¿Cuánto importa para la Argentina, y en particular para la economía argentina, el resultado de la elección presidencial del próximo martes en EEUU?
Bastante, dice Marcelo Elizondo, director de la consultora DNI (Dirección de Negocios Internacionales) y presidente de la Cámara Internacional de Comercio en la Argentina.
Más allá de la relación bilateral, EEUU es el principal país del mundo y se trata de dos candidatos presidenciales, Donald Trump por el partido republicano, y la actual vicepresidente, Kamala Harris, por el demócrata, con distintas agendas internacionales.
Aunque menos intenso que en otras épocas históricas, el comercio bilateral sigue siendo importante para la Argentina; EEUU es su tercer mercado (detrás de Brasil y China), a la vez que tercer proveedor comercial de bienes (también detrás de Brasil y China) y un proveedor clave de tecnología, primer mercado para la exportación de servicios (ver mapa), principal inversor directo en el país y principal centro de financiamiento vía mercado de capitales.
A juicio de Elizondo, más que “proteccionista” como se mostró en la campaña electoral -en la que afirmó que subiría al 10% y hasta al 20% el arancel general de importación e impondría uno especial de 60% sobre los bienes hechos en China- Trump discriminaría más entre amigos y adversarios, lo que en principio favorecería a la Argentina.
Respecto del concepto de “amigo” en una era geopolíticamente recargada, Elizondo notó que un reciente informe de la Unctad, una agencia de Naciones Unidas precisó que en el bienio 2022/2023 el intercambio comercial entre países “geopolíticamente cercanos” aumentó el 6%, mientras que entre países “geopolíticamente distantes” cayó 4,5 por ciento.
“Trump tiene un discurso proteccionista, pero creo que usa los aranceles más como elemento de negociación y el que se alinea se beneficia. Con China claramente va a haber de vuelta una guerra comercial, pero en el caso argentino hay una potencial buena relación. Trump y Milei se manifestaron admiración recíproca, tienen en Elon Musk un amigo común y Demian Reidel (el jefe de asesores del presidente argentino) cultivó mucho esos vínculos. Claramente los dos tienen vocación de constituir una red de aliados, de una nueva derecha mundial: eso puede beneficiar al gobierno de Milei con un programa nuevo y más generoso del FMI y probablemente Argentina podría entrar en plan de inversiones americanas”, dijo Elizondo.
Ese plan sería la “Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas” que el actual jefe de la Casa Blanca, Joseph Biden, lanzó en la IX Cumbre de las Américas en 2022 en Los Ángeles y a la que adhirieron (amén de Canadá y México, ya socios de EEUU en el Usmca) Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Perú, República Dominicana y Uruguay, único miembro del Mercosur que se sumó a la iniciativa. “No es un acuerdo para reducir aranceles, sino para fomentar inversiones”, aclaró Elizondo.
En otro nivel, pero que sí involucra directamente a la Argentina, en agosto último el subsecretario de Estado de EEUU para “Crecimiento económico, Energía y Medio Ambiente”, José Fernandez, firmó con la entonces canciller argentina, Diana Mondino, un Memorandum de Entendimiento para una Alianza (partnership) sobre “minerales críticos”, un área en que China jugó hasta ahora fichas más grandes en territorio argentino.
La “agenda verde” de la “descarbonización” y la “electrificación” es ajena a Trump y a Milei, que rechazó la “Agenda 2030″ (ahora corrida a 2045) de la ONU, cuestión en la que Musk quedó algo a contrapié: su principal activo, Tesla, creció como supuesta arma de combate al cambio climático. Musk, en todo caso, de tener un rol en una gestión trumpista, lo sería en vena desregulatoria, símil Federico Sturzenegger en la Argentina. Ese fue el éxito de SpaceX, su empresa aeroespacial, que abarató las misiones espaciales a partir del método de prueba y error y evidenciar la futilidad de ciertas regulaciones de la agencia aeroespacial norteamericana (NASA).
Según Marcelo Elizondo, en caso de ganar Harris, no habría “afinidad” entre la Casa Blanca y la Rosada, pero a favor del gobierno de Milei seguiría jugando la necesidad de Washington de tener en América Latina un país de cierto tamaño y peso regional, como la Argentina, teniendo en cuenta la línea de los actuales gobiernos de Brasil, México, Colombia y Chile.
“Argentina sería el único país relevante de América Latina con una posición claramente pro-EEUU, como demostró recientemente el episodio Mondino”, dijo Elizondo, en referencia a la decisión de Milei de echar a la canciller por un voto en Naciones Unidas (contra el embargo comercial de EEUU a Cuba) contrario al de Washington y Tel Aviv.
“La relación personal no sería tan directa, pero habría lugar para buenas relaciones bilaterales”, concluyó Elizondo sobre una eventual convivencia entre las gestiones de Harris y Milei.
El diplomático y economista Felipe Frydman, quien trabajó en legaciones argentinas en EEUU y la Unión Europea y fue embajador de la Argentina en Tailandia, dijo a este medio que un aspecto en común de los programas de Trump y Harris es que en ambos casos aumentaría el déficit fiscal de EEUU (el republicano, por su promesa de recortar impuestos, aunque compensado en parte con el aumento de aranceles; la demócrata, por su programa de gastos), lo que podría demorar (o revertir) la reducción de las tasas de interés por parte de la Fed (Banco Central de EEUU), contra la conveniencia argentina
En la campaña, dijo Frydman, la única referencia a América Latina fue la inmigración, tema que las últimas administraciones norteamericanas no supieron contener ni resolver.
