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El Papa Francisco criticó la misa kirchnerista en Luján y pidió que “el poder no se apoye en la sacralidad”

Al hablar en la apertura de un congreso religioso en Kazajistán, abogó para que “lo sagrado no sea instrumentalizado por lo profano”.

El Papa Francisco criticó la misa kirchnerista en Luján y pidió que “el poder no se apoye en la sacralidad”

Tras la fuerte polémica que suscitó la misa que organizó el domingo el kirchnerismo en la Basílica de Luján, el Papa Francisco realizó hoy una exhortación ante líderes religiosos de todo el mundo que parece salir al cruce de la controversia en su país: ”¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad!”.

Fue al hablar en la apertura del VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales que se realiza en Nur-Sultán, la capital de Kazajistán, a donde llegó ayer, ocasión en la que también abogó para que "no justifiquemos nunca la violencia”, ni “permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano”.

El intendente de Luján, Leonardo Boto, le había pedido al arzobispo de Mercedes-Luján, Jorge Scheinig, que oficiara una misa “Por la Paz y la Fraternidad” en el marco de la oración por la convivencia a la que habían convocado los obispos el fin de semana pasado, iniciativa que asumió el gobierno y todo el kirchnerismo.

La actitud del oficialismo provocó el inmediato malestar de la Conferencia Episcopal por considerar que existía el riesgo de una apropiación partidaria, ya que no estaban dadas las condiciones para que la oposición sea de la partida, más allá de que fuese invitada por el gobierno.

Hacia el final de la celebración, monseñor Scheinig dijo que la convocatoria había adquirido una envergadura imprevista, señaló que la basílica “recibe a todos” y pidió disculpas por “si metí la pata”. Pero luego el Episcopado y Scheinig buscaron dejar atrás la polémica.

En un extenso discurso ante más de cien delegaciones religiosas, Francisco también llamó a luchar "el odio, la violencia y el terrorismo”, consideró que "el mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza" y llamó a hacer frente a los desafíos de la pandemia, la paz, la acogida fraterna entre humanos y el cuidado del ambiente.

"Lo que les propongo no es sólo un camino para ser más sensibles y solidarios, sino un itinerario de sanación para nuestra sociedad", les dijo el pontífice en el Palacio de la Independencia ante líderes religiosos como el gran imán de Al-Azar, Ahmed Al Tayeb y el gran rabino de Israel, David Lau.

En ese sentido, afirmó que ”es precisamente la indigencia la que permite que se propaguen las epidemias y otros grandes males que prosperan en el ámbito de las necesidades y las desigualdades. El mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza”.

Advirtió que "mientras sigan haciendo estragos la desigualdad y las injusticias, no cesarán virus peores que el Covid: los del odio, la violencia y el terrorismo” y mencionó cuatro "desafíos globales" para los que convocó a trabajar al mundo religioso.

"La pandemia, entre vulnerabilidad y cuidados, representa el primero de cuatro desafíos globales que quisiera indicar y que llaman a todos, aunque de manera especial a las religiones, a una mayor unidad de propósitos", sostuvo y consideró que la Covid-19 "nos ha puesto a todos en igualdad de condiciones”.

 Luego lamentó: ”¡Cuántos, todavía hoy, no tienen fácil acceso a las vacunas! Estamos de su parte, no de la parte del que tiene más y da menos”.

A continuación se refirió al “desafío de la paz”. Y pidió: ”No justifiquemos nunca la violencia. No permitamos que lo sagrado sea instrumentalizado por lo que es profano".

Y completó:"¡Que lo sagrado no sea apoyo del poder y el poder no se apoye en la sacralidad! Dios es paz y conduce siempre a la paz, nunca a la guerra".

"Después de los desafíos de la pandemia y de la paz, recabamos un tercer desafío, el de la acogida fraterna", señaló y lamentó que "cada día bebés por nacer y niños, migrantes y ancianos son descartados" y que "numerosos hermanos y hermanas mueren sacrificados en el altar del lucro, envueltos en el incienso sacrílego de la indiferencia”.

Finalmente,Franciscoconvocó a las religiones a trabajar en un cuarto desafío, el de la protección del ambiente y la denominada "casa común”. "Frente a los cambios climáticos es necesario protegerla, para que no sea sometida a las lógicas de las ganancias, sino preservada para las generaciones futuras", concluyó.

 


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