El mensaje de Lula a dos días de asumir como presidente: "Democracia". (Foto: Cuenta de Twitter de Lula)
Lula da Silva: "Un legado maldito"
Lula da Silva usó esa frase para describir el país que recibía de Fernando Henrique Cardoso, en su primera presidencia de 2003. Pero sus asesores reconocen que esa definición fue exagerada en ese momento. Y ahora tal vez, parezca poco frente al Brasil que le deja Jair Bolsonaro para gobernar.
Fue uno de los países más castigados por la pandemia. Tuvo 36.302.415 de infectados y 693.734 muertos. En gran parte, porque Bolsonaro se demoró en sus políticas sanitarias al referirse durante meses como una "gripezinha" a la pandemia.
Pero las cuentas tampoco dan bien para el gigante latinoamericano. Tiene un rojo presupuestario y un gran problema con la seguridad social y la asistencia a los más necesitados y sin trabajo.
Bolsonaro logró que el Congreso le votara una suerte de "planes sociales" como los que están vigentes en la Argentina. El plan "Auxilio Brasil" entregó dinero todos los meses como subsidio. El presidente saliente lo subió a $600 reales (unos US$120) como un recurso electoral.
Lula con sus equipos de transición se concentró en lograr una prórroga del Congreso. Bolsonaro, a propósito, puso su último día de presidente como fecha de finalización de ese subsidio.
También tiene un fuerte desafío con la educación. Bolsonaro disminuyó los aportes nacionales bajo la excusa del federalismo brasileño. Así, bajó el porcentaje destinado en el presupuesto nacional.
Estados con mayores recursos como San Pablo, Río de Janeiro o Minas Gerais tienen un balance marcadamente a su favor frente a las escuelas del nordeste del país.
La situación de la economía de Brasil
Lula da Silva demoró en confirmar el nombre clave del ministro de Hacienda. Será Fernando Haddad. Este político y economista de Haddad, de 59 años, es visto con cierto recelo desde el centro económico y financiero de Brasil.
Fue gobernador de San Pablo, el motor económico de Brasil. Con Lula impedido de competir electoralmente en 2018 por estar condenado, fue su candidato para enfrentar a Jair Bolsonaro, pero perdió en segunda vuelta presidencial.
Haddad quería volver a la gobernación de San Pablo en estas elecciones, pero el candidato bolsonarista le ganó por 10 puntos en el ballotage. Lula lo rescató para que sea su ministro de Economía.
Defiende las ideas heterodoxas, algo pregonado por el Partido de los Trabajadores. Lula quiere un aumento del gasto público y un Estado más grande con un rol importante de las empresas públicas. Esto no es del agrado del establishment paulista, que prefería alguien más ortodoxo.
En estos días, Haddad, para llevar tranquilidad a los mercados, declaró que es partidario de mantener una administración responsable que no aumente el déficit fiscal.
La inflación, derivada del parate de la pandemia, también subió en Brasil. Pero Bolsonaro, en plena campaña tomó medidas para reducirla. La acumulada hasta noviembre ( 2021 a 2022) dio el 6%, pero la del año 2022 está por terminar en el 5.2%.
Además, el Banco Central acumula reservas por USD353.169 millones. A poco de mostrar solvencia en la Economía, aún desde la heterodoxia, Haddad tendrá muchas chances de salir del estancamiento económico del Brasil.
Las alianzas se saldan con ministerios
Lula se tomó una foto con su equipo de ministros. Sorprendió porque parece sacada en un acto político o proselitista. Sucede que en su tercera presidencia tendrá un gabinete con...37 ministerios.
La razón se explica por los compromisos asumidos en las alianzas que fue tejiendo para ganar en la segunda vuelta. De los elegidos, 11 son mujeres, menos del 33%. Pero entre ellas se destaca Simone Tebet. Fue tercera en la primera vuelta y enseguida dijo que apoyaría a Lula en el ballotage.
Desde el primero de enero de 2023 será la ministra de Planificación, un cargo importante por el plan de obras públicas que planea lanzar el presidente entrante.
Recuperar la imagen de Brasil en el mundo
Jair Bolsonaro en muchas cosas puede ser definido como el "Trump sudamericano". Especialmente en política exterior.
Aisló a Brasil, pese a ser experto en las relaciones diplomáticas exitosas. Tuvo una pésima relación con sus vecinos, especialmente la Argentina.
Devaluó la consideración del Mercosur y solo se preocupó de ser un aliado de confianza de Estados Unidos, especialmente con Trump en la Casa Blanca. Su enfrentamiento en un G20 con Emmanuel Macron, presidente francés, por la deforestación del Amazonas es una de las "marcas" de su presidencia.
Por eso Lula piensa transformar su política para el Amazonas en la principal vía para "reintroducir" en el mundo al Brasil. Ya en la COP27 - asistió como invitado por ser presidente electo - se declaró abierto a la colaboración internacional para este tema. Su compromiso no solo es frenar la deforestación, sino recuperar lo máximo posible de su vegetación.
También definió a China como un nexo importante para el futuro de las relaciones exteriores brasileñas. Algo que puede traerle algún roce con los Estados Unidos. Washington y Brasilia han tenido siempre una excelente relación, más allá de los gobernantes.
Lula también apuesta por la multilateralidad, con lo que cabe esperar un regreso de Brasil a los intereses comunes en Latinoamérica en general y Sudamérica en especial.
Jair Bolsonaro, ausente con aviso
El actual mandatario dijo al aceptar la derrota - tardó varios días en hacerlo - que no estaría en la ceremonia para el traspaso del poder. Y estará casi a 4.000 km. de distancia. El 1° de enero de 2023 anunció que estará en Mar-a-Lago en la residencia de Donald Trump. Un ejemplo nada democrático y republicano.
Lula da Silva no lo va a extrañar. Tiene por delante el desafío de volver a poner al Brasil en la senda que dice su bandera: orden y progreso.