“Es lamentable que ninguno de los dos candidatos haga una referencia a la región, el espacio más contiguo de EEUU, que vaya más allá de la inmigración”, dijo el diplomático.
Otro aspecto negativo, agregó, es que ni Trump ni Harris hablan de apertura comercial, sino más bien de cerrar la economía de EEUU. Y tampoco hablaron de aumentar los recursos a los organismos multilaterales, como el FMI y el Banco Mundial.
A su vez, Frydman coincidió con Elizondo en que un gobierno de Trump podría ayudar a desarmar algunos pedidos del FMI (concretamente, una devaluación del dólar oficial) para que la Argentina acuerde un nuevo programa y acceda a un monto de “fondos frescos” que allanen una salida del cepo cambiario. El exembajador también consideró importante, en especial si gana Harris, el interés de Washington por una mayor participación de empresas de EEUU en proyectos de cobre, litio y otros “minerales críticos” en la Argentina.
Robin Brooks, un insistente crítico de la política económica y en particular de la política cambiaria del gobierno argentino, destacó en un reciente artículo en Brookings Institution, un centro bipartidario de Washington, que un eventual gobierno de Trump sería muy negativo para la Argentina pues al aumentar los aranceles tendería a fortalecer el dólar y meter presión sobre los países con monedas en relación fija o semifija con la de EEUU (como es el caso argentino, con su crawling peg del 2% mensual).
Elizondo concedió que cualquier restricción o dificultad al ingreso de bienes argentinos a EEUU, “de acero a limones”, sería un problema.
De todos modos, matizó, el entorno de Trump es más proclive a un dólar “débil”, que cuide el mercado interno. Un dólar fuerte sería negativo para la Argentina en tanto tendería a deprimir los precios internacionales de las materias primas que exporta el país, pero un dólar débil tendría como contrapartida postergar o revertir la baja de las tasas de interés.
Una particularidad de la política cambiaria argentina, notó Jorge Vasconcelos, investigador del Ieral de la Fundación Mediterránea, es que mientras en resto del mundo los mercados evalúan escenarios binarios en cuanto al efecto que las tasas de interés en EEUU y el valor del dólar puedan tener sobre sus monedas, en la Argentina las variables financieras y cambiarias pasaron un octubre apacible por el flujo de capitales locales que se acogió al blanqueo y empezó a reciclarse vía créditos en dólares o inversiones en bonos y acciones. Según Vasconcelos, un eventual escenario intermedio en EEUU (por caso, un Congreso dividido) podrían impulsar cambios (guerra comercial, alineamientos geopolíticos, nivel del dólar y de las tasas de interés de corto y de largo plazo) que no serían indiferentes para la Argentin, en un contexto en el que el gobierno mantiene los cepos en el mercado cambiario y monetario.
Más allá de lo que pase afuera, dijo Vasconcelos , el gobierno se acerca a un momento de definiciones macro, pues pese a la reducción del riesgo país y de la brecha cambiaria, pasar 2025 con cepo intacto implica el riesgo -algo en lo que coinciden varios economistas profesionales, cuyas advertencias irritan al gobierno, que llegó a desvirtuarlas como “astrología”- de acumular más presiones presiones y expectativas para el día después de las elecciones, pero no de las de EEUU, sino las legislativas de octubre 2025 en la Argentina.
Por ahora, notó Vasconcelos, el combo de dólar casi fijo y política monetaria expansiva (vía crédito al sector privado) es muy atractiva: los préstamos en pesos crecen a cerca del 10 % mensual real y las expectativas de tasas, inflación y dólar parecen ancladas por el “crawling peg” del 2% mensual del dólar oficial
El gobierno de Milei, subrayó por su parte Elizondo, ya demostró que mantendrá a rajatabla sus políticas.
“Argentina tiene que elegir entre dos males: un tipo de cambio apreciado, que contribuye a la estabilidad al costo de perder competitividad, o un peso depreciado, con riesgo de reinicio inflacionario y, de última, también pérdida de competitividad”, dijo el director de DNI. Está claro, concluyó, que la gestión mileísta eligió lo primero y mostró suficiente firmeza, como muestra la liquidación récord de divisas de la agroexportación en octubre. Más que esperar por una devaluación o reducción de retenciones, el campo parece haberse al fin convencido de que no conviene esperar, porque el poder adquisitivo del dólar, más que mejorar, puede seguirse reduciendo.
“Si Trump gana seguramente tendrá una acción muy determinada para reducir o terminar conflictos. Fue el único de los últimos presidentes de EEUU que terminó su mandato sin guerras. Por eso seguramente querrá poner fin a la intervención en la guerra en Ucrania, en Medio Oriente, en África”, subrayó Elizondo. Harris, agregó, “tiene muy poca experiencia” y su diplomacia más “principista” auguraría un mundo más conflictivo y volátil en el que la Argentina sería más vulnerable, destacó el analista internacional.