Bahía Blanca vivió una de las tormentas más devastadoras de su historia el viernes pasado, con un acumulado de 290 milímetros de lluvia en apenas doce horas. Según un informe del Servicio Meteorológico Nacional (SMN), este fenómeno superó ampliamente el récord histórico de 1933, cuando se registraron 167,6 milímetros. La cifra triplicó el promedio habitual de lluvias para marzo en la ciudad, que suele ser de 129 milímetros.
Además, un trabajador de SATEM (Soporte y Alerta Temprana en Eventos Meteorológicos), contó cómo a través de una tesis realizada se pudo ver en 2012 como se producía la catástrofe natural de Bahía Blanca mediante un plano simulatorio que muestra las entradas de agua a la ciudad.
Christian Garavaglia, meteorólogo de Meteored, explicó que la cantidad de agua caída equivale a lo que Bahía Blanca recibe normalmente entre enero y mayo. "Fue una intensidad inusual", afirmó. El SMN destacó que este tipo de eventos tiene un periodo de recurrencia superior a los 100 años, aunque el cambio climático podría acortar estos intervalos.
Días antes del temporal, el SMN ya había emitido alertas por la presencia de una masa de aire cálido y extremadamente húmedo que se extendía desde el norte de la Patagonia hasta el norte del país. Cindy Fernández, especialista del organismo, detalló: "Pocas veces la franja central de la Argentina estuvo tan cargada de humedad. Se evidenció en la sensación térmica que se sintió en la ciudad de Buenos Aires".
El temporal no solo afectó a Bahía Blanca. Olavarría, Coronel Suárez, Pehuajó y otras localidades de Buenos Aires ya habían sufrido inundaciones previas. En La Pampa también se registraron lluvias extremas.
Bahía Blanca, antes y después de la inundación
— SMN Argentina (@SMN_Argentina) March 13, 2025
Las imágenes del satélite Sentinel-2 muestran el impacto de las inundaciones en Bahía Blanca comparando el 9/2/2025 con el 11/3/2025 pic.twitter.com/hLsyOeNEkQ
El SMN publicó imágenes satelitales que comparan las inundaciones del 9 de febrero y las del 11 de marzo. Las diferencias son impactantes: los tonos oscuros y rojizos muestran zonas anegadas y cuerpos de agua, mientras que los azules claros indican sedimentos arrastrados por la escorrentía.
La municipalidad de Bahía Blanca actuó con la alerta naranja, suspendiendo clases y actividades. Fernández aclaró: "Existe la falsa creencia de que la alerta roja marca el inicio de la emergencia. En realidad, la naranja ya implica riesgo de vida y exige medidas de prevención. La roja indica fenómenos excepcionales con potencial de desastre y requiere acción gubernamental inmediata".
Una catástrofe anunciada
Lo más sorprendente es que esta catástrofe natural ya había sido prevista en 2012. Fabián Almada, trabajador de SATEM, reveló que una tesis realizada en ese año simuló el comportamiento del agua en la ciudad. "Se hizo una simulación donde se mostraba desde las partes más altas circundantes a la ciudad de Bahía Blanca, los lugares de ingresos principales, que uno de ellos fue el arroyo Napostá y el arroyo Maldonado", detalló Almada en una entrevista con A24.
El estudio también evidenció cómo la expansión urbana hacia zonas bajas agravó el riesgo de inundaciones. "La ciudad de Bahía Blanca fue prácticamente extendiéndose hacia las partes más bajas de toda esa cuenca y, lamentablemente, tenemos que pagar estas tremendas consecuencias de un evento sin historia", agregó.
El arroyo Napostá, que nace en las laderas del cerro homónimo a unos 700 u 800 metros de altura, fue uno de los principales focos del desastre. "Toda esa cuenca se fue llenando e ingresó al arroyo. Está intubado gran parte de la ciudad de Bahía Blanca, sobrepasando todo y lamentablemente ingresando a la ciudad sin ningún tipo de control debido a la cuenca", concluyó Almada.
La tormenta de Bahía Blanca no solo dejó en evidencia la fuerza de la naturaleza, sino también la necesidad de revisar las políticas de urbanización y prevención en zonas vulnerables.