Es viernes a la noche y Sergio Berni responde el mensaje de texto de Clarín. Llama por WhatsApp pero la conversación se torna imposible. Va y viene la voz. Decide cortar y esta vez llama por línea. Ahora se escucha perfecto y pregunta por el caso Chocolate.
"Contame bien qué sabés sobre ese mamarracho. Igual, a mi no me llamó la fiscal para ir a detenerlo. Directamente se comunicó con la comisaría. Qué se yo. Si me hubiese preguntado, hasta le habría aconsejado hacer el allanamiento con la Policía Federal", indica tan verborrágico como siempre.
Cuando se le pregunta por las sospechas que dejó trascender una parte de la Justicia sobre que alguien de la Policía Bonarense que él lidera podría estar protegiendo al puntero Julio Rigau, Berni se ríe pero sin relajarse.
"Dejate de joder. No me hagas reír las (...), si ustedes y otros dos grandes medios hace dos días que vienen avisando que hay un pedido de captura. Y hace un mes que se viene hablando sólo de Chocolate y el escándalo de Insaurralde. ¿Vos te pensas que ese pibe puede ser tan boludo? O se entrega por las suyas o se va a la mierda. No va a estar esperando que nadie le avise", contesta con firmeza pero de forma amable.
"La locura es que lo hayan dejado libre. Yo a ese tipo de jueces lo sufro todos los días. Cuando le encontramos falopa en el auto a una persona con toda la pinta de narco, hay jueces que nos reprenden a nosotros por violar su intimidad. Este es el disparate en el que vivimos", agrega el ministro ahora sí levantando un poco más la voz.
Ayer viernes, el exclusivo buffet de abogados Gascón Cotti, que cobra en dólares y en La Plata todos creen que alguien le paga para defender a Chocolate, pidió la excarcelación del puntero del Frente Renovador.
La defensa que logró que dos camaristas con fuertes contactos políticos liberen a Rigau y declaren nula la causa (el fallo luego fue revocado por el Casación) argumentó que su defendido "siempre se mantuvo a derecho y tiene a la mujer convaleciente por una enfermedad coronaria".
Berni resalta que no es nada fácil estar huyendo de la ley. Y señala: "Vivir escondido es un desgate y tensión constante, más en este tipo de delincuentes que se los puede considerar de 'guantes blancos', aunque todo hace creer que Rigau tiene jefes políticos de una banda que usa guantes aún más blancos".