El ambiente festivo en el campus de la Universidad Howard se fue desvaneciendo a medida que transcurría la noche.
Al principio la gente bailaba y cantaba a la espera de la candidata demócrata, Kamala Harris, pero con cada noticia sobre el escrutinio la alegría disminuía. Cuando finalmente Donald Trump se proclamó triunfador los presentes comenzaron a retirarse.
La elección del búnker
La actual vicepresidenta estadounidense había decidido pasar el cierre de la noche electoral en su alma mater, conocida como la «Harvard negra» por ser un lugar con un gran simbolismo para la comunidad afroamericana de Estados Unidos. Sin embargo, el contraste entre el clima al inicio y al final de los comicios fue brutal y su decisión cambió rotundamente.
En un principio, la música retumbaba en el lugar, la gente bailaba y se percibía un clima de fiesta. Una mujer cantó el himno y fue seguida por un coro de gospel, todo en un escenario con un podio rodeado de cristales blindados, preparado para Harris, frente al Frederick Douglass Hall, un edificio simbólico de la institución con un nombre histórico.
Las personas habían comenzado a llegar en horas de la tarde con expectativas de celebración. En paralelo, periodistas, fotógrafos, camarógrafos y productores se instalaron sobre dos tarimas frente al escenario y se distribuyeron en el lugar para captar los momentos claves de la noche.
No obstante, el clima se fue apagando tras cada noticia que llegaba a través de las pantallas gigantes instaladas en el lugar, las cuales mostraban a Trump sacando ventaja en los principales estados, y, finalmente, la candidata demócrata nunca apareció.
Lejos de lo esperado, y a una gran distancia del lugar elegido como su cuartel general, la vicepresidenta estadounidense siguió las primeras cifras del escrutinio desde su residencia en el Observatorio Naval junto a sus familiares, asesores y miembros del staff de su campaña.