Brasil definirá este domingo el nombre de su presidente a partir del próximo 1 de enero de 2023. Son 156.454.011 electores que tienen que optar entre Lula, el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) y el actual mandatario, Jair Bolsonaro.
En el gigante sudamericano, el nombre del triunfador tendrá un notorio efecto en la región. Si Lula logra llegar a la presidencia por tercera vez en su vida, será un líder para la izquierda (o centroizquierda), que gobierna en 6 de los 10 países de la región. En cambio, si Bolsonaro da lo que podría considerarse como la sorpresa, legitimará un liderazgo severamente cuestionado internamente y en el exterior.
Cómo restaurar a un país divido
El mapa electoral de la primera vuelta trazo una división clara. Del noroeste al centro, Lula se impuso notablemente. En el sudeste, que agrupa a los distritos más importantes en términos económicos del país, Bolsonaro logró un triunfo que lo colocó en la segunda vuelta con un caudal de votos que ninguna encuestadora logró detectar. De hecho, sumó 8 puntos más de lo que le daban los sondeos. Pasó del 36% estimado a un 43,2 %.
Lula triunfó como se esperaba y quedó al borde de ganar en primera vuelta, con el 48,4% de los votos. Pero los sondeos le daban incluso la chance de superar el 50%, algo que finalmente no sucedió.
Es por eso que los candidatos concentraron sus esfuerzos por aumentar su caudal de votos en las zonas en las que triunfaron. Pero con la clave en tres estados principales, uno de ellos fundamentales.
En Río de Janeiro y en San Pablo, los motores del turismo y la economía, respectivamente, se impuso Bolsonaro. Sin embargo, en Minas Gerais, el triunfo fue para Lula.
Minas Gerais, la clave para llevarse la elección
El estado limita con San Pablo, Río y la capital, Brasilia. Por su riqueza e importancia, es considerado como un "reflejo exacto" del país. Tiene más de 22 millones de habitantes. Quiere decir que 1 de cada 10 votantes está en ese distrito. Lula ganó por 6 millones de votos sobre Bolsonaro la primera vuelta en todo el país. Minas Gerais será el termómetro del balotaje.
Por eso, los spot de campaña de Lula llaman a votar masivamente este domingo y lo hace por un "mañana que será mejor".
Del otro lado, Bolsonaro tiene un discurso similar, al menos en las redes. Reseña lo que define como sus logros y los proyecta al Brasil del futuro.
Un tuit del propio Bolsonaro buscó resaltar los logros de su gestión: "El desempleo cae al 8,7% y alcanza la tasa más baja en casi una década. Esto con una pandemia y una guerra que afecta a toda la economía mundial. Privatizaciones, concesiones, reducción de burocracia y confianza en el gobierno federal". Y promete: "¡Todavía hay mucho por hacer!"
La incertidumbre por la economía
Lula tiene el aval de los que llegaron detrás de Bolsonaro en la primera vuelta electoral. También de Fernando Henrique Cardoso, el exministro de Economía y luego presidente de Brasil, quien encaminó al país desde la creación del Real.
El establishment, con base en San Pablo, le pidió a Lula un plan económico en el tiempo entre ambas elecciones. El candidato del PT respondió este jueves con una carta de 9 páginas y 13 puntos. Allí propone lo que el mundo de las finanzas quería escuchar: "Política fiscal responsable, reglas claras y realistas". Algo que lo emparenta más con el Lula de su primer gobierno (2003-2006) y no el "desequilibrado" en términos económicos de 2006 a 2010.
La respuesta fue positiva: subió la bolsa de San Pablo y bajó el valor del dólar.
¿Bolsonaro aceptará una derrota?
Es la gran pregunta que la clase política brasileña se hace. Siempre habla de democracia, pero como Donald Trump en los Estados Unidos, ha hecho una infinidad de reclamos por la "transparencia" de las elecciones. En ese sentido, apuntó contra el espionaje internacional hasta la posibilidad de fraude con las urnas electrónicas, el mecanismo con que se vota en Brasil y que nunca se cuestiona.
La denuncia sorprende cada vez que la hace. Bolsonaro está en el poder y parece difícil que se haga un sabotaje desde la oposición. Pero el ejemplo de Trump parece inspirar al mandatario brasileño.
El debate televisivo fue la última oportunidad de Bolsonaro para intentar borrar esos 6 millones de votos por los que perdió en la primera vuelta. Si esta vez las encuestas son confiables, a Lula le bastó con empatar el debate para asegurarse la victoria de este domingo.