Una investigación a fondo quiere saber cómo fue la turbulencia intensa que sorprendió al vuelo 321 de Singapore Airlines y provocó la muerte de una persona y provocó lesiones de distinto tipo (algunas graves) a 130 personas. Casi la mitad de los pasajeros que viajaban desde Londres a Singapur.
Por eso se busca determinar qué originó esa enorme diferencia entre las corrientes de aire que causó semejante daño para los pasajeros. Duró pocos minutos, pero el avión perdió hasta 1.800 metros de altura.
La enorme mayoría de las turbulencias se detecta con antelación y, según la intensidad, se las atraviesa -por eso se advierte a los pasajeros- o se hace un rodeo para evitarlas.
Pero en este caso, se trató de una enorme turbulencia que se produjo en un "cielo limpio", con velocidades cruzadas que pueden llegar a los 150km/h. Por eso no pudo ser detectada y sorprendió a los pilotos y, por supuesto, al pasaje.
Pasado ya el hecho, y a la hora de analizar las causas, una de las primeras conclusiones plantea inquietud para el futuro: las fuertes turbulencias también están relacionadas con los efectos del cambio climático.
Qué es una "turbulencia"
La turbulencia se produce cuando diferentes masas de aire se "cruzan" con distintas temperaturas y velocidades. Suele asociarse a la presencia de nubes y cuánto mayor es su tamaño, mayor es el riesgo de sufrir turbulencias más severas. También se pueden producir por la presencia de montañas, que modifican la presión y circulación del aire.
En estos casos, los satélites y radares dan informaciones precisas a los pilotos para poder tomar las medidas correspondientes según el "peligro" que represente.
Pero hay otras turbulencias, las que se generan en "aire limpio", que no pueden ser detectadas y sorprenden en pleno vuelo, como le sucedió a la nave de Singapore Airlines.
Turbulencias sorpresivas que surgen "de la nada"
Esas corrientes que se cruzan en el aire, en medio de un cielo totalmente despejado, no pueden ser advertidas por los equipos electrónicos y, mucho menos, a simple vista. El avión viaja en su curso normal y de pronto se mete en medio de esa turbulencia inesperada que -como en este caso- puede ser muy intensa y peligrosa.
Por ese carácter de imprevisto es que sorprendió a muchos pasajeros sentados sin sus cinturones de seguridad abrochados y otros caminando por los pasillos o en los baños del Boeing 777-300. Mientras el avión se bamboleaba y cayó 1.800 metros en total, las personas volaron por el interior de la cabina, se golpearon entre ellos o con los elementos de la aeronave: paredes, el techo, el piso y los asientos.
Conocidas como CAT (por sus siglas en inglés) las turbulencias de aire claro son tan inesperadas como potencialmente dañinas. Es por eso que antes de iniciar el viaje, el comandante recomienda que se mantenga todo el tiempo el cinturón de seguridad abrochado, aunque el vuelo transcurra con absoluta normalidad. Solo se debería desabrochar, por ejemplo, para ir al baño. El 75% son detectadas por los sistemas de la tecnología, pero el 25% restante, no.
A veces, un avión que pasó por una determinada ruta (son como "caminos invisibles" que están marcados para facilitar la navegación en un cielo saturado de aeronaves), puede prevenir a la torre de control de lo que atravesó para alertar a otros pilotos.
Pero mientras sigue esta investigación en particular (murió un ciudadano británico de 73 años ), hay ya una casi certeza que comparte el mundo de la ciencia: es otra manifestación del cambio climático.
Más turbulencias por el cambio climático
Los meteorólogos y científicos que investigan el medo ambiente no tienen dudas. Estas turbulencias, que eran inusuales y extrañas, se dan cada vez con más frecuencia, duran más y son violentas. Es, para ellos, un indicio más de que el cambio climático ya comienza a afectar de manera muy peligrosa nuestra vida diaria, no solo por las sequías, olas de calor, frío o lluvias con inundaciones extraordinarias.
La temperatura del aire está aumentando y genera diferencias muy severas que se traducen es esos cambios de las corrientes aéreas a gran velocidad. Cuando se dan en medio de tormentas o nubes que cubren la trayectoria de los aviones, son detectables y simples para evitar. Pero cada vez se presentan más casos de CAT, que no pueden prevenirse.
Es por eso que el investigador de meteorología Mark Prosser, de la Universidad de Reading, advierte: "Las turbulencias hacen que los vuelos sean accidentados y pueden ser peligrosos".
Este fenómeno también tiene un alto impacto económico, no solo en las personas heridas o, como en este caso, que han muerto. Los cambios de las corrientes en pleno vuelo tienen un costo que va de los 150 a los 500 millones de dólares al año solo en Estados Unidos. Por esta razón, ya están estudiando cómo hacer frente a este fenómeno que, hasta ahora, era esporádico.
"Cada minuto adicional que se pasa viajando en medio de turbulencias aumenta el desgaste del avión, el riesgo de lesiones a los pasajeros y miembros de la tripulación", confirma Prosser.
Aumento de turbulencias peligrosas en el futuro inmediato
Los expertos dicen que este problema, causado por el cambio climático, llegó para quedarse. Ya previenen que podrían duplicarse o triplicarse en las próximas décadas.
Así, cruzando el océano Atlántico, la mayoría de los aviones viajan tranquilamente o con pocos y leves incidentes de esta clase. Sin embargo, se cree que el tiempo de las turbulencias pueden aumentar de 10 minutos a 20 o más de media hora continúa.
El vuelo de Singapore Airlines de Londres a Singapur parece haber encontrado severas turbulencias sobre Myanmar después de cruzar el Mar de Andamán, en el sudeste asiático. Allí se produjo el incidente que provocó una muerte y 130 heridos. Esto obliga a que las aerolíneas comiencen a revisar sus rutas para tratar de encontrar otros caminos en el aire, más seguros, para lidiar con otro efecto del cambio climático.
.