Entre las profundas reformas que deja como legado el fallecido papa Francisco, se destaca el manejo de la economía de El Vaticano, ya que en 2014 renovó el sector de las finanzas. En ese marco, creó un Secretariado para la Economía desde el cual se implementó un marco para las inversiones y se tomaron medidas anticorrupción.
El balance de 2023 del Vaticano arrojó un déficit operativo de 83 millones de euros, mayor incluso que el saldo fiscal negativo del año previo, que había sido de 33 millones de euros. El diminuto Estado-nación llevaba años operando con números deficitarios.
Por eso, el papa Francisco intentó equilibrar recurriendo a los dividendos de sus inversiones, al patrimonio inmobiliario y a los ingresos de los museos.
"Es necesario que todos hagamos un esfuerzo extra para que el ‘déficit cero’ no sea solo un sueño, sino una meta alcanzable", sostuvo en aquel momento Jorge Bergoglio.
Por otro lado, a través de ese Secretariado se llevó adelante el saneamiento del Banco del Vaticano y cerró 5.000 cuentas bancarias consideradas sospechosas. También realizó un inventario para llevar el registro de los inmuebles de la Santa Sede, tras lo cual se detectaron 300 inmuebles que sumaban una renta de 60.000 euros al año.
Sumado a esto, Francisco impulsó una serie de recortes salariales de los distintos trabajadores de la Santa Sede. Asimismo, suspendió el pago de bonos y asignaciones que cobraban los cardenales como parte de su sueldo mensual.
También le preocupaban los crecientes pasivos del fondo de pensiones del Vaticano, que en 2022 fueron estimados en unos 631 millones de euros.
Su última medida relacionada a la economía fue tres días antes de ser ingresado al hospital por una neumonía doble, cuando ordenó la creación de una nueva comisión para incentivar las donaciones a la sede de la Iglesia católica.