Mientras en Argentina todo es ilusión y expectativa tras la clasificación a semifinales del Mundial Qatar 2022, The Washington Post publicó un artículo en la víspera del infartante partido frente a Países Bajos en el que plantea las supuestas razones por las cuales en el seleccionado nacional no hay futbolistas negros.
“Mientras los aficionados siguen de cerca el éxito de Argentina en la Copa del Mundo de este año, surge una pregunta: ¿Por qué no hay más jugadores negros en la selección argentina? En marcado contraste con otros países sudamericanos como Brasil, la selección argentina de fútbol palidece en términos de representación negra”, comienza el artículo firmado por Erika Denise Edwards, profesora asociada del Departamento de Historia de la Universidad de Texas en El Paso y experta en identidades raciales.
Según Edwards, esta pregunta viene de 2014, cuando algunos observadores hicieron bromas sobre cómo hasta el equipo de fútbol de Alemania tenía al menos un jugador negro, mientras que parecía que Argentina no tenía ninguno durante la final de la Copa del Mundo de ese año en que el elenco nacional perdió 1-0 frente a los alemanes en tiempo suplementario.
Durante su análisis, la autora del libro premiado Escondiendo a la vista: mujeres negras, la ley y la creación de una República Argentina Blanca (“Hiding in Plain Sight: Black Women, the Law and the Making of a White Argentine Republic”) se apoya en los datos que arrojó el censo realizado por el Gobierno nacional en 2010: 149.493 personas, lo que equivale al 1 por ciento del país, eran negras, y eso contribuia a pensar que Argentina es una nación blanca.
En su columna, Edwards plantea la existencia de algunos mitos que podrían explicar la ausencia de argentinos negros. Uno de ellos refiere a que los hombres negros fueron utilizados como “carne de cañón”, lo que derivó en una enorme cantidad de muertos durante las guerras a lo largo del siglo XIX. Los ejércitos revolucionarios, por ejemplo, reclutaron esclavos para luchar en las guerras de independencia de Argentina (1810-1819) contra las fuerzas españolas, con la promesa de libertad después de cinco años de servicio. Sin embargo, Edwards cita al historiador George Reid Andrews, quien argumentó que muchos simplemente desertaron y optaron por no regresar a su lugar de nacimiento.
En cambio, estudios más recientes revelaron que algunas mujeres negras en Argentina optaron por hacerse pasar por blancas o amerindias, y así obtener los beneficios que la blancura les brindaba a sus hijos y a ellas mismas.
Otra hipótesis sobre la falta de representación negra en la sociedad argentina que expone Edwards en su artículo apunta al brote de enfermedades, especialmente la fiebre amarilla en 1871. Pero esta versión luego fue desacreditada, debido a que los datos muestran que los brotes no afectaron a la población negra en mayor proporción que al resto.
Sin embargo, también cabe destacar que Argentina acogió a muchos negros durante siglos, desde que muchos inmigrantes provenientes de Cabo Verde comenzaron a migrar al país en el siglo XIX con sus pasaportes portugueses, para luego ingresar a la nación en mayor número durante las décadas de 1930 y 1940 en busca de empleo como marineros y trabajadores portuarios.
Pero para Edwards, lo que hace que la historia de Argentina sea única en este contexto es que tuvo éxito en su impulso por construir su imagen como un país blanco. La experta lo atribuye a la acción de algunos protagonistas de nuestra historia, como por ejemplo el inspirador de nuestra Constitución. En la década de 1850, explica Edwards, el filósofo, político y diplomático Juan Bautista Alberdi promovió la inmigración de europeos blancos al país, en tanto que el presidente argentino, Justo José de Urquiza (1854-60), apoyó las ideas de Alberdi y las incorporó en la primera constitución del país.
En contrapunto, otros líderes argentinos blancos como Domingo Faustino Sarmiento, ex presidente de Argentina entre 1868 y 1874, elaboraron una narrativa diferente para borrar la negritud porque equipararon la modernidad con la blancura, dice el artículo.
Salteándose la Asamblea del año XIII, que decretó la libertad de vientres, el artículo dice que Argentina abolió la esclavitud en 1853 en la mayor parte del país y en 1861 en Buenos Aires, y los líderes de Argentina se enfocaron en la modernización, mirando a Europa como la cuna de la civilización y el progreso. De esta manera, creían que, para unirse a las filas de Alemania, Francia e Inglaterra, el país tenía que desplazar a su población negra, tanto física como culturalmente, algo que se replicó en gran parte de América Latina, como Brasil, Uruguay y Cuba.
A pesar de que distintos líderes intentaron borrar la negritud del país, la población negra argentina permanece y más afrodescendientes continúan migrando hacia estas latitudes, provenientes de países como Senegal, entre otros, dice Edwards. Señala, por ejemplo, que en la última década, “afrodescendientes de otros países latinoamericanos, como Brasil, Cuba y Uruguay” han ingresado en número creciente a la Argentina “en busca de oportunidades económicas”.
Aunque Argentina, según la experta, ha ocultado sus “categorías raciales”, en el intento “por ser vista como una nación moderna y blanca, la presencia de personas descritas como morocho hace un guiño a esta historia de eliminación de negros e indígenas”. “Morocho”, aclara la autora de la nota, es “una etiqueta inofensiva” que “sigue utilizándose hoy en Argentina”. “Este término, que hace referencia a los que son “de color canela´´, se ha utilizado como forma de distinguir a las personas no blancas”, explica.
En el artículo, no falta la referencia al “morocho más famoso de Argentina” que es “la leyenda del fútbol, Diego Maradona”, que, “saltó a la fama en las décadas de 1980 y 1990″. Edwards destaca que “el país vivió tres días de luto nacional cuando falleció en noviembre de 2020″. “Esta leyenda no blanca se convirtió en la cara del fútbol argentino e, irónicamente, en una ‘nación blanca’”, comenta Edwards.
En referencia al actual seleccionado nacional, la autora del artículo admite que “varios jugadores del equipo de hoy” pueden ser “descritos como morochos en Argentina”.
“Entender esta historia revela una Argentina mucho más diversa de lo que mucha gente suele asociar con ella”, es una de sus conclusiones. Pero también considera que es misma historia revela “los esfuerzos concertados para borrar y minimizar la negritud en los intentos de crear lo que muchos de los líderes de la nación percibían como una nación moderna”.
Para Edwards, si bien el equipo de fútbol de Argentina puede no incluir personas de ascendencia africana o personas que la mayoría vería como negras, tampoco es un equipo “blanco”.