Como en un clásico de Hollywood, el FBI detuvo en Miami a Víctor Manuel Rocha, exdiplomático de EE.UU. que cumplió funciones en Argentina a principios de este siglo: es acusado de ser un espía que trabajó para la Dirección General de Inteligencia de Cuba durante 40 años.
Rocha, de 73 años, que deberá declarar ante la Justicia de Florida por traición a la patria, también trabajó en el Consejo de Seguridad Nacional estadounidense entre 1994 a 1995 y cumplió funciones en República Dominicana, Guatemala e Italia.
Según la denuncia, Rocha "apoyó en secreto a la República de Cuba y su misión clandestina de recopilación de información de inteligencia contra Estados Unidos".
El acusado nació en Colombia, pero se naturalizó como ciudadano estadounidense en la década de 1970 y en 1981 ingresó al gobierno local. Buscó y obtuvo puestos para acceder a información clasificada con la capacidad de “afectar la política exterior” de Estados Unidos. El objetivo era simple y claro: ayudar al gobierno cubano.
Fue embajador en México y en Bolivia. También ocupó otras tareas en las embajadas de Honduras, México y Argentina. Sin embargo, obtuvo el puesto de mayor nivel en 2012, cuando fue nombrado como asesor del Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos, dedicado a vigilar los asuntos de seguridad relacionados con Cuba.
Un espía cubano se infiltró en el gobierno de EEUU por 40 años
Comienzo de la misión y paso por Argentina
Para cumplir su misión, el acusado obtuvo un empleo en el Departamento de Estado estadounidense entre 1981 y 2002 "en puestos que le proporcionaron acceso a información no pública, incluida información clasificada".
Tras abandonar el Departamento de Estado, Rocha fue asesor del Comando Sur de EE.UU., un mando conjunto de las fuerzas armadas cuya área de responsabilidad incluye monitorear a América latina, incluyendo a Cuba. Entre 1999 y mediados de 2002, Rocha fue embajador de EE.UU. en La Paz.
Ya como funcionario de la Secretaria de Estado, el equivalente a la Cancillería, Rocha pasó por varios consulados y embajadas: fue el Primer Secretario de la Embajada de EE.UU. en México DF; Ministro Consejero de la Embajada en Santo Domingo; empleado del Departamento de Estado en el área de Asuntos Interamericanos con especial atención sobre Cuba; y desde 1996 a 1997, Oficial Principal Adjunto de la Sección de Intereses de los EE.UU. en La Habana.
A la Argentina llegó durante los últimos años del gobierno de Carlos Menem y el inicio de la gestión de Fernando de la Rúa. Era el "virtual" embajador, ya que el por entonces senador de ultraderecha Jesse Helms nunca aprobó el pliego del reemplazante de James Cheek, el embajador que, tras su retiro, terminó embelesado por los dólares que le ofreció Eduardo Eurnekian para ser parte de la Corporación América.
Manuel Rocha, entre la inteligencia y el engaño
A pesar de que el trabajo como espía había sido muy prolijo, Rocha cometió un error y confió en quién le tendía una trampa. En noviembre del año pasado, recibió un mensaje por WhatsApp de un hombre que se hacía llamar “Miguel”, quien además decía ser agente de inteligencia de Cuba, al igual que él. La intención era establecer un primer contacto y conocerse como “compañeros”.
Tuvieron una conversación telefónica en el que “Miguel” le dijo que había “problemas en la Isla”, en referencia a Cuba y “en nuestra embajada”. Frente a estos comentarios, pautaron una reunión en la Iglesia de Miami, ciudad en donde reside Rocha, quien aceptó sin dudar.
Como toda persona preparada en el arte del espionaje, tomó sus recaudos y aplicó técnicas de detección de vigilancia: viajó por el camino más largo hacia el punto de encuentro y se detuvo en un bar a pocos metros para observar el plano general para evitar ser descubierto.
Tanto la conversación telefónica, como la hoja de ruta de Rocha hacia la Iglesia, fueron monitoreadas por agentes del FBI. De hecho, “Miguel” era un agente encubierto que grabó en video toda la conversación que tuvo con Rocha.