Las explosiones ocurrieron en múltiples ubicaciones del Líbano y Siria, y generaron pánico y caos mientras las autoridades locales y hospitales luchaban por atender a los heridos y solicitaban donaciones de sangre, en lo que se considera la mayor falla de seguridad contra el grupo en casi un año de conflicto con Israel.
Según el Ministerio de Salud del Líbano, nueve personas, entre ellas una niña, murieron en las explosiones y 2800 resultaron heridas, 200 de ellas están en estado crítico, en Líbano y Siria.
Según Hezbollah, tres miembros del grupo, incluido el hijo del parlamentario libanés Ali Ammar, murieron en una de las explosiones, y una niña de nueve años, Fatima Jaafar Abdullah, perdió la vida cuando un dispositivo explotó en la casa de sus padres en el pueblo de Saraain.
El canal de noticias Alhadath, de propiedad saudí, cita fuentes anónimas que afirman que altos dirigentes de Hezbollah y sus asesores resultaron heridos. Además, 14 personas fueron trasladados a hospitales en la capital Siria, Damasco, y sus alrededores, y el medio iraní Saberin informó que siete personas murieron en Siria, en el barrio de Seyedah Zeinab, un bastión chií de Damasco.
El primer ministro libanés, Ziad Makary, condenó lo que calificó como “agresión criminal israelí” tras las explosiones que se registraron en todo el país, describiéndolas como “una grave violación de la soberanía libanesa”.
Por su parte, la agencia de noticias estatal iraní IRNA dijo que el embajador del país, Mojtaba Amani, resultó herido superficialmente por la explosión de un bíper y estaba siendo atendido en un hospital.