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El film del horror: Israel proyectó a 100 periodistas 43 minutos de videos inéditos de las “crueldades inhumanas” cometidas por Hamas

Las imágenes son de las cámaras corporales que llevaban los terroristas, las del personal de rescate de emergencia o de los servicios de seguridad israelíes y los celulares de las víctimas.

El film del horror: Israel proyectó a 100 periodistas 43 minutos de videos inéditos de las “crueldades inhumanas” cometidas por Hamas

Una película de 43 minutos y 44 segundos, un tiempo interminable para quien la ve, pero que no es más que una selección de al menos “un par de terabytes de materia prima recogida hasta ahora” de las terribles imágenes que dejó el ataque de Hamas a Israel el pasado 7 de octubre.

El Ejército israelí decidió mostrar a los medios extranjeros, incluida la agencia de noticias ANSA, una selección de los videos de la masacre. Son “cientos de horas” filmadas por las cámaras de los propios terroristas que fueron encontradas en los cuerpos abatidos, pero también en los teléfonos móviles de las víctimas y de los rescatistas, de las redes sociales, de las cámaras de los autos, de la videovigilancia privada de los kibutz.

En la sala Elias y Lila Kalimian Idf, la sala de proyección de la base militar de Glilot, estaban prohibidos las cámaras fotográficas y los teléfonos móviles de los periodistas. Los testigos eran los ojos. Y nada más.

Israel no quiere que esas imágenes lleguen a familiares ni a supervivientes, por eso fueron muy cuidadosos en que no se difundan y por eso los militares habían dicho: “contamos con su comprensión”. Los periodistas no tenían más remedio que observar horrorizados y tomar notas.

“Pensamos durante mucho tiempo si mostrárselos o no. Decidimos hacerlo porque necesitamos entender, incluso nosotros mismos, por qué luchamos en Gaza. Necesitamos captar el significado de este crimen contra la humanidad y crear una memoria colectiva para el futuro”, explicó el vocero del Ejército, Daniel Hagari, antes de la proyección, y advirtió: “Esto no es una película”. Y en realidad no lo es, es una patada en el estómago.

Crónica de un genocidio

El video sigue un orden más o menos cronológico: comienza con hombres de Hamas en camionetas entrando a Israel, jubilosos y llenos de ferocidad. “Fue un ataque planeado desde hacía mucho tiempo. Tenían órdenes precisas: matar, mutilar, violar, secuestrar a civiles. No a los soldados, sino a los civiles. Tenían que causar el mayor dolor posible”, subrayó Hagari.

Luego llegan a la puerta del kibutz de Beeri con las primeras luces del amanecer. Le disparan a un hombre en un coche, una, dos, tres veces, mientras el vehículo sigue avanzando. El comando va casa por casa disparando a todo lo que se mueve, incluido un perro que venía hacia ellos moviendo la cola.

Con encendedores prendieron fuego a tiendas y casas. En la filmación se ven decenas de cadáveres carbonizados, incluidos recién nacidos.

Otros grupos de atacantes, incluidos civiles armados, bloquean los coches en las carreteras principales con fuego de Kalashnikov, se acercan a la ventana y disparan, disparan, disparan. Hasta que estén seguros de haber matado a todos los ocupantes, muchos son los jóvenes que regresan del festival de música de Reim, con sus cuerpos arrastrados y amontonados al costado de la carretera.

La mayoría de los vídeos no tienen sonido. Pero no hace falta que lo haya. El horror se siente igual. Por ejemplo en un padre que, alertado por los disparos, se lleva a sus dos hijos todavía en ropa interior a pasar la noche y trata de esconderlos en un refugio.

Los terroristas los encuentran, les lanzan una granada y el padre muere

Los periodistas presentes en la sala quedaron horrorizados, algunos sollozando ante las imágenes de los dos niños aterrorizados y ensangrentados.

Los dos pequeños se escapan a la casa y se encierran en la cocina. “¡­Papá está muerto!”, grita entre lágrimas el más chico, de unos ocho años. “Lo sé. Creo que nos vamos a morir”, responde el mayor, preocupado por su hermano pequeño: “Ves por este ojo?”, “No!”, responde asustado.

El niño se vuelve por un momento hacia la cámara del hogar, en lugar del ojo hay un agujero negro. Entra un miliciano y toma una copa. “Quieres agua?”, le pregunta el terrorista al niño.

“­No, ¡quiero a mi madre! ¿Por qué estoy vivo?’ ¿Por qué estoy vivo?’”. El destino de los dos niños se desconoce.

El horror continúa. Un terrorista intenta decapitar a un hombre con una pala, falla y vuelve a intentarlo. Un bebé recién nacido con su mono colorido tiene el cráneo aplastado, se puede ver su cerebro. Cuerpos de soldados decapitados.

Un hombre en el campo ya parece muerto, le vuelven a disparar. No vemos escenas de violación, sino el cadáver de una mujer a medio vestir, con una herida profunda en el muslo. Otra se esconde debajo de una mesa, la buscan, la encuentran, le disparan. Trapos en la boca, manos atadas a la espalda. Los jóvenes de la fiesta se esconden, desesperados por el miedo, los oyen llegar, un niño castañetea los dientes con los ojos muy abiertos en una mueca de puro terror. La bandera negra de Estado Islámico aparece en más de una imagen: “Hamas y Daesh tienen el mismo objetivo, el Islam no tiene nada que ver con eso”, explica Hagari.


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