Los grandes atentados de la pasada década en Europa dieron paso a una amenaza creciente del terrorismo de ultraderecha, pero el acecho yihadista no cesa. Fuerzas policiales de Alemania, Bélgica y los Países Bajos detuvieron en la madrugada del viernes a nueve personas, sospechosas de planear posibles atentados.
Siete cayeron en territorio alemán (procedían de Turkmenistán, Kirguistán y Tayikstán), y los otro dos en territorio holandés (un tayiko y una mujer kirguiza), mientras sigue en curso la operación en Bélgica centrada en las regiones de Liega y Verviers, precisamente cerca de las fronteras con Países Bajos y Alemania.
La mayor parte de la información dada a conocer procede de la Fiscalía de la ciudad alemana de Karlsruhe. Esta afirmó que un grupo de yihadistas se había establecido en el territorio del Lander de Renania del Norte – Westfalia, desde donde preparaban atentados “de fuerte visibilidad”. Ya tenían armas aunque por ahora no se dieron a conocer planes específicos.
Los siete detenidos en Alemania llegaron el año pasado mezclados entre los casi cuatro millones de refugiados ucranianos que huyeron de su país tras la invasión militar rusa.
Algunos habían obtenido documentos que les permitían residir legalmente en territorio alemán y se habían dedicado a obtener fondos para financiar sus futuras actividades terroristas.
Vínculos con el grupo ISIS
La Fiscalía alemana asegura que estaban en contacto con el grupo conocido como “Estado Islámico en el Khorassan” (EI-K), la rama afgana del grupo terrorista ISIS que llegó a controlar una buena parte del norte de Siria.
El “emirato de Khorassan”, creado en 2015 por el Estado Islámico, es una antigua denominación que quiere englobar a territorios que ahora pertenecen a varios países del sur y centro de Asia como Afganistán, Pakistán, Kirguizistán, Tayikistán y hasta el sur de Rusia. La mayor parte de sus miembros son antiguos talibanes expulsados de tierras paquistaníes pero también gentes de Asia Central.
La Fiscalía holandesa, por su parte, no sabe todavía si los dos detenidos en su país habrían actuado junto a los arrestados en Alemania o si preparaban atentados en territorio holandés. Pero justifica las detenciones porque asegura que la cantidad de indicios recogidos era suficiente para temer que pasaran a la acción en breve.
Los informes de las instituciones europeas de los últimos años señalaban como mayor peligro al terrorismo de ultraderecha, pero poco a poco volvían a poner el foco sobre la vuelta del yihadismo.
Hace sólo dos meses el organismo holandés encargado de coordinar la lucha antiterrorista emitía un informe en el que apuntaba a la creciente amenaza yihadista y específicamente a ramas regionales del ISIS que hubieran podido colar a algunos miembros en Europa.
En Bélgica hubo advertencias similares, como la del Órgano de Coordinación para el Análisis de las Amenazas (una oficina donde convergen desde los servicios secretos civiles, los militares, las Fuerzas Armadas, la Policía o la Justicia), que decía que la propaganda del EI-K se había fortalecido en los últimos meses.
Cuando los gobiernos europeos abrieron las fronteras a más de cuatro millones de ucranianos sabían, porque así lo reconocían sus diplomáticos, que tal afluencia de personas era imposible de controlar adecuadamente.