El expremier italiano Silvio Berlusconi murió hoy a los 86 años, afectado por un cuadro de leucemia crónica por el que estaba internado en un hospital de Milán, informaron los diarios Repubblica y Corriere.
Berlusconi había sido ingresado en el centro médico de su ciudad natal el viernes último, tres semanas después de haber sido dado de alta tras una internación de 45 días a causa de una infección pulmonar provocada por el cuadro de leucemia crónica que padece.
El cuatro veces premier y actual senador había sido dado de alta el 19 de mayo tras ser internado el 5 de abril por un cuadro respiratorio que dejó en evidencia la leucemia por la que fue tratado con quimioterapia.
Controvertido desde sus orígenes como empresario de la construcción a comienzos de la década de 1970 a la vez que creador de la televisión italiana moderna, Berlusconi fue protagonista central de la política italiana en los últimos 35 años a través del partido que fundó en 1994, Forza Italia.
Tras haber encabezado cuatro períodos en el Ejecutivo (1994-1995; 2001-2005; 2005-2006 y 2008-2011), desde 2022 cumplía su mandato como Senador tras haber sido antes Eurodiputado tres años, donde fue el mayor de los 705 miembros del Parlamento continental.
Pionero entre los políticos populistas de todo el mundo que dieron el salto del fútbol a la política, Berlusconi comandó el club Milán de su ciudad natal desde 1986 y durante 31 años, en los que cosechó 29 títulos y una popularidad que fue uno de los dos pilares para el inicio de su carrera en cargos electivos antes de vender el 99.93% de la sociedad a un grupo chino en 2017 por más de 700 millones de dólares.
De vida convulsionada fuera de la política, el magnate estuvo casado en dos ocasiones: la primera con Carla dall’ Oglio, madre de Pier Silvio y Marina, y la segunda con la actriz Veronica Lario, con quien tuvo tres hijos, Bárbara, Eleonora y Luigi. Con Lario y con Francesca Pascale, una pareja posterior, estuvo involucrado en separaciones millonarias, con las que frecuentó las revistas del corazón.
Durante su paso por el poder, popularizó el término “Bunga Bunga”, tras una serie de escuchas telefónicas en las que Berlusconi hablaba de sus supuestas proezas sexuales, que derivó en una banalización de las reuniones con menores y prostitutas por las que fue investigado.
Inscrito en la Logia masónica P2 desde 1978, en la carrera de Berlusconi no faltó ninguno de los estereotipos delictivos italianos, ni siquiera los vínculos con la mafia. Así, fue investigado en 1996 por la fiscalía de Palermo, Sicilia, por lavado de dinero y por sus vínculos con la Cosa Nostra, incluidos supuestos pagos semestrales por protección y otros negocios, y un abogado de su confianza, Marcello Dell'Utri, fue condenado a nueve años por asociación mafiosa.