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Caída abrupta de los nacimientos en Argentina

Desde 2014 la fecundidad bajó un 34%, empujada por la fuerte disminución de los embarazos adolescentes.

Caída abrupta de los nacimientos en Argentina

30.735 niños menos nacieron entre 2010 y 2019 en Argentina, lo cual ha despertado sorpresa y fascinación entre los expertos en demografía.

Al profundizar en el tema, se han encontrado otros indicadores que confirman esta tendencia: la tasa global de fecundidad, es decir, el número promedio de hijos que tiene una mujer en edad reproductiva, ha experimentado una caída sin precedentes desde que se comenzaron a llevar registros. Desde 2014, ha disminuido en un 34%, impulsada por la notable reducción en los embarazos adolescentes, los cuales han disminuido un 59% después de décadas de mantenerse en niveles muy altos.

Argentina se destaca como una excepción en este sentido. Desde mediados del siglo XX hasta la actualidad, el comportamiento de la fecundidad, especialmente la fecundidad adolescente, ha sido muy diferente al promedio del resto de la región y del mundo. Juan Camisassa, coordinador de Protección Social de CIPPEC, señala: "Argentina es una rara avis en este sentido". En 1960, Argentina tenía un promedio de 3 hijos por mujer, similar a los indicadores de Europa y América del Norte en ese momento, mientras que en América Latina la tasa de fecundidad promedio era casi el doble (6 hijos por mujer). A partir de entonces, la región experimentó una disminución constante y pronunciada en este registro, aunque Europa y América del Norte también lo hicieron, pero de manera más moderada.

Por el contrario, Argentina siguió un proceso inverso. Durante la década de 1970, experimentó un pequeño "baby boom" como resultado de políticas que fomentaban la natalidad, en contraste con las tendencias regionales y globales. A partir de los años 90, la tasa de fecundidad comenzó a disminuir, aunque a un ritmo más lento, lo que llevó a que en la primera década de los años 2000 el país tuviera una tasa de fecundidad mayor que el promedio de la región. Entre 2005 y 2010, la tasa en Argentina era de 2,37 hijos por mujer, mientras que en América Latina y el Caribe era de 2,26. Tan solo una década después, en la actualidad, solo Uruguay tiene una tasa de fecundidad menor que Argentina.

En comparación con otros países, la diferencia se vuelve aún más evidente al considerar únicamente la fecundidad de las adolescentes de 15 a 19 años. Entre 1950 y 2015, esta tasa disminuyó un 51% a nivel mundial y un 40% en América Latina. Sin embargo, en Argentina aumentó un 2%. Solo recientemente este alarmante registro ha comenzado a revertirse.

La fuerte caída en la fecundidad adolescente es sin duda una buena noticia. La mayoría de los embarazos en edades tempranas son no deseados, por lo que esta disminución refleja un mayor acceso a los derechos sexuales y reproductivos. Juan Camisassa comenta: "Esto significa que los adolescentes tienen más opciones para decidir si desean tener hijos o no". Además, destaca que el embarazo en la adolescencia conlleva el abandono escolar y dificulta el acceso a empleos de calidad.

Nicolás Sacco, profesor en Sociología y Demografía en la Universidad Estatal de Pensilvania, Estados Unidos, el fenómeno actual se distingue por tres aristas. En primer lugar, la disminución en la cantidad de hijos en el último lustro ocurrió a una velocidad “notable”, muy por encima de la experimentada en los ‘90. En segundo lugar, destacó la baja en la fecundidad adolescente como aporte esencial a esa reducción generalizada. Y, por último, cree que la caída abrupta no encuentra una sola explicación, que es “un fenómeno complejo y multifacético”, y que a su vez cabe esperar si la mayor inclusión de las mujeres en el mercado laboral llevó a un retraso en los deseos reproductivos que quizás se materialice en unos años.

Por su parte, Rafael Rofman, demógrafo y economista, considera que la menor cantidad de nacimientos se asocia a dos procesos simultáneos. “En la última década hubo un fuerte cambio cultural, que puede ser caracterizado como una ‘nueva ola’ feminista, por el que muchas mujeres (especialmente las mas jóvenes) pasaron a valorar más su espacio de decisión. A esto seguramente contribuyeron algunas políticas públicas, como la ESI y el plan Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional (ENIA), pero parece claro que es un proceso social espontáneo, no motorizado desde el Estado.

Al mismo tiempo, a partir de 2014 se inició la distribución de un nuevo tipo de anticonceptivo, los implantes subdermales, que son muy efectivos y seguros. Esto parece haber sido el factor desencadenante inmediato del proceso, ya que fue rápidamente adoptado en forma masiva”, explicó.


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