dieta equilibrada que sea rica en frutas, verduras y granos y baja en grasas saturadas y sodio (especialmente reducir el consumo de alimentos ultra-procesados)
- Realizar actividad física regular: como mínimo 30 minutos la mayoría de los días de la semana de caminatas o correr.
- Eliminar el consumo de tabaco y alcohol, porque están los dos fuertemente asociados a mayor riesgo de ACV (particularmente en población joven).
- Controlar la presión arterial, los niveles de colesterol y azúcar en sangre y seguir el tratamiento recomendado.
En tanto, el especialista comentó que con su equipo de trabajo consideran que “cuando salvamos tejido cerebral, salvamos tejido social. Porque cada vez que una persona sufre un ACV, la estructura de la sociedad queda debilitada. Por tanto, la comunidad y las instituciones deben comprometerse con promover la educación y la concientización sobre el ACV al informar más sobre los factores de riesgo, los síntomas y la importancia de la atención médica oportuna”, dijo.
Se sabe también que “el mejor ACV es el que no pasa”, señaló. “Es clave que cada país implemente políticas públicas de prevención, regule la venta y la publicidad de productos de tabaco y alcohol, promueva la disponibilidad de alimentos saludables y fomente la creación de espacios públicos para realizar actividad física”, sostuvo Jiménez Monsalve.
Qué son las unidades de ACV en los hospitales
En tanto, el médico neurólogo Conrado Estol, fundador del Centro de Salud Breyna y director en el Sanatorio Güemes de la primera unidad de ACV en la Argentina, consideró que “el hallazgo central del estudio publicado resulta preocupante. Es que pesar de un aumento de los casos de ACV, asociado a factores como envejecimiento de la población y el aumento de la obesidad, el incremento de la mortalidad es paradójico”.
Durante el período de tiempo analizado, “se han registrado importantes avances en el diagnóstico y tratamiento del ACV y creció el número de médicos especializados”. Coincidió con los autores en las recomendaciones para mejorar la prevención y el tratamiento.
“Hoy resulta imperiosa la necesidad de que desarrollen más unidades de ACV en la región. Así como la unidad coronaria es esencial en un hospital para mejorar los resultados en el tratamiento de los infartos cardíacos, se ha demostrado que los pacientes tratados en unidades de ACV tienen una menor mortalidad”, subrayó Estol.
Al estar atendidos en ese tipo de unidades, “los pacientes reducen el riesgo de sufrir secuelas discapacitantes, y requieren menos tiempo de internación. También se reducen los costos de las hospitalizaciones. La creación de las unidades debería ser una prioridad en Sudamérica para optimizar el tratamiento del ACV”